Por Ignacio Bossi - Coach deportivo.
Escribir esta nota me provoca un gran desafío. Nunca estuve en una final de un torneo disputado con un seleccionado, sólo participé como coach con Huracán en el duelo decisivo de la Copa Sudamericana 2015, en el equipo que conducía Eduardo Dominguez. Sueño como ustedes estar ahí. Aún así con el equipo que me acompaña a escribir estas columnas (Juan Luis, Sando, Daniel, Juanjo y Adolfo) he recurrido a mis amigos coaches y psicólogos deportivos, para entre todos “abrazarnos” y ofrecer nuestras sugerencias (corazón). Como si estuviéramos allí: en el vestuario de Lusail.
“Una de las cosas que aprendí conversando con capitanes como el “Bebe” Acosta, Federico Mancinelli o el “Piti” Alesandroni es que lo único que está a nuestro alcance es dejar en la cancha todo lo mejor que tenemos. No tenemos el control del resultado: ganar. Sí podemos poner todo lo que nuestro entrenamiento táctico y atlético puede. Entregar en el partido todas las competencias técnicas desarrolladas desde que el primer entrenador les dió indicaciones a los jugadores.
Como siempre nos repite nuestro líder Lionel Scaloni, todo es un juego de detalles: la pelota pega en el palo y entra… o pega en el palo y sale. Algunos le llaman suerte, otros le llaman destino. El rival también juega. Y en el partido final se encuentran los dos equipos que fueron mejores en la fase de grupos y que luego superaron a todos los que tuvieron enfrente.
Entonces, ¿cuál es el factor que puede desequilibrar esta paridad? Cada momento del partido con una selección como la francesa va a requerir de toda la inteligencia consciente e inconsciente que los jugadores tienen. Y claro, poner ese plus que nos da la cabeza. El compromiso que implica cubrir con excelencia el puesto de cada uno y estar al 200% sintiendo lo que hace y necesita cada compañero (sello distintivo de este equipo que se ve de manifiesto en cómo ganamos las segundas pelotas), priorizar lo colectivo por sobre lo individual, sintiendo realmente la camiseta (en esa química especial que ha construido este grupo humano, sellado con una amalgama única de garra, lágrimas y aliento) y finalmente con ese toque que nos hace diferentes, la inventiva y la picardía “fair play” que suele contribuir al resultado.
¿Qué podríamos entrenar/recomendar para el partido mental? El partido se gana antes de jugarlo y durante el juego. La primer recomendación funciona para el antes y las otras 3 para el durante
1- Un plus
Ganar es primero es una decisión mental, pero en este caso requiere de un plus: desde la previa hay que aprender a tener una victoria en sociedad.
Implica que todos-sumen su energía-positiva en cada pensamiento y conducta previa. Hacer cada detalle con una actitud como si fueran campeones merecedores.
2- Situación clave
En cada segundo del partido, hay algo extraordinario que está ocurriendo en cada zona del campo. Hay que lograr fluir en esos espacios y momentos, evitando resistir o enojarse con lo que está pasando (ello nos desenfoca la energía) y apalancar cada instante a nuestro favor. Esta será la clave mental de cada uno de los 11: que maximicen el segundo, evitando que el cerebro se conecte con el afuera del campo. Ya habrá momentos, cuando para el juego, para tomar la energía del aliento o de saber que están representando a 45 millones de corazones argentinos, que en muchos casos “nos va la vida” en este partido.
Les cuento una de miles de anécdotas que seguramente están ocurriendo para ilustrar: ayer me llamó un amigo boliviano, un profe que conocí cuando daba clases en la Católica de La Paz (Bolivia) y me dijo que se viene con toda su familia a Buenos Aires a vivir el partido y si Dios quiere a recibir a la Selección. Imaginemos si eso provoca en personas que quieren a nuestra selección, imaginen lo que provoca en nosotros. De todo eso el vestuario tiene que abstraerse para lograr dar el 110% de cada uno, reitero en cada segundo del partido y en cada centímetro del campo de juego.
3- Saber aprovechar
Saber aprovechar alguna eventual adversidad temporal para fortalecernos. Este fue el gran aprendizaje que tuvo este equipo a lo largo del torneo, aprender de las adversidades. Luego del 2 a 0 con Holanda, aprendimos que no debemos parar y así lo hicimos, evitando sufrir para estar mejor para la final.
Cada incidencia de un partido -un gol, un penal errado, una tarjeta roja- generará emociones que están originadas en la interpretación de cada integrante del equipo. Aprender a ser conscientes de ello, en el momento que ocurren, y manejarlas productivamente, implica un grado de fortaleza mental que se debe manifestar en la final.
4- Volvernos estoicos
Una de las fortalezas de estos filósofos y sus discípulos actuales es el rol que le dan a la tranquilidad en medio de la tempestad. La efervescencia que creamos, dado que comenzamos “desde abajo” (perdiendo con Arabia) y nos fuimos recuperando partido a partido, creó una épica que el mundo está disfrutando (en palabras de Modric).
También está lo que han creado los Argentinos en Qatar y lo que pasa aquí en Argentina. Toda esta efervescencia, tiene dos componentes para la final mental: uno que suma cuando la pelota no está en movimiento (la épica y el aliento) y otra que no suma que es la posible desconcentración de como dijimos cada instante de partido. Cuanto más serenos (estoicos) estemos en el campo de batalla, poniendo el 100% de nuestra garra y calidad, mejor nos van a salir las cosas.
Con estos recursos, en la mente y el corazón, podemos ganar la final mental. Ingrediente que se vuelve épico en cada desenlace.