Panorama internacional: “Europa es nuestro hogar común”

Por Carlos Duguech - columnista invitado.

Panorama internacional: “Europa es nuestro hogar común”
23 Enero 2023

En su libro “Perestroika” (“Nuevas ideas para nuestro país y el mundo”) publicado en 1987, el último presidente de la ex URSS fallecido en agosto de 2021, enfatiza un concepto que hoy cobra relevancia. Rusia es un país europeo. ¡Vaya novedad! dirían los descubridores de erratas u obviedades, pero en el contexto de muerte y destrucción que que derramó sobre Ucrania Vladimir Putin, cobra entidad señalar la europeidad de Rusia que bien remarcó Mijail Gorbachov. El gran continente del hemisferio norte alberga a las naciones de la UE en el occidente y siete naciones en el oriente o “Europa del Este” como se estiló durante mucho tiempo: Rusia, Biorrusia, Armenia, Georgia, Moldavia, Ucrania y Azerbaiyán.

¿Putin estratega?

Supuso –tan seguro se mostraba de sí mismo- que la poderosa Rusia le había otorgado el honor y privilegio de ser su “Conductor” desde el Kremlin. Y que le reconocería el mérito de una acción en Ucrania que favoreciera a residentes en ese país con vocación de ser incorporados a la Federación de Rusia. Imaginó Putin, con una serie de advertencias, sobre la “desnazificación” del gobierno de Ucrania y otros objetivos. Imaginó una guerra tipo “de los seis días” que lanzara Israel un junio de 1967. En la fecha de la publicación de esta columna se cumplen ¡333 días de guerra! Falló el estratega Putin en su idea de sorprender y dominar en poco tiempo.

El Pacto vs. OTAN

La OTAN fue esbozada en 1947 durante el gobierno de Truman en EEUU y fue ratificada en el Tratado de Washington, de 1949, como un escudo protector de Europa para frenar el sospechado avance de la URSS hacia el occidente. Claro que en el texto ni se menciona a la contraparte (La URSS y sus satélites) que se estaba haciendo sentir. Los tambores de la “Guerra fría” sonaban y era necesario estar preparados, Diez países suscribieron el Tratado, abarcando una zona geográfica de ambos lados del Atlántico Norte. EEUU y Canadá, en un continente y Francia, Islandia, Luxemburgo, Italia, Noruega, Países Bajos, Reino Unido y Portugal. En Europa.

¿Rusia en la OTAN?

Sí. Cien veces sí. Hubo una fecha que para la OTAN y para Rusia debió ser como el Aleph borgeano, tanto por lo declarativo del texto como por la universalidad de propósitos detallados en extremo: El 27 de mayo de 1997, en París, nunca tan bien ejerciendo lo de “Ciudad luz”, se suscribía el “Acta fundacional sobre las relaciones, la cooperación y la seguridad mutuas entre la Federación de Rusia y la OTAN”. Luego de medio siglo de controversias, desconfianza y “guerra fría” tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se producía un entendimiento de gran trascendencia. Sirve transcribir los párrafos iniciales:

La Federación de Rusia por una parte, y la Organización del Tratado del Atlántico Norte y sus Estados miembros por otra, denominados aquí Rusia y la OTAN, fundándose en un compromiso político duradero suscrito al más alto nivel político, construirán juntas en la región euro-atlántica una paz duradera y abierta a todos que descansa en los principios de la democracia y de la seguridad cooperativa.

Rusia y la OTAN no se consideran adversarias. Tienen como objetivo común eliminar los vestigios de la época de la confrontación y la rivalidad, y aumentar la confianza mutua y la cooperación. La presente Acta ratifica la determinación de Rusia y de la OTAN de hacer realidad su compromiso común de construir una Europa estable, pacífica y sin división, una Europa entera y libre, en provecho de todos sus pueblos. Este compromiso, asumido al más alto nivel político, marca el comienzo de una relación fundamentalmente nueva entre Rusia y la OTAN. Ambas tienen la intención de desarrollar, sobre la base del interés común, de la reciprocidad y la transparencia, un partenariado fuerte, estable y duradero.

La presente Acta define los objetivos y el mecanismo de consulta, de cooperación, de decisión conjunta y de acción conjunta que presidirán las relaciones mutuas entre Rusia y la OTAN

La suscribieron, frente al anfitrión -a la sazón presidente de Francia -Jacques Chirac, los presidentes de EEUU, Bill Clinton y de Rusia, Boris Yeltsin. No le fue fácil al presidente ruso acordar este paso. Citando a Putin, que le sucedió en el timón de Rusia, al Acta Fundacional firmada significaba una “traición”. Yeltsin, sin embargo, mostró su astucia. Con el transcurrir del tiempo y los cambios en la conducción política operada en los estados factores el clima fue mutando con nubarrones, tormentas, cielo despejado y alguna que otra guerra localizada en la región. Para “los rusos”, de cualquier pertenencia o simpatía política que quiera dárseles, que Hungría, Polonia y la República Checa, absorbidas a contracorriente en su tiempo por el poder desde el Kremlin, militen en la OTAN era una inasimilable situación.

En tiempos de Gorbachov y con la necesidad de reunificación alemana, en palabras del secretario de estado norteamericano James Baker, la OTAN que, como consecuencia de la Alemania unida involucraba a la República Democrática Alemana (Comunista) en su seno, ello no significaría que la Organización se extendiera al Este europeo. El Pentágono, esas cinco puntas militares de la política estadounidenses, bregaba, bregó siempre, por estirar la OTAN lo más cerca de Rusia. Así se llegó a la inclusión de otros países de la Europa del Centro y del Este que se cobijaran en la OTAN: Estonia, Bulgaria, Rumania, Eslovaquia , Letonia, Lituania, y Eslovenia. Más adelante se sumarían Albania y Croacia. Y para completar la expansión que se prometió no ocurriría (engañaron) Bosnia y Herzegovina y Macedonia y Georgia. Una OTAN con 29 países miembros. Ucrania pretende incorporarse. Pendiente están Suecia y Finlandia.

Si hay que hallar una visión abarcadora de la configuración geográfica que significa la OTAN y Rusia vale privilegiar por lo sensata y realista la visión gorbachoviana: “Europa es nuestro hogar común”.

Por procuración

Ucrania, desde el comienzo de la guerra de invasión rusa ha sumado países que la colaboran. Son más de 30, según el prestigioso instituto alemán Kiel para la Economía Mundial. Inmensas cantidades de material bélico, principalmente desde los EEUU. No obstante, el presidente ucraniano brega por más aportes y en los últimos días clama por tanques alemanes, tema no resuelto en la propia Alemania, aún. La mayor parte de los proveedores provienen de países de la OTAN. Una ironía con vocación de futuro para Ucrania, tal vez. Siendo ello así, no interviniendo militarmente las fuerzas de la OTAN porque Ucrania invadida guerreramente no es miembro, estamos indudablemente frente a un sistema de “guerra por procuración”. Las potencias involucradas porque envían armamento no hacen la guerra sino por la procuración de su estructura de medios bélicos que arman el brazo de Ucrania. En suma: Rusia, (insistimos, la de Putin) está en guerra con Ucrania y con casi los más de 30 países que apoyan al país invadido.

Un gran negocio

Las armas que donan los más de 30 países a Ucrania fueron provistas por sus fabricantes que han visto incrementados sus negocios con tanta demanda, ¿Cuánto les interesará el fin de la guerra? Basta con sólo leer, no entre líneas, las expresiones de nada menos que del secretario general de la OTAN, Jens Stoltemberg: “Las guerras son impredecibles. Es imposible decir cuándo y cómo terminará la guerra en Ucrania. Y más adelante: Si queremos una solución de paz negociada…la forma más rápida de conseguirlo es apoyar a Ucrania. Las armas son, de hecho, el camino hacia la paz”. (Perdónalo, Gandhi, no piensa lo que dice).

Frágil equilibrio armado

Una chispa de irresponsabilidad puede sí, desatar la temida y tanta s veces mencionada IIIGM. Si pese al engaño que sufriera Gorbachov sobre promesas de no expandir la OTAN, él mismo diría hoy, “Vamos a la OTAN, ya mismo, a nuestra casa común europea. De Putin se puede esperar que encienda la chispa, sin embargo. Es el “dueño” de su guerra. De él depende el infierno o el fin de su criminal decisión.

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