Seven de rugby de Tafí del Valle: el retorno del rey

Bajo el nombre de GERF, Huirapuca alcanzó su novena final en las últimas 10 ediciones y se quedó con su quinta Copa de Oro LA GACETA al vencer a Universitario.

Pasan los veranos, pasan los equipos, pasan los nombres y hasta el clima se anima a cambiar las condiciones del escenario, pero hay algo en el Seven de Tafí del Valle que se mantiene constante desde hace una década y no parece tener fecha de vencimiento: la ambición de Huirapuca por ganarlo. Y no es que los otros no quieran, pero lo del conjunto de Concepción ya alcanza otro nivel, rayano con la obsesión. Lo siente como propio, como si el nombre no oficial del evento tafinisto fuera “el Seven que hay que ir a arrancarle de las manos a Huirapuca”. Por eso, aunque a estas alturas suene obvio, un elemento esencial de la fórmula del éxito de los sureños es eso mismo: la seriedad y la pasión con la que lo viven y lo juegan. Algo que se refleja en el carnaval que desatan cada vez que ganan el título, y en el mutismo que los envuelve cada vez que no.

El final de la edición número 23 del Seven de Tafí cayó del lado feliz de la moneda para “Huira”. Bajo el nombre de GERF, el elenco dirigido por Tristán Molinuevo (que algo de sabe de seven) y Macario Villaluenga se quedó con la Copa de Oro LA GACETA por quinta vez en su historial de participaciones, esta vez derrotando al durísimo “Nuevo Solar del Cerro-Estancia Mendoza” (nombre bajo el que compitió Universitario). El 17-0 del marcador final puede confundir: si bien la victoria de los concepcionenses fue indiscutible, no fue para nada fácil. Las “Serpientes”, dirigidas por Emilio Valdez y Gerónimo Mora, opusieron una dura resistencia a pesar de desgaste físico y de las condiciones imposibles de la cancha, convertida por la incesante lluvia en un barrial donde era casi imposible cambiar el paso, frenar en seco o pisar hacia adentro. Ni hablar del control de la pelota: hasta el pase más preciso era un knock-on en potencia con semejante jabón. De todas formas, todos los equipos se dieron maña para sobreponerse a las condiciones adversas y tratar de jugar.

Ya desde la etapa clasificatoria se podía adivinar que GERF y Nuevo Solar del Cerro-Estancia Mendoza eran firmes candidatos a la final de Oro.

Universitario se ganó su lugar en la final venciendo a Tucumán Rugby en semifinales con contundencia, mientras que “Huira” tuvo que superar una llave complicadísima frente al seleccionado salteño. Se puede decir sin temor a exagerar que esa fue otra final, porque los “Mayuatos” también jugaron en un gran nivel. Después de igualar 10-10 en tiempo reglamentario, tuvieron que definir por muerte súbita, lo cual le jugaba muy en contra a quien resultara ganador, ya que tendría menos oxígeno en reserva para la final. En Tafí, cada segundo de aire vale mucho. Para fortuna -o por mérito, mejor dicho- los de Concepción lo resolvieron con un try en el primer minuto y evitaron derrochar más energías de la cuenta.

Ya en la final, GERF/Huirapuca tomó el protagonismo, aunque recién pudo ponerse al frente en la última jugada del primer tiempo, con un try de Agustín Rago. Ya en la segunda parte, un try de Juan de la Cruz Molina aumentó la diferencia y otro de Ignacio González Ponce convertido por Carlos Sueldo sellaron la victoria y convirtieron a “Huira” en pentacampeón de los Valles.

El triunfo tuvo sabor a revancha para el “Viento Rojo” del sur, no solo porque volvió a consagrarse después de cuatro años (su último título había sido en 2019), sino porque la edición del año pasado había sido la primera desde 2013 que no los había tenido como finalistas. Desde entonces, habían sumado ocho finales consecutivas y ganado la mitad.

La Copa de Plata Hipoglós terminó en manos de Pepsi/Los Tarcos, que le ganó 33-0 en la final a “Reaktor” (Jockey Club de Salta), mientras que la de Copa de Bronce Banco Macro fue para “Municipalidad de Aguilares”, nombre que adoptó el debutante Aguará Guazú, vencedor en la final de “Banco Macro” (Invitación 7) por 22-10.

Un equipo experimentado que funciona como un reloj

Una de las virtudes que sostienen a Huirapuca como firme candidato al título en cada edición del Seven de Tafí del Valle, independientemente del nombre que adopte, es su base. Bajo la mano de un experto en la materia como es Tristán Molinuevo, acompañada por la de otro entendido como Macario Villaluenga, está un plantel que juega de memoria y que conoce el suelo de Tafí como el del patio de su casa en Concepción. Nombres como Isaías Montoya Bellotto, Gabriel Herrera, Juan Manuel Herrera, Agustín Rago y Carlos Sueldo, entre otros, ya tienen charreteras en esta competencia, y esa experiencia es un valor agregado frente a otros equipos cuyos nombres se renuevan con frecuencia. “Huira” sale bastante de memoria, porque siempre quieren volver todos. Y eso que esta vez no contó con Juan Manuel Molinuevo, hijo de Tristán y también crack de la modalidad reducida.

“Es una cuestión de que lo queremos jugar. Lo sentimos. Es muy fuerte lo que se vive desde la emoción. Te acompaña la familia y te da un impulso increíble. Hay una entrega inmensa del equipo. Los chicos lo viven de manera muy especial”, describió Isaías Montoya, encargado de recibir la Copa de Oro LA GACETA. La dificultad extra del campo de juego a partir de la lluvia fue un tema aparte.

“Esto nos cambió todo, pero a todos, no solo a nosotros. Todos nos hemos entrenado de una manera, con un sistema, pensando en abrir el juego, pero la lluvia cambió todo. Ahí tuvimos la ventaja de tenerlo a Tristán, que es un entrenador de la p... madre, que te tira todas las claves y te dice por dónde va a ir el partido, cómo hay que jugarlo y cómo no”, explicó el centro, una de las bajas que sufrió “Huira” en la edición del año pasado, la primera en casi una década que no lo tuvo como finalista.

“Fueron varias bajas el año pasado. Tampoco estuvo Juan (Herrera). Hicimos lo que pudimos. Tenemos mucha actitud, y los huevos siempre están. En la cabeza solo tenemos salir a ganar y eso nos da mucha confianza”, destacó “Karly” Sueldo. “Y esta vez también supimos tener paciencia en los momentos difíciles, como la semifinal, que tuvimos que definir por muerte súbita. Por suerte lo hicimos rápido con mucha actitud. El clima no ayudó mucho, primera vez que jugamos en una cancha tan embarrada. Pero bueno, metimos otra final, esperemos estar en la del año que viene también”.

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