Hacia un choque frontal

El contraste es irrefutable. Siempre, a medida que se acerca una elección y se pone en juego el poder, el peronismo se sacude el pantalón para quitarse cualquier diferencia que pueda haberle quedado de viejas batallas internas y avanza. En cambio, sus rivales hacen el proceso inverso: mientras más se acerca el calendario electoral más distancias exponen. Y se estancan.

Un simple análisis de los movimientos que dieron el Frente de Todos y Juntos por el Cambio en Tucumán, a partir de las elecciones de 2021, valida esa conclusión inicial. Mientras el oficialismo se reagrupó después de una interna despiadada, la oposición hizo esfuerzos por dilapidar el poco o mucho capital político que había conseguido.

El resultado de ese proceso de estos últimos 500 días en Tucumán es la presencia de un FdT fortalecido y de un JxC debilitado, a menos de tres meses de las elecciones. Envalentonado, inclusive, el justicialismo apuesta a obtener un triunfo categórico el 14 de mayo y sueña con arrebatarle la intendencia de la capital a sus rivales. Apichonado, en cambio, el armado opositor aún trata de entender qué lo llevó a estar al borde de un descarrilamiento.

Cierto es que en el oficialismo tucumano no hay amor. Aunque Juan Manzur llene de elogios a Osvaldo Jaldo y viceversa, lo que hay es una comunión de intereses circunstanciales. Y eso se derrama entre los dirigentes, que lo asimilan. No obstante, el Frente de Todos local atravesará por dos etapas en los meses que vendrán. La primera finalizará el 14 de mayo a la noche. Hasta entonces, el gobernador necesita que Jaldo obtenga la mayor cantidad de votos y que la diferencia con la oposición sea brutal. De esa manera, desde aquí podrá dar la solidez de la que hoy carece su sueño presidencial. La presencia de Eduardo “Wado” de Pedro en Tucumán y de varios gobernadores -con poder territorial y votos- aviva esa idea del manzurismo, aunque jamás se haya mencionado en el mitin del jueves por la noche algo vinculado a una eventual fórmula con el líder de La Cámpora. Por ahora, la estrategia del tucumano es la que mejor resultados le viene dando en su vida pública: aferrarse a su perseverancia y a su optimismo.  

La segunda etapa comenzará el mismo 15 de mayo en el oficialismo tucumano. Porque si finalmente Jaldo triunfa y lo hace con contundencia, como necesita Manzur, la relación de fuerzas dentro del PJ comenzará a rediscutirse. El actual mandatario, después de octubre, debería sentarse en la Legislatura para conducir la Cámara y desde allí tendría que mantener a raya al tranqueño si es que pretende sostener su poder y su jefatura. Pero, ¿quién obtendrá más bancas: ¿el manzurismo o el jaldismo? Y luego de haber jurado: ¿a quién responderán esos legisladores? El peronismo puede sumar incluso un factor más de tensión para los próximos cuatro años, en caso de que Rossana Chahla gane la intendencia capitalina. La ex ministra de Salud, desde ese lugar, puede erigirse en una figura de contrapeso de Jaldo e, incluso, en una incomodidad para Manzur si es que aspira a regresar al Gobierno en 2027.

La contracara

Frente al entusiasmo que derrocha el búnker del Gobierno, en la oposición prima la desazón. Ningún dirigente sensato puede explicar qué ocurrió para que, en el tramo final del proceso electoral, no haya diálogo entre los referentes más votados del espacio. Lo peligroso es que aunque se empecinen en manifestar que no hay demasiado margen para romper la alianza electoral y que finalmente habrá un acuerdo, todo indica que se avanza directamente hacia un quiebre. O, por lo menos, a una encerrona autoinfligida.

La semana que comienza puede ser determinante para el futuro de Juntos por el Cambio. Mañana, el radicalismo reunirá a su convención provincial con el único objetivo de blindar la postulación a gobernador de Roberto Sánchez. La jugada no es casual y es una respuesta directa a la decisión de Germán Alfaro de lanzar su candidatura el próximo jueves. En rigor, es un desafío al líder del Partido por la Justicia Social y el ingreso definitivo de la alianza a un embudo del que les costará salir.

La convención de la UCR, con mayoría en manos del espacio que lidera el ex legislador Ariel García, ratificará que Sánchez es su candidato y lo facultará a celebrar las alianzas electorales que crea conveniente. Pero seguramente lo autorizará con una salvedad: que lo haga sin resignar el primer lugar de la fórmula gubernamental. Es decir, el presidente del radicalismo podrá sentarse con Alfaro a acordar condiciones pero con un corsé que difícilmente pueda quitarse.  ¿Es consciente Sánchez de esa postura? Desde luego. El concepcionense es uno de los más convencidos de que la principal candidatura le corresponde y que no tiene motivos para cederla. Y no está dispuesto a hacerlo.

Enfrente, Alfaro también se mantiene inflexible y el jueves hará públicas sus intenciones de ser el candidato a gobernador por JxC. Por lo pronto, insiste por lo bajo que no tiene ningún interés en resignar sus aspiraciones. El peronista cuenta con el respaldo del jefe de Gobierno porteño, el presidenciable Horario Rodríguez Larreta. Al punto que el macrismo le otorgó una mayor influencia en el control del sello del PRO tucumano: el ex senador Pablo Walter, designado cointerventor del partido, mantiene una relación de muchos años con Alfaro.

Con ese empujón desde Buenos Aires, con la seguridad de que tiene una estructura territorial en el este de la que carece el radicalismo y con la tranquilidad de que cuenta con posibilidades de financiamiento -algo de lo que no puede hacer gala el sanchismo-, Alfaro no está dispuesto a detenerse. Por el contrario, busca producir una implosión dentro de sus rivales aliancistas. El lunes por la noche visitó Bella Vista y se reunió con el intendente Sebastián Salazar. En efecto, el líder del PJS apuesta a que el radical encabece la lista de legisladores por esa sección -con todo el apoyo de su espacio- y que focalice su campaña en el departamento Cruz Alta, donde el oficialismo provincial siempre se hace fuerte. La difusión de ese mitin bellavistense provocó un sacudón entre los radicales, que ven a su correligionario más permeable a escuchar las palabras de Alfaro que a bancar una ruptura de JxC.

Por supuesto, en el medio da vueltas todavía la versión de que entre Sánchez y Alfaro está todo acordado y que el intendente será quien finalmente relegue sus apetencias personales para conservar la Municipalidad de la capital. Teoría que, por cierto, descartan de uno y de otro lado.

Con ese nivel de intransigencia de uno y de otro lado, nadie se anima a pronosticar qué agrupaciones estarán dentro de Juntos por el Cambio el 6 de marzo, cuando se deba inscribir la coalición. Al contrario, ya son cada vez más las voces apocalípticas que vaticinan un choque frontal y un desenlace de impredecibles consecuencias.

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