Los mitos que los nutricionistas sueñan con derrumbar

Profesionales aclaran cuáles son las creencias más comunes de los tucumanos cuando llegan al consultorio con la idea de bajar de peso y comer saludable. Las grasas, los jugos detox y los productos light

Cada vez que un paciente llega al consultorio comenta algo que vio en las redes sociales o sacó de internet. Han intentado bajar de peso con jugos detox, con batidos especiales, llenando las heladeras de productos light y haciendo ayunos intermitentes. La alimentación se ha convertido en uno de los temas más relevantes para la población. El conocimiento sobre cómo influyen en la salud los alimentos es cada vez mayor. Sin embargo, es algo que está rodeado de mitos.

El problema, según los nutricionistas, es que recibimos información de todo tipo que no siempre viene de fuentes científicas y, por lo tanto, genera confusión. Hay personas que demonizan las harinas, las grasas, la leche, la carne. O que promueven desintoxicaciones con dietas líquidas. Y lo hacen sin fundamentos y sin ningún tipo de formación académica. Algunos son conocidos influencers, que tienen muchos seguidores.

En esta nota te presentamos cuáles son los mitos que más escuchan los nutricionistas y que estos profesionales sueñan con derrumbar.

La doctora Eliana María Rodríguez, que es nutricionista y codirectora de la Diplomatura en Obesidad y Trastornos de la conducta alimentaria, de la Unsta, quisiera que desapareciera esa idea de que para bajar de peso hay que dejar de comer. “Nada más alejado de la realidad”, sostuvo.

Jugos y batidos

Otro de los mitos que Rodríguez anhela sacar de la cabeza a muchos de sus pacientes es el de los famosos jugos detox. “Es algo que ha tomado mucha fuerza últimamente”, detalla. Por las redes circulan cientos de preparados que prometen hacer bajar hasta cinco kilos en una semana, eliminar toxinas, limpiar el intestino, aclarar la piel, recobrar energía y achicar el estómago, entre otras cosas. Son dietas líquidas que consisten principalmente en jugos de frutas y verduras.

Sin embargo, según la especialista, hay pocas pruebas que respalden estas afirmaciones ni estudios relevantes sobre las depuraciones. “Otra idea errónea es que tomando limón con agua tibia en ayunas se destruyen las grasas. Sin embargo, con eso lo único que pueden llegar a conseguir es lastimar las paredes del estómago o una irritación gástrica”, apuntó.

Sobre los preparados detox, dijo: “quiero aclarar que comer frutas y verduras en forma de batidos o jugos significa cambiar la consistencia de los alimentos, pero lo mismo estoy aportando calorías al organismo”, explicó. “El hecho de consumirlo en forma líquida puede ser que me haga sentir más deshinchada, pero solo eso”, añadió.

La nutricionista Lucía Vallejo Trejo también sostuvo que hay una sobrevaloración de los jugos. Las dos profesionales aclararon que lo principal a tener en cuenta es que al consumir frutas en forma de jugo, por ejemplo, se consumen dos o tres unidades de la fruta por lo que hay una mayor concentración de azúcares.

“No es lo mismo consumir el jugo que la fruta entera, que nos aporta las fibras y nos da saciedad”, coincidieron. Además, el batido no requiere masticación. En cambio, si uno come la fruta va a sentirse lleno gracias a su rico aporte de fibra, además de todos los beneficios que esta tiene para el cuerpo, señaló Vallejo Trejo, que es coordinadora académica de la diplomatura en obesidad de la Unsta.

Las grasas

“Uno de los mitos más comunes de quienes llegan al consultorio es que deben consumir todos productos light para bajar de peso. Esto es una fantasía que instaló la publicidad. Lo más preocupante es que no logran bajar de peso con esa idea y gastan hasta un 30% más en sus compras, cuando lo real es que si controlan el tamaño de las porciones, pueden lograr el objetivo sin necesidad de comprar productos que en teoría son más bajos en calorías”, resaltó.

Algo parecido ocurre con las grasas. Hay una demonización de ellas. Esta mala fama de las grasas hizo que muchas personas -y fabricantes de alimentos- reemplazaran las calorías de las grasas por las calorías de carbohidratos refinados como las harinas blancas y los azúcares añadidos. El resultado fue y sigue siendo perjudicial, según los nutricionistas.

Los profesionales aclaran: no todas las grasas son malas. Aunque cierto tipo de grasas, entre ellas las grasas saturadas y las grasas trans, pueden incrementar el riesgo de desarrollar patologías como las cardiopatías. Sí hay grasas saludables, como por ejemplo las que se encuentran en el aceite de oliva y otros aceites vegetales, en la palta y algunos frutos secos y semillas.

Estas grasas buenas previenen algunas enfermedades y son importantes para proporcionar energía, entre otras cosas.

“Hay mucho desconocimiento. Incluso la mayoría de la gente cree que la grasa corporal es mala, y en realidad es un forma de energía que tiene el cuerpo, pero como reservorio”, especificó el nutricionista y psicólogo Guillermo Omar. “Lo malo no es la grasa física. Lo malo son los malos hábitos que se sostienen”, añadió.

“El mito más arraigado y que genera serios problema es el de asociar un tipo de cuerpo o el peso con una patología. Se suele pensar que alguien con sobrepeso o que no tiene un índice de masa corporal adecuado es una persona enferma, que sufrirá múltiples dolencias y que las personas flacas son saludables y pueden comer lo que quieran. La salud se compone, en realidad, de varias cosas: hábitos saludables, alimentación equilibrada, actividad física, los lazos sociales, el trabajo, las cuestiones económicas, etcétera. Tener una buena calidad de vida es esencial. Lo del peso no determina la enfermedad porque esta medida no depende de una balanza solamente, depende de los factores constitucionales de la persona, de si va al gimnasio, cuál es su masa muscular, entre otras cosas”, explicó.

Otros mitos: informe del New York Times

- Las frutas y las verduras frescas son más saludables que las enlatadas, secas o congeladas. Investigaciones revelaron que frutas y verduras enlatadas, secas y congeladas pueden ser tan nutritivas como las frescas. Sin embargo, algunas variantes enlatadas, secas y congeladas contienen azúcares añadidos, grasas saturadas y sodio.

- La leche vegetal (avena, almendra, arroz, etcétera) es más saludable que la de vaca. “Esto simplemente no es cierto”, afirmó Kathleen Merrigan, profesora de la Universidad Estatal de Arizona y exsubsecretaria de Agricultura de Estados Unidos. La leche de vaca tiene cerca de ocho gramos de proteína por taza, mientras que la leche de almendra tiene de uno a dos gramos por taza y la leche de avena, de dos a tres gramos por taza. Y muchas de las leches vegetales que se venden llevan sodio o azúcar añadido.

- Las papas son perjudiciales. Muchos nutricionistas no recomiendan las papas debido a su alto índice glucémico, que significa que contienen carbohidratos de rápida digestión que pueden elevar los niveles de azúcar en sangre. No obstante, Daphene Altema-Johnson, responsable de los programas de comunidades alimentarias y salud pública en el Centro para un Futuro Digno Johns Hopkins, explicó que las papas pueden ser benéficas para la salud. Son ricas en vitamina C, potasio, fibra y otros nutrientes, sobre todo si se consumen con cáscara. También son baratas y se encuentran todo el año, lo que las hace más accesibles. Entre los métodos de preparación más saludables están asadas, horneadas y cocidas en la freidora de aire.

- La proteína de los vegetales no es completa.  Christopher Gardner, un nutriólogo y profesor de medicina en la Universidad de Stanford señaló que el mito es que las verduras carecen por completo de algunos aminoácidos, conocidos también como componentes fundamentales de las proteínas. Pero en realidad, todos los alimentos vegetales contienen 20 aminoácidos, incluyendo nueve aminoácidos esenciales. La diferencia es que el porcentaje de estos aminoácidos no es tan bueno como el porcentaje de aminoácidos que contienen los alimentos de origen animal. Así que, con el fin de obtener una combinación adecuada, solo se tiene que comer una buena variedad de alimentos de origen vegetal a lo largo del día  -como granos y nueces- y comer una cantidad suficiente de proteínas.

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