Entrevista a Máximo Bulacio: “Los problemas nos hacen descubrir nuevas oportunidades y evolucionar”

El director de la Maestría en Dirección y Administración de Empresas de la Unsta dice que los cambios que la sociedad reclama vendrán de emprendedores y de negocios con una visión ética. “Si querés cambiar el mundo, tenés que buscar los problemas, definir qué nivel de padecimiento producen y buscar la forma de solucionarlos”, propone Bulacio

DEFINICIÓN. “Los problemas son la materia prima de los emprendedores: una ocasión para emocionarse y para divertirse en el proyecto de creación”.  DEFINICIÓN. “Los problemas son la materia prima de los emprendedores: una ocasión para emocionarse y para divertirse en el proyecto de creación”. La Gaceta / foto de Diego Aráoz

Quien hable con Máximo Bulacio durante una hora terminará convenciéndose de que hasta enfermedades colectivas que parecen irresolubles, como la corrupción estatal o la desigualdad, pueden ser solucionadas si un emprendedor piensa seriamente en el problema, desarrolla una propuesta de negocio apoyada en valores y lo pone en práctica. Este empresario tucumano de 42 años dice que esa filosofía rige el Máster en Administración y Dirección de Empresas (MBA) de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta) que él conduce, y que está en trámite de cosechar su primera promoción de egresados. Para Bulacio, los problemas son buenos. “Son ellos los que nos hacen encontrar los cambios transformadores, descubrir nuevas oportunidades y evolucionar”, afirma.

La propuesta educativa posee poco de académica en términos convencionales, según su director, porque no busca producir conocimientos por los conocimientos mismos, sino generadores de cambio con incidencia en la provincia y en la región. Este proceso de posgrado empezó en 2020, durante la pandemia, con un programa de dos años centrado en la praxis, que, además, pone énfasis en la ética porque hacer el bien es, en definitiva, la posición que hace que los negocios crezcan y sean fructíferos. “Al final de esta capacitación arancelada como una carrera de grado se espera que los alumnos dispongan de un proyecto ‘llave en mano’ ya sea para ejecutarlo ellos mismos o para vendérselo a un tercero. Es decir, son trabajos finales reales y practicables, que generan cambios”, subraya. Y añade: “el objetivo es que se conviertan en inversiones porque no sirven las tesis para estantes, por más públicas que sean”.

En la Escuela de Negocios de la Unsta intentan que los alumnos se embarquen en la solución que encontraron para el problema que habían identificado: que pasen a la acción para no quedarse en abstracciones o con las ganas de probar lo que proyectaron. Bulacio dice que esta posibilidad está al alcance de cualquiera que aspire a vivir mejor. Y cita el ejemplo de la difunta reina Isabel: recuerda que, cuando aquella era niña, carecía de vacunas, de teléfono y de sistemas de refrigeración. “Hoy tenemos mayor calidad de vida que la que la reina Isabel tenía cuando era chica”, observa. A los escépticos recomienda la lectura de “Net positive (Cómo las empresas valientes prosperan dando más de lo que reciben)” y, trascartón, se entusiasma con el desafío de crear empresas que sean tan necesarias para el bienestar general que, si desaparecieran, la sociedad empeoraría.

Pronosticadores de crisis

La Maestría en Dirección y Administración de Empresas de la Unsta se gestó después de que un grupo de empresarios tucumanos, entre los que estaba Bulacio, visitaran Silicon Valley (California), la capital mundial de la innovación tecnológica y sala de parto de compañías que hoy son más poderosas que países enteros. El director del MBA cuenta que, tras hablar con profesionales y trabajadores argentinos que se habían radicado allí, encontró que lo que más los había atraído era el ambiente estimulante para ensayar ideas y hasta la posibilidad de ser felices con un fracaso. “Habían dejado un clima negativo y tóxico que se resume en esa tendencia tan nuestra a pronosticar la próxima crisis y hacer todo para que suceda. A partir de esto, quisimos intentar algo gobernado por un estado de ánimo distinto y encontramos en la Unsta la predisposición para realizarlo”, explica Bulacio.

No se trata de negar la realidad, sino de hacer que la realidad funcione como inspiración. “Los problemas son la materia prima de los emprendedores: una ocasión para emocionarse y para divertirse en el proyecto de creación. Si los problemas no existieran y todas las condiciones ideales estuvieran dadas, no habríamos siquiera superado el estadío de bacterias en la primera etapa de la vida animal: estaríamos cómodos en nuestro medio sin evolucionar porque nada nos habría impulsado a cambiar para sobrevivir”, medita Bulacio, director ejecutivo de Bulacio Argenti SA, en un mensaje de texto que envía a continuación de una conversación en El Sombrero Negro, un café de Barrio Norte. El empresario y docente va más allá y afirma que sin los problemas, la especie humana no habría desarrollado el sistema emocional y racional que le permite reír, disfrutar, gozar, enamorarse, emocionarse, y tantas cosas que hacen querer estar vivos y disfrutar de lo que se tiene.

Pero la clave no es solazarse con los problemas, sino tomarlos como un punto de partida para emprender. “Son los negocios los que cambian el mundo. Cuando me escuchan decirlo, ahí nomás lo primero que piensan es ‘a este tipo sólo le interesa la plata’. Pero el negocio es una combinación entre un momento de pensamiento filosófico sobre un problema que deseo resolver, no importa cuál sea, que requiere un tiempo de relajación o de ocio: a partir del instante que encontré la forma de solucionarlo, debo pasar a la acción, es decir, a la negación del ocio”, refiere Bulacio.

A quienes piensan que los negocios sólo sirven para hacer dinero, el director del MBA de la Unsta recuerda que, cuando aquellos se empezaron a generalizar y masificar, la humanidad avanzó y mejoró, y en corto tiempo el planeta pasó de estar habitando por entre 300 y 500 millones de personas a los 8.000 millones de la actualidad. “¿Qué pasó? Los negocios mejoraron la calidad de la vida. Esto se ve con claridad después de la Revolución Industrial”, apunta Bulacio.

Lo determinante para esta perspectiva es dar con la tecla del problema, que suele estar enterrado como la raíz de un árbol. “Hay que elevar la mirada hacia la copa porque allí se manifiestan las quejas, las angustias, las noticias, los datos negativos, etcétera. La covid es un buen ejemplo de ello, como lo demostró la carrera por el desarrollo de vacunas efectivas. Se trataba de una necesidad muy fuerte por el sufrimiento que acarreaba el virus y, por ello, el hallazgo de una solución implicaba una rentabilidad altísima. Uno podría aplicar el mismo esquema para resolver, en Tucumán, el problema de la vinaza que provocan los ingenios azucareros con consecuencias en la salud y la naturaleza”, reflexiona el empresario, quien también es miembro del Comité Ejecutivo de la Federación Económica y del Centro de Agricultores Cañeros de la provincia.

Ética para progresar

“Si querés cambiar el mundo, tenés que buscar los problemas, definir qué nivel de padecimiento producen y buscar la forma de solucionarlos”, destaca una y otra vez el director del MBA. Y precisa que resolver un problema a menudo no hace más que destapar otro. En relación con ello, advierte que el acceso a bienes y servicios causó dificultades ambientales y ecológicas que, según su criterio, hay que resolver con nuevos negocios, con la ventaja de estos cuentan con un acompañamiento tecnológico nunca visto.

“Lo importante es cómo hacemos para plasmar el punto de vista ético”, plantea Bulacio y, enseguida, aporta un argumento científico para defender la educación en valores: “esta es básica para entender que, si yo incumplo, si miento y si estafo a mis clientes, a estos se les activan las amígdalas cerebrales que emiten un alerta, el neurotransmisor GABA. Ese inhibidor del sistema nervioso hace que, en el sistema de recompensas, el consumidor damnificado me vea como alguien malo y no confiable para futuras elecciones. La base ética es fundamental para dar firmeza a la economía del emprendimiento”.

Con principios, con tecnología, con empatía, con colaboración, con interacciones y con proyectos se pueden lograr avances que construyan ese clima de creación, la serendipia que hizo de Silicon Valley lo que es o fue. La receta que auspicia Bulacio se aplica a la pobreza, al dengue y hasta a los abusos que cometen los que mandan. “Nosotros promovemos los proyectos, pero no por ellos en sí, sino por el cambio de mentalidad. Queremos que la gente piense de otra manera y sea parte de las transformaciones que necesitamos”, observa. Y desafía: “buscamos salir de la angustia de la política y sentirnos diferente. Es cierto que hay mucho por resolver, pero estoy convencido de que disponemos de la capacidad para hacerlo. Repito: si querés solucionar el problema de la basura, hacé un negocio”.

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