Entre ellos se llaman simplemente Juan y Lito, si bien la gente del staff bromea llamándolos La Voz y La Música. Algo habrán hecho -bien- Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale para ganar esos sobrenombres.
El consolidado dúo de teclados y voz llega hoy a las 21, con un nuevo show, al teatro Mercedes Sosa (San Martín 479) y los socios de Club LA GACETA tienen el beneficio especial de 2x1 en entradas. Esta vez es Baglietto quien habla con el diario.
- Ustedes respiran música popular con estilo propio. ¿Cómo la definirías?
- Es música popular. Dentro de ese gran rubro conviven muchas vertientes que tienen que ver, básicamente, con los ritmos y con los regionalismos. Preferimos llamarlo música popular argentina, con un denominador común, por un lado. Y por otro, el hecho de que lo tamizamos al pasar por nuestras cabezas, y se genera una música que en alguna medida nos identifica, que nos es propia.
- A lo largo de todos estos años ¿hay algún tema que hayan redescubierto?
- Nosotros tenemos un método de trabajo que es ensayo y error. Muchas veces nos ha pasado que hay obras a las que no les encontramos la vuelta, mientras hay otras que apenas empezás a ensayar ya te das cuenta por dónde va, y que está bueno. Donvi, el padre de Lito, decía que nosotros lo que hacíamos era intervenir las canciones. Y un poco de eso se trata: de hacerlas nuestras aunque sean de otros autores.
- Hay entre ustedes armonía en la música y más allá. Ya quisieran algunos matrimonios haber durado 32 años, como ustedes.
- (Se ríe). Hemos durado más que nuestros propios matrimonios, así que... Nosotros tratamos de encontrar explicaciones, pero podemos mencionar sólo generalidades. Podemos señalar que tenemos coincidencias arriba y abajo del escenario, que tienen que ver con cuestiones generales. Obviamente también tenemos diferencias. Lo que pasa es que las cuestiones en que coincidimos son las sustanciales, las más importantes para llevar adelante una relación en el entendimiento.
- Además ambos encaran otros proyectos artísticos paralelos.
- Sí, siempre estamos picoteando, con y sin, porque tenemos otros proyectos también con el dúo, aparte del que traemos hoy. Pero además nos tomamos la licencia y la libertad de hacer proyectos solistas, o de participar con otros artistas en forma permanente. Diría que eso también es lo que nos da la libertad de no pensar que cuando el otro encara un proyecto con otro artista no está traicionando a nadie. Es simplemente una elección momentánea porque siempre volvemos al dúo.
- ¿Qué proponen en esta gira por el NOA?
- Lo que hacemos es incorporar canciones que por ahí no hacíamos hace mucho tiempo, o incluso que no hicimos nunca. No es un lado B porque no somos de aferrarnos a los hits. Pero bien sabemos que hay canciones que en nuestros shows no pueden faltar, porque son no solo las que el publico espera, sino las que nos hace muy bien tocar a nosotros. No renegamos de eso.
- ¿”El témpano”, por ejemplo?
- Sí, porque es una canción emblemática, que nos acompaña de toda la vida.
- El hecho de venir al NOA, ¿no los pone más folcloristas que tangueros en cuanto al repertorio?
- No, para nada. De la misma manera que nosotros no hacemos -salvo excepciones, como un evento que tiene connotaciones patrias, o con un tema muy particular- menú a pedido. Y no nos ponemos más folcloristas ni más tangueros porque somos músicos que hacemos folclore y que hace tango, pero desde un lugar que no es ni de un palo ni del otro. Tampoco somos acomodaticios, como para tocar solo zambas si vamos al Norte. El repertorio va variando y vamos renovándolo, pero tampoco pensando en esta cuestión de si está equilibrado en cuanto a ritmos, a temas fuertes y temas suaves. La verdad es que nos fijamos más en el espíritu de lo que hacemos que en ese tipo de balances.
- Eso se nota en esa postura consolidada y placentera que ustedes muestran en escena.
- Nosotros la pasamos realmente bien en el escenario. Si no tampoco hubiéramos podido sostener este proyecto tantos años. Este es un oficio en el cual, si a vos no te gusta lo que estás haciendo, se nota, y la gente se da la vuelta y se va.
- Integran la banda sus hijos.
- Sí, está Julián Baglietto (batería), mi hijo mayor, y Jano Vitale (bajo), el hijo menor de Lito. Así que somos, como solemos bromear, el cuarteto Vitale-Baglietto.
- Por tu lado ¿cómo sostenés el don de la voz?
- No soy un tipo aplicado. Fui a distintos profesores de canto hace ya tiempo, que por ahí no entendieron que yo quería hacer música popular y trataban de sacarme cantante lírico, entonces no congenié con ellos. Después, de ahí en más es un don. No hago grandes sacrificios por sostenerlo, pero no lo hago de taquito. Voy cumpliendo años y no me da lo mismo; no me es tan sencillo como cuando tenía 20 años. Tiene que ver con hacer un ejercicio, con el oficio y con las horas de vuelo, y tiene que ver también con cuidarse; no fumo, no bebo en exceso, en general no trasnocho... llevo una vida un poco más ordenada que hace muchos años, pero de ahí en más, no soy cantante de hacer ejercicios antes de salir a cantar y que vocalizan todos los días.
- ¿Seguís siendo cocinero influencer en las redes sociales, como en pandemia?
- Yo cocino casi todos los días, pero en pandemia me decidí a mostrarlo. Y tengo que seguir porque a mí me da mucho gusto. Vengo de una familia en la que fuimos educados en la cocina, así que era el centro neurálgico de la casa, y tengo que volver a hacerlo. Durante la pandemia lo hacía día por medio, y he conseguido muchísimos seguidores como cocinero. Mi compañera me secundaba en esto, y me entusiasmaba. Ahora me he tomado un respiro -no de la cocina sino de las redes-. Estoy más pendiente de la música.
- ¿Qué plato que no te salía bien has perfeccionado?
- (Se ríe). A ver, soy muy mal pastelero, pero sí he perfeccionado mis técnicas en la parrilla. No era buen parrillero, y ahora soy un poco mejor. La parrilla tiene unos cuantos códigos, no es prender el fuego y tirar un cacho de carne. Tiene sus reglas y sus secretos.