Hoy es el Día Mundial del Arte: ¿para qué sirve?

15 Abril 2023

Leonardo le debe la segunda mitad de su inmortalizado nombre a Vinci, el pueblito de la Toscana en el que nació en 1452, justo un año antes de la caída de Bizancio a manos de los turcos. Por eso mientras Leonardo aprendía a caminar se terminaba -para la futura historiografía oficial- esa fascinante colección de siglos llamada Edad Media. Era 15 de abril cuando Leonardo asomaba por primera vez su genial cabecita al mundo. ¿Qué mejor fecha para instituir el Día Mundial del Arte que esta?

La iniciativa fue impulsada en 2012 por la Asociación Internacional de Artes Plásticas y la Unesco la hizo suya en 2019. En esa proclama, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura explica cuál es la finalidad de celebrar un Día Mundial del Arte: “reforzar los vínculos entre las creaciones artísticas y la sociedad, fomentar una mayor conciencia de la diversidad de las expresiones artísticas y poner de relieve la contribución de los artistas al desarrollo sostenible”.

Leonardo hizo tantas cosas que no hay etiqueta capaz de contenerlo, por eso es tan apropiada la marca que lo sintetiza: el hombre del Renacimiento. La piedra fundacional de ese legado de Leonardo es el pensamiento creativo, imprescindible para la evolución del pensamiento humano y para la resolución de los problemas contemporáneos. Ahí está la punta del ovillo; el arte en cuanto a la expresión directa y genuina de la capacidad creativa que suele distinguirnos como especie. Y a la vez, la contribución de la creatividad al desarrollo de estructuras de pensamiento más complejas.

¿Por qué un Día Mundial del Arte entonces? Será porque el arte, con todo lo que representa, es una necesidad humana que eleva el nivel de conciencia. Y expone, al mismo tiempo, la cultura en toda su dimensión. Nada más significativo que festejarlo, ponerlo de relieve y sacarle el jugo. Claro que para eso lo que vale es trascender el enunciado de la efeméride y poner manos a la obra. Esto es: educar en el arte y para el arte, lo que representa plantar multitud de semillas para que ese pensamiento creativo tan propio de Leonardo germine desde temprano.

Hoy celebramos el Día Mundial de la música, la literatura, la danza, el teatro, la pintura, la escultura, el dibujo, el diseño -con el arquitectónico a la cabeza-, la fotografía, el cine y la historieta. También de la inabarcable paleta de posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías, en las que cada día nacen nuevas formas de concebir el arte. La lista, por supuesto, se queda corta, porque el arte es esto y mucho más. La Unesco bien podría haber consagrado a la fecha como el Día Mundial de la Creatividad.

Baudelaire decía que la inspiración es trabajar todos los días, concepto subrayado con ese énfasis lindante con el enojo tan propio de Umberto Eco: “nada es más nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración”. Que los artistas tengan su día no deja de ser un reconocimiento a su rol de trabajadores de la cultura. El elogio y la palmada en el hombro les viene bien, pero mucho mejor es que se reconozca el lugar que ocupan en el tejido social y que se los valore -y remunere- en la justa medida de lo que les corresponde. Porque, parafraseando a Van Gogh: “no hay nada más verdaderamente artístico que amar a las personas”.

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