Adolescentes desaparecidos: “Nos avisaron que se iban, pero jamás volvieron”

El 21 de marzo Facundo y Julián Liendo le avisaron a su abuela que se irían a trabajar en la cosecha, pero no avisaron adónde. Nunca más se supo de ellos. Un conocido se los llevó.

PREOCUPACIÓN. En el comedor “Los Indiecitos”, donde asistían los hermanos Liendo, notaron las ausencias y consultaron a la familia qué había pasado. PREOCUPACIÓN. En el comedor “Los Indiecitos”, donde asistían los hermanos Liendo, notaron las ausencias y consultaron a la familia qué había pasado. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI

Hace más de un mes no se sabe nada de los hermanos Facundo y Julián Liendo, de 16 y 14 años, respectivamente. Los adolescentes habrían sido vistos por última vez con un hombre que les prometió darles trabajo como cosecheros. Debido a la necesidad los adolescentes aceptaron, avisaron de esta situación en su casa, pero nadie volvió a saber de ellos. Lo único que se conoce es que la persona que los llevó en su camioneta era un conocido del mayor. Se fueron de casa el 21 de marzo a la noche.

La primera en preocuparse fue Carmen Encina, colaboradora del comedor “Los Indiecitos” que se ubica en la esquina de avenida Perón y Saavedra Lamas, en Yerba Buena. La joven contó que desde 2018 -aproximadamente- Facundo y Joaquín asistían allí. El lugar funciona también como centro vecinal del barrio El Castillo, uno de los sectores más humildes de la vecina ciudad.

Ayer a la mañana, mientras sus compañeras continuaban elaborando kipes para darles de comer a los chicos que comenzaban a congregarse, Encina recibió a LA GACETA y detalló que actualmente sólo podían asistir a 150 niños y adolescentes, pero que en los comienzos de la fundación llegaron a alimentar hasta 230 vecinos, situación que se volvió insostenible económicamente.

“A fines de marzo notamos que Facundo y Julián ya no venían. Nos preocupamos al igual que lo hacemos siempre que dejamos de saber sobre algún chico. Sabemos que los dos no tienen mamá y que están al cuidado de una abuela. Cuando fuimos a ver a la familia nos dijeron que los chicos se habían ido a trabajar a la cosecha. Nos llamó la atención el comunicado que comenzó a dar vueltas hoy (ayer) sobre la búsqueda, porque creímos que la familia sabía de su paradero”, explicó la joven.

En el comedor además contaron que tenían entendido que los hermanos Liendo ya no asistían a escuela; de hecho, por la extrema necesidad, solían vender frutas y verduras, a veces en los semáforos y en otras ocasiones recorrían las calles de Yerba Buena en un carro tirado por caballos.

Desesperación

El miércoles por la mañana, Marta Valdez realizó la denuncia en la comisaría de Yerba Buena por la desaparición de sus nietos; luego se dirigió a tribunales donde fue recibida por la fiscala Mariana Rivadeneira, de la Unidad de Delitos Complejos. La investigadora ya solicitó algunas medidas para tratar de dar con el paradero de los adolescentes e identificar a la persona que los habría llevado.

Por la tarde, LA GACETA pudo contactar telefónicamente a la abuela de los adolescentes.

“Sabía que ellos se iban a cosechar palta y limones a las fincas que están cerca del Aeroclub. Se iban por la mañana, luego vendían lo que podían y se volvían antes de la noche a la casa”, señaló Valdez. La mujer contó que hace un año y medio la madre de los Liendo falleció y desde entonces ella cuida de los chicos con la ayuda de sus hijos.

La abuela también explicó que desde entonces los hermanos, por iniciativa propia, salían a trabajar porque sentían la necesidad de ayudar en la casa y de poder darse algunos gustos. “Nunca nadie los mandó a trabajar. Ellos querían tener su plata para poder comprar sus cositas, se la rebuscaban con algunos trabajos. El hombre que los llevó, un tal ‘Mocho’, lo conocía a Facundo; él habló con su hermano y decidieron ir. Les ofrecieron trabajar por $ 3.000 al día en la cosecha”, explicó la mujer.

Valdez agregó que los adolescentes le avisaron de esto, pero nunca le aclararon adónde iban ni en cuánto tiempo volverían. “Yo no pude ver al hombre, pero sé que los chicos lo conocían, por lo que me dijeron. Con el paso de los días me preocupé, por supuesto, porque pensé que volverían en un par de días a lo sumo, pero no regresaron. Mis hijos me decían que me tranquilizara, que seguramente ellos están bien pero ya pasaron tantos días sin saber de mis nietos que no aguanté la desesperación y fui a denunciar la desaparición”.

La mujer agradeció la ayuda que están recibiendo para difundir la búsqueda en las redes sociales y pidió que quien sepa algo sobre el paradero de los adolescentes se acerque a una comisaría o a la Fiscalía. “Tenemos la esperanza de que estén bien, si tan solo nos hubieran avisado adónde los llevaban hoy quizás estaríamos más tranquilos. Ojalá vuelvan pronto a casa y esto sólo sea un mal momento”, concluyó la abuela.

Arturo Juárez, un vecino de los Liendo, explicó que están desconcertados. El hombre tiene un nieto de la edad de Facundo, a quien por suerte no le avisaron de esta posibilidad. “Los dos son buenos chicos, al menos aquí en el barrio nunca supe que hayan tenido algún problema. Lo que nos dicen es que un hombre les ofreció trabajo y ellos por necesidad aceptaron. Tenemos la esperanza de que estén bien. A lo mejor esta persona que los llevó los está ayudando, pero va a tener problemas porque la familia no sabe nada de los chicos; además creo que no se los puede contratar a esa edad”, señaló el residente de barrio El Castillo.

Si bien la familia no hizo mención del tema, no se descarta que los adolescentes hayan tenido problemas de consumo. De ser así, esa circunstancia de vulnerabilidad podría haber sido aprovechada por alguna organización. Lo que concretamente se conoce por algunos testigos es que Facundo y Julián frecuentaban un centro de rehabilitación ubicado en avenida Solano Vera, zona en la cual solían vender las frutas que cosechaban.

Las claves del caso

El 21 de marzo un conocido les ofreció a Facundo (16) y a Julián Liendo (14) trabajar por $ 3.000 al día en la cosecha. Se llevó a los chicos en una camioneta.

Pocos días después, los colaboradores del comedor al que asistían los chicos preguntaron por su ausencia. En la casa les dijeron que se habían ido a cosechar.

El tiempo fue pasando. Ayer, al no tener novedades de los adolescentes, Marta Valdez fue a una comisaría y denunció la desaparición de sus nietos.

La abuela explicó que los chicos le informaron que se iban, pero que como solían cosechar en fincas cercanas, pensó que volverían al poco tiempo.

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