La falta de mantenimiento de las rutas

05 Mayo 2023

La habilitación del puente en El Rulo, a mediados de abril, dio lugar a un intenso movimiento hacia San Javier y hacia La Sala, Raco y Tapia, que había quedado suspendido durante los cinco meses en que el camino estuvo clausurado en mitad de la subida al cerro por las obras. Pero la apertura ha dejado de manifiesto el riesgo en la ruta, que además del deterioro asfáltico, carece de señalización y de pintura, lo cual se repite, en general, en los caminos de la provincia. En este sentido, la queja de comerciantes, trabajadores y hoteleros de Tafí del Valle y el accidente del “Pulga” Rodríguez en el cruce de las rutas 308 y 157, al sur de la provincia, se inscriben en la preocupación que genera la red vial tucumana.

San Javier, que ha vuelto a vivir después de un verano clausurado en el que decayeron todas las actividades, ya que la comunicación debió hacerse a través de Villa Nougués –unos 25 km hasta San Miguel de Tucumán- o a través de Raco-Tapia-ruta 9 –unos 40 km de recorrido- se volvió compleja y extensa. Por ello, la apertura ha dado lugar al inusitado movimiento que, con los nuevos atractivos que ofrece el Cristo Bendicente, se ha ampliado. En fines de semana hay movimiento hasta altas horas de la noche y allí radica el peligro, ya que hay pintura pavimental solamente en el sector del Cristo y el resto de la ruta está sin demarcación. En la oscuridad o con neblina la circulación es de altísimo riesgo. Lo mismo ocurre en el sector de Villa Nougués e incluso en la ruta 341 –que comunica la ruta 9 con Tapia y Raco-, pese a que ha sido pintada, de noche es de riesgo porque la pintura no se ve.

En el caso del cruce de las rutas 157 y 308, donde ocurrió el accidente del jugador de fútbol, es un sector de riesgo por el trazado de los caminos, y la neblina parece haber incidido en el percance vial. Cabe recordar que allí ocurrió hace pocos años el trágico vuelco de un ómnibus de turismo que transportaba a jubilados de Mendoza. En ese momento se advirtió de la falta de señalización y las autoridades se excusaron en que el vandalismo en Tucumán es un problema casi sin solución. Y en esto parece residir una parte sustancial del problema de los caminos. Cualquier comparación con las rutas de las provincias vecinas pone en evidencia diferencias inexplicables: las de Salta, Catamarca y Santiago del Estero exhiben visibles pinturas que desaparecen apenas se ingresa en territorio tucumano, tal como lo han expresado los comerciantes y hoteleros tafinistos. Si esto ocurre en los puntos de acceso a la provincia, ni qué decir de las rutas secundarias.

Se entiende que las autoridades planteen como obra grande la repavimentación de la ruta 338, cuya capa asfáltica desapareció hace bastante en muchos tramos, con sus muros de contención deteriorados y con deslizamientos. Pero no cabe justificar el abandono del mantenimiento de la señalización, que debe hacerse cada cierto tiempo establecido por protocolo, aunque el pavimento no esté en buenas condiciones. Es preciso que se brinde la mínima seguridad a los viajeros, mientras se espera que llegue el tiempo de una ruta nueva.

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