La “ranita” tucumana que cruzó el Sahara

Un grupo de viajeros liderados por un tucumano recorrieron en dos Citroën 3CV modelo 76 más de 6.000 kilómetros a través del desierto más grande del mundo, en territorio argelino.

La “ranita” tucumana que cruzó el Sahara

En septiembre de 2022, LA GACETA publicaba el anuncio de una aventura: el tucumano José Izquierdo y un grupo de amigos planeaban cruzar el desierto del Sahara a bordo de dos Citroën 3CV.

Travesía “De Tucumán al Sahara” fue el nombre de la expedición que tenía como finalidad replicar la ruta realizada 100 años antes por André Citroën, el creador de la marca de automóviles. Aquella fue la primera vez que un transporte a motor cruzaba el desierto.

Finalmente, entre diciembre de 2022 y enero de este año, José y su tripulación desembarcaron en Argelia y recorrieron la carretera transahariana al volante de sus autos modelo 76, de fabricación nacional, conocidos como “autos rana”, por su diseño. Con el paciente andar de estos viejos vehículos, a menos de 90 km por hora, recorrieron más de 6.000 kilómetros en territorio argelino.

“En la aduana española, antes de cruzar el Mediterráneo, tuvimos problemas por la cantidad de repuestos y herramientas que llevábamos”, cuenta José. “Los trámites que nos pedían iban a demorar la expedición así que decidí dejar ahí 200 kilos de repuestos y llevarme sólo los autos, encomendándome a la providencia. Lo cierto es que en 30 días de viaje no tuvimos ningún problema, quizás porque íbamos livianos”, bromea.

Los festejos mundialistas

Mafalda y el Principito -así bautizaron a los autos- desembarcaron en el oeste de Argelia llamando la atención de la gente del lugar por sus ploteos y gráficas con paisajes argentinos, las figuras de Messi y Maradona y, por supuesto, la imagen de los personajes que les daban el nombre. Era el 18 de diciembre de 2022, el mismo día que la Argentina jugaba la final del mundial de fútbol contra Francia en Qatar.

“Nos fuimos a ver el partido en un bar y cuando ganó la Argentina todo el local festejaba con nosotros porque, claro, Argelia fue colonia francesa hasta los 60”, revela José ilustrando cómo el sentimiento anticolonialista devino en simpatía por nuestra selección.

El grupo estaba integrado por ocho argentinos, dos en cada 3CV y cuatro en un vehículo de asistencia que alquilaron en el país africano. Luego de dos días por duros caminos, llegaron a la ruta transahariana y se toparon con el desierto: la planicie incalculable, la roca ocre, blanca, amarilla, sus soñados espejismos, sus arenas infinitas, su sol.

“Me impresionó la luz”, relata el viajero. “Al mediodía quedaba deslumbrado aún con anteojos de sol. La temperatura era de 22 grados durante el día y de noche llegaba a los 4 grados porque fuimos en invierno”, aclara.

LA TRIPULACIÓN DE LA AVENTURA. José Izquierdo viajó acompañado de sus dos hijos y de un grupo de amigos. LA TRIPULACIÓN DE LA AVENTURA. José Izquierdo viajó acompañado de sus dos hijos y de un grupo de amigos.

Dejando atrás el Mediterráneo, rumbo al sur del continente, desaparecían los rasgos arquitectónicos coloniales y europeos para dar lugar a la austeridad de los antiguos pueblos árabes de la región, con fachadas elementales del color del paisaje.

“En los pueblos, el exterior de las casas era sencillo, monótono; pero en el interior había mucho color y luz: alfombras, mayólicas y azulejos con hermosos diseños. Me sorprendió ver que la mayoría de los hogares guardaba en su interior un jardín reducido pero muy verde y con muchas flores -cuenta el aventurero-. Me llevó a pensar en una analogía con su territorio, que es un desierto en la superficie y resguarda tanta energía por dentro: agua, gas, petróleo”.

Las “ranitas” cruzaban los páramos áridos e inhóspitos, llamando la atención de los argelinos, sorprendidos por estos visitantes en un país no muy acostumbrado a la presencia de turistas, pero con sus habitantes siempre dispuestos a ofrecer ayuda a quienes recorren el desierto. Es por esto que los expedicionarios destacan la hospitalidad incondicional de los pobladores a lo largo del camino.

Héroes nacionales

Finalmente, la travesía llegó a Tamanrasset, la ciudad más al sur, en el corazón del Sahara argelino; tierra de tuaregs, un pueblo bereber conocido como “los hombres azules”, por el color de sus turbantes que impregna su piel. “Es lo más lejos que nos recomendaron llegar, más al sur es zona de conflictos”, explica José.

El comandante de Gendarmería de esa ciudad de frontera, enterado de la llegada de los viajeros, los invitó a un agasajo en su hogar, con músicos y banquete incluido. Más tarde dieron un paseo a bordo de los 3CV con el oficial saludando a los ciudadanos desde el auto, sacando medio cuerpo por la ventanilla.

Fueron descubiertos por la prensa nacional y una periodista viajó de Argel, capital del país, a fin de entrevistarlos para la TV pública: “los argentinos que llegaron a Argelia para festejar su triunfo contra Francia”, fue el encabezado de la nota. Otra vez primó el sentimiento anticolonialista que terminó convirtiéndolos en una especie de “héroes nacionales”, según cuentan los expedicionarios.

“Luego de eso, Gendarmería nos escoltaba con dos vehículos y un agente por cada miembro de la tripulación. Era la manera en la que el Gobierno nos agasajaba. Parecíamos una delegación diplomática”, dice sonriendo José. “Fue una experiencia inolvidable donde me marcó no solo el paisaje del desierto más grande del mundo, sino también la camaradería de sus habitantes”, concluye.

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