Las últimas encuestas y sondeos tranquilizan a algunos e inquietan a otros. La dirigencia provincial repite números y hace cálculos de cómo esas mediciones pueden o no coincidir con lo que pasará el domingo próximo en las urnas. En el oficialismo gobernante están confiados en que se mantendrán en la Casa de Gobierno y que retendrán los municipios con los que ya cuentan. Si bien consideran que habrá ciudades en las que puede haber una que otra sorpresa, dicen que seguirán siendo mayoría al igual que en las comunas. Sí hay incógnitas respecto de lo que pasará en los órganos legislativos: prevén que tendrán buenos resultados en la Cámara y los concejos del interior, pero que pueden crecer el número de bancas en manos de fuerzas opositoras. Dan por hecho que la Corte nacional no se pronunciará en los planteos que cuestionaron la postulación de Juan Manzur a la vicegobernación. Aunque saben que la situación económica y del Gobierno nacional son una mochila muy pesada que seguramente los perjudicarán, sienten que hay otros aspectos que los beneficiarán como el tiempo que su candidato Osvaldo Jaldo condujo el Ejecutivo (513 días), el enorme número de acoples que sumarán votos para la fórmula (más de 60) o la ventaja de tiempo que sacaron para hacer campaña por el acuerdo tardío en Juntos por el Cambio (JxC).
En JxC, sector más numeroso de la disidencia, hay mucho optimismo. Sostienen que las últimas encuestas, de una semana atrás, muestran un buen panorama para la dupla Roberto Sánchez-Germán Alfaro. Perciben que están muy cerca. Son conscientes de que desbancar al justicialismo del Gobierno es difícil, pero sí prevén una buena elección en los municipios que gobiernan y para los cuerpos legiferantes. Consideran que tienen al menos cuatro ventajas: la situación económica nacional y el descontento general; la crisis del Gobierno nacional y las perspectivas presidenciales para el frente (ya estuvo Horacio Rodríguez Larreta en Tucumán y esta semana llegarán María Eugenia Vidal y Gerardo Morales); el factor “Sánchez” (no deja de crecer en imagen positiva) y el trabajo territorial del alfarismo. Además, hay cambiemistas que conservan un resquicio de esperanza en que la Corte pueda pronunciarse en relación al “Caso Manzur”.
Dentro del oficialismo y de la oposición, las charlas sobre los posibles resultados mencionan por lo bajo siempre una variable: el aparato. Todos en el ambiente político reconocen el peso que este suele tener en los comicios provinciales. No es el único aspecto que influye, desde luego, pero sí es uno sustancial y el que más se pone a prueba en la jornada electoral.
La cuenta regresiva está en marcha y los partidos y frentes mayoritarios se dedicarán en estos últimos días a organizar los cierres de campaña y la logística del día de las elecciones. Este fin de semana, los postulantes se volcaron a celebraciones del Día del Trabajador que quedaban pendientes; a eventos con vecinos y dirigentes; a recorridas por el microcentro y por el interior y al reparto de votos casa por casa.
El quid del aparato
En el ambiente político todos saben de qué se trata el aparato, aunque no hay una definición formal ni única. En general, la mayoría de la ciudadanía tiene la idea de que se despliega sólo el día de los comicios, porque en el imaginario remite sólo a las prácticas clientelares. Pero esa es sólo una parte y sólo para algunos sectores políticos que las emplean.
De acuerdo con dirigentes de experiencia de distintas ramas, el aparato es también llamado estructura y es la combinación de recursos (dinero o elementos para asistencia social) más el trabajo territorial y dirigencial sostenido en el tiempo. “El aparato es todos los días y pesa mucho en el resultado”, reflexiona un referente del oficialismo provincial de trayectoria.
En Tucumán, admiten, es patrimonio del Frente de Todos y de los sectores más grandes de Juntos por el Cambio, sobre todo del alfarismo. Algunos incluyen a partidos como Fuerza Republicana y Libres del Sur en este listado, aunque en una escala ínfima y con matices diferentes.
Hay algunas consideraciones generales sobre el aparato en las que coinciden los referentes:
1- No es sólo dinero: los recursos son fundamentales, pero no son suficientes. Hay aspectos complementarios. Políticos de experiencia coinciden en que las otras bases del aparato son la gestión constante y la estructura dirigencial. También anotan que la combinación de un buen candidato y un aparato aceptable son clave para no fallar. Por el contrario, una buena figura sin aparato no tiene chances como tampoco un candidato mediocre que sólo tenga mucho dinero. Consignan que los resultados de emplearlo no son lineales ni que los votos se mantienen en el tiempo.
“La militancia constante por cuatro años insume mucho dinero y gestión”. El dirigente sabe dónde conseguir lo que le piden, cómo gestionar. Dar soluciones genera el vínculo para luego ir a pedir el voto. La política de todos los días es lo vale más”, describe un ex legislador que quiere volver a la Cámara. Explica que en el día a día tratan de garantizar a los vecinos lo que les piden: desde garrafas y un medicamento hasta la pavimentación de una cuadra y tareas de fumigación hasta un servicio de sepelio o la construcción de un baño. Apuntan a fidelizar el voto durante cuatro años para no perderlo el día de los comicios.
2- Son inherentes al poder: los armados predominantes están relacionados con quienes ocupan cargos electivos o públicos. Los funcionarios provinciales y municipales, los intendentes, los delegados comunales, los legisladores y los concejales son los que lo organizan. Ellos tienen muchas más posibilidades de dar respuestas a los ciudadanos que un político que no está en gestión, sin acceso pleno a los mismos contactos y recursos disponibles. Los aparatos más grandes son los que corresponden a los oficialismos, específicamente la Provincia y los municipios. En el ránking aparecen primero, por ello, los dirigentes del justicialismo provincial y los cambiemistas de los municipios. Aunque no todos se organizan de la misma manera, en general son los que están a la cabeza de las estructuras por las que canalizan la asistencia, que incluye dirigentes barriales y organizaciones, como clubes o centros vecinales.
3- No tenerlo encarece el proselitismo: los dirigentes que están en gestión reniegan de aquellos que no mantienen un trabajo constante. Cuestionan que muchos no vuelcan recursos a los que tienen acceso ni montan estructuras. “La mayoría de los candidatos aparecen tres meses antes de la elección”, remarca un funcionario con mucha presencia territorial que irá por una banca legislativa. Afirma que la consecuencia de esta irrupción es que, como no cuentan con el aval de los vecinos, buscan comprar los votos y emplean otras prácticas clientelares. Todos los consultados coincidieron en que hay agrupaciones que ofrecen entre $ 3.000 y $ 5.000 y bolsones de alimentos por cada sufragio. No auguran demasiado éxito para esta práctica porque, según aseguran, no hay que subestimar a la gente, que tiene definido a quién votará y que se inclinará por quienes están todo el año. Reconocen que el aparato es “obsceno” en algunos puntos de la provincia.
4- Se manifiesta el día de la elección: el último eslabón del aparato suele ser muy notorio el domingo electoral. Los referentes se juegan ese día sus espacios y, por ende, poder mantener sus armados. Los que tienen varias elecciones sobre sus espaldas saben que, para obtener buenos resultados, es clave llegar organizados y con dinero al comicio.
Uno de los puntos más importantes son los fiscales (sólo para la Capital se necesitan 1.385), encargados de cuidar los votos. Cada papeleta es fundamental en las pujas en las que estar dentro o fuera depende de pocos votos. Estos actores deben estar capacitados y suelen ser rentados (entre $ 5.000 y $ 10.000). Una particularidad en esta elección será que habrá hasta dos fiscales por acople, porque sucede que hay colectoras en las que confluyen varias estructuras y sus dirigentes tienen internas territoriales entre sí. A esto se suman el alquiler de autos para el traslado de votantes y los movilizadores que se ocupan de buscarlos en los vehículos y acompañarlos hasta las escuelas. Para dimensionar el gasto: un acople grande de la oposición en Capital puede gastar ese día, estiman, unos $ 100 millones y uno del oficialismo, $ 200 millones ¿De dónde proviene el dinero? Reconocen que la mayoría, del Estado.
5- Los puntos que el aparato suma al resultado:
Los políticos subrayan que no hay manera de medir la efectividad del aparato hasta el día final, el domingo de las elecciones. Repiten que las encuestas no lo miden, pero que es efectivo si se usa bien. En la Casa de Gobierno estiman que puede marcar entre ocho y 15 puntos de diferencia. Tan ponderados como repudiados, los aparatos políticos serán sin dudas protagonistas de la jornada electoral de la semana que viene una vez más.