La misa de hoy: forjadores de una nueva humanidad

14 Mayo 2023

PBRO. MARCELO BARRIONUEVO

“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis porque permanece a vuestro lado y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros...”.

Avanza la Cincuentena Pascual, y para seguir viviendo los ecos del Domingo de Pascua, sin menoscabo de la alegría propia de ese domingo, el Señor Jesús, sabiendo de su partida definitiva al Padre, les promete este domingo VI de Pascua, que no les dejará huérfanos. Para que tal orfandad no lo sea, les anuncia el envío del Defensor, “el Espíritu de la verdad” que impulsará a todo aquél que ame al Señor y, “que guardando sus mandamientos” podrá “dar razón de su esperanza en Cristo, aun padeciendo el mal (1ª P.)

Tres consideraciones podemos meditar: 1. Dios no nos deja huérfanos. 2. Vivir según la ley del Señor.•. 3.Ser forjadores de una nueva humanidad.

1. Dios no nos deja huérfanos: la consideración de las dificultades de la vida puede hacernos sentir huérfanos en la existencia. No podemos negar que estas dificultades son apremiantes (crisis económicas, inestabilidad social, ausencia de líderes, conflictividad en la convivencia). Los argentinos estamos viviendo momentos de gran orfandad de las autoridades que solo buscan sus intereses particulares y se olvidan de la realidad del pueblo. El Señor Jesùs en este evangelio dominical nos refuerza la cercanía paternal de Dios. Dios no abandona. El tema en cuestión es dar el justo lugar al Señor y no cambiarlo por la paternidad ficticia de los poderosos, que hoy están y mañana se olvidan.El Señor nos promete su asistencia en medio de las luchas. Nuestro problema de hoy es haber endiosado el dinero, el Estado, las personas...y nada de eso termina siendo lo que prometen...

2. Crisis en la ley. En nuestra sociedad existen multitud de consejos (financieros, políticos, escolares, eclesiásticos, etc.); también hoy día parece de obligado cumplimiento tener un acompañante (coach), y/o abogado de confianza, con el fin de hacer la vida de cada ciudadano más adaptable a sus apetencias personales. Este síntoma a nivel individual se proyecta también a nivel social.

Tanto el individuo como el orden social se encuentra en un estado de anomia, como de “pre anarquía” en el cada sector o persona busca vivir la ley a su manera. Sin horizonte jurídico a nivel humano se cae en la anarquía individual de las propias costumbres... El Señor Jesus nos invita en el evangelio al cumplimiento de los mandamientos. Sus enseñanzas son de sentido común, puesto que los mandamientos de la Ley de Dios siguen la senda de la razón humana, sin necesidad de ningún artificio más, pueden mover al verdadero seguidor de Cristo a entregar su propia vida por el otro. Esto es fruto de la presencia del Defensor, del Abogado, del Paráclito, del Espíritu Santo. Argentina necesita volver al camino de la ley, como así también cad argentino necesita reencontrarse con el bien de Dios, de la Fe, de la razón en el camino de una nueva sociedad.

3. ¿No será que en la sociedad actual pocos son los que sienten en su interior la voz del espíritu o que la predicación eclesial no les dice nada? La apertura a la acción del Espíritu Santo provoca en el individuo el amor a Cristo, y por ende el amor al Padre, y ambos harán morada en él. Es la circulación del amor, formando un verdadero círculo de amor: “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.» Estamos llamados desde la Pascua a ser servidores de la nueva humanidad que Cristo ofrece.

La sociedad llama y exige en cierta medida a los cristianos a aportar desde su rol social un camino de mayor grandeza y compromiso por el Bien Común. No podemos quedarnos cruzados de brazos, hay que participar en el desarrollo de la sociedad con la fuerza y confianza del Espíritu Santo. No podemos seguir viendo a la audacia e ignorancia como modos conducentes del orden social. Los cristianos, la Iglesia, todo hombre de buena voluntad hemos de estar conscientes que Dios no nos deja huérfanos, que estamos llamados a vivir según el orden institucional y en la ley de Dios, pero al mismo tiempo ser responsables de una nueva humanidad en Cristo.

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