La multiplicación de un único lector

18 Junio 2023

Por Félix della Paolera

Una semana después de la muerte de César Mermet, su viuda, Blanca Martínez, me hizo llegar unas voluminosas cajas de cartón que contenían toda la producción literaria de César. Eran más de dos mil quinientas páginas mecanografiadas e inacabablemente corregidas, con entrelíneas y márgenes manuscritos, flechas que indicaban que las correcciones proseguían al dorso de la hoja, tachaduras, palabras optativas superpuestas, versos intercalados, signos de interrogación que inducían a pensar en una versión provisoria de algunas palabras, fragmentos de poemas cuyo texto, quizá definitivo, aparecía al cabo de diversos borradores.

Abruptamente, me vi ante la afortunada instancia de tener que repetir la tarea de Max Brod, aunque en este caso debía enfrentar escritos más indescifrables y tentativos que los de Kafka. Entendí que no podría encarar a solas un trabajo cuya magnitud habría requerido la dedicación -y el esfuerzo- de algún departamento universitario o de un instituto especializado en poesía. Le transmití esa preocupación a Pedro Mairal, quien conocía y admiraba parte de la obra de Mermet y, juntos, buscamos otros colaboradores idóneos que se personificaron en Alejandro Crotto y Enriqueta Racedo, ambos también poetas.

Diría que, si bien el compromiso era harto exigente, todos ellos lo encararon con la pasión y el entusiasmo que representaba ingresar a una sorprendente literatura casi inédita. Me refiero aquí al feliz encuentro con procedimientos ejercidos en forma dispersa y eventual por algunos poetas contemporáneos, aunque utilizados con tal asiduidad en la lírica de Mermet, que configuran la clave de su estilo. Así, por ejemplo, el frecuente empleo de lo que podríamos llamar parametáforas, es decir, el uso de las imágenes que desbordan lo comparativo, el como, y que son otra manera de nombrar lo esencial de la cosa descriptiva, eso que, sin duda, es: “Era una verdad simple y total, un pan, un pan recién horneado”…

César Mermet solía decir que yo era su único lector; tal vez fuera así, aunque ello se debía a una decisión suya, pues dos veces desistió de publicar algunos poemas que juntos habíamos elegido y revisado. Ahora, el fervor de otros poetas hará posible que ese único lector se multiplique, y el goce de esa espléndida escritura, más que restringido, acaso llegue a ser unánime.

*Nota preliminar de Antología. César Mermet.

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