¿Una solución para prevenir los engaños?

En la televisión o las ficciones suelen aparecer parejas que firman acuerdos previos para prevenir traiciones o conflictos futuros.

RESARCIMIENTO QUE NO SANA HERIDAS. El castigo por violar los acuerdos contra la infidelidad funciona en lo económico pero no en lo emocional. RESARCIMIENTO QUE NO SANA HERIDAS. El castigo por violar los acuerdos contra la infidelidad funciona en lo económico pero no en lo emocional.

La frase “mejor prevenir que lamentar” sintetiza a la perfección la importancia de saber anticiparnos a cualquier contingencia o problema. Si el engaño es una de las peores heridas, ¿no sería preferible que pensemos en algún “plan de acción” por anticipado? Aunque parezca ficción, en varios países de Occidente comenzaron a popularizarse los contratos anti-infidelidad.

Tales acuerdos consisten en estipular por escrito que no vamos a tener ningún affaire mientras dure nuestra relación. Y, en caso de romperlo, habrá que pagar las consecuencias que también están detalladas en el documento.

Aunque parece extremo, este tipo de negociaciones resultan frecuentes entre las celebridades millonarias. Dentro de Hollywood, algunos ejemplos de parejas que usaron esta estrategia son Jessica Biel y Justin Timberlake, Brooklyn Beckham y Nicola Peltz, Beyoncé y Jay-Z y Jennifer Lopez y Ben Affleck. Además de Madonna, en varias ocasiones.

Con el tema de las infidelidades siempre candente, hay quienes optan por traspasar esta idea a su vida cotidiana en busca de tranquilidad. ¿Un documento legal puede frenar la traición?

“Los contratos anti-infidelidad están en auge en Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Rusia, Corea del Sur y China, pero comúnmente son empleados en situaciones muy específicas”, explica el abogado Gerardo Paz Rivera.

Como caso podríamos nombrar a una pareja que tenga un excelente poder adquisitivo, lleven adelante la gestión compartida de una empresa o en las cuales algún integrante disponga de una herencia familiar copiosa.

En nuestro país la incidencia de estos acuerdos es mínima ya que hacerlos implica pagarle a un abogado y/o escribano e invertir tiempo en varios procedimientos previos.

“Los contratos anti-infidelidad pueden entenderse como una parte o subcapítulo de los acuerdos prenupcionales. En general, ellos se enfocan en la división de bienes que debería ocurrir al acabar la unión o detalles referidos al cuidado de los hijos o manutenciones; incluso hay algunos que especifican datos sobre el sexo y lo esperable en la vida íntima. De armar un acuerdo exclusivamente dedicado a los engaños, suele pedirse una compensación económica a cambio”, comenta.

Anticipar o aceptar

Con las aguas divididas entre quienes aprueban este recurso y sus detractores, los documentos de este estilo permiten reflexionar sobre la visión del amor y el compromiso que priman en la actualidad. “Para la mayoría el casamiento (por civil o iglesia) aún implica un proyecto para construir una historia de a dos; basada en el respeto, la honestidad y la durabilidad”, indica la sexóloga Maira Lencina.

Sin embargo, no siempre el amor es lo que antecede al matrimonio. Al contrario, hay gente que se casa por necesidad, al sentirse cómoda con su compañero (aún sin quererlo) o por cumplir con las expectativas familiares o socioculturales.

“Hace décadas atrás el peso del matrimonio era tan fuerte que, pese a pasarla mal, las parejas aguantaban esos vínculos; al punto de considerarse un logro celebrar 10, 15, 20 años juntos. En el presente, separarse no implica un hecho tan dramático y la gente joven prefiere cortar de raíz con el divorcio cualquier sufrimiento antes que preservar una relación enfermiza o desgastante”, agrega.

Con este cambio de mentalidad, la profesional asegura que algunas creencias y emociones se desfiguraron. “Por citar algunas problemáticas, la confianza pasó de ser una percepción íntima a requerir de pruebas (evidencias del cariño, fidelidad, etcétera) y certezas materiales para funcionar. En este sentido, con los contratos anti-infidelidad dejamos de guiarnos meramente por nuestras emociones o sentimientos para respaldarnos en un marco legal y externo”, sostiene Lencina.

Frente a la falta de certezas e inseguridad, la herramienta es completamente válida, pero no impide al 100 % que seamos víctimas de mentiras o traiciones amorosas.

“Obtener una suma de dinero u otro beneficio tras salir perjudicados de una relación por nuestra pareja funciona desde el ámbito psicológico como un resarcimiento; compensa -en parte- nuestra sed de justicia o venganza. El problema es que esto no nos libra del duelo, de la tristeza, de la incertidumbre y del enojo. Las lesiones emocionales que aparecen no quedan contempladas y, además, ¿vale la pena cuantificar el desamor en monedas? ¿y capitalizar el cariño (fugaz o longevo)?”, reflexiona la terapeuta.

En el plano de la abogacía, las respuestas tampoco son sencillas. “Para recibir una indemnización por infidelidad, por ejemplo, la jurisdicción norteamericana plantea que debemos contar con pruebas fehacientes del engaño (fotos, videos, conversaciones) y aunque haya evidencia después la pareja puede refutar el contrato o iniciar alguna contrademanda”, aclara Paz Rivera.

Según la pareja y sus intenciones, la misma lógica podría causar un sesgo en la relación o hacer que uno de los individuos constantemente vea señales de un posible engaño.

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