La estatua sobre Mirtha Legrand, confeccionada por este escultor de curioso apellido “Meloso”, no resultó del agrado de su destinataria, como así tampoco de sus seguidores. ¿Por qué? Porque no logró caracterizarla en los elementos básicos que dominan, protegen e inmortalizan toda obra de arte, que son: perfección, belleza y espiritualidad. De otra forma, obvio es decirlo, el trabajo queda reducido a una simple muestra del material. Pienso que el valor intrínseco de una obra de arte es el halo espiritual que emana para capturar al espectador, más allá de su sustento material. Cómo puede el artista-autor llegar a esta creación, es un misterio. Sólo podemos decir que no cualquiera está capacitado con ese maravilloso don que brota del alma del creador, para instalarse para siempre en su entrega. Y no todos los artistas lo poseen.
Darío Albornoz
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