Cartas de lectores: el legado belgraniano

Cartas de lectores: el legado belgraniano
05 Julio 2023

Leí los comentarios del señor Juan Carlos Rosario Medina sobre mi carta del 02/04, en la que abordé varias situaciones por la que atravesamos desde 1992, relativas a la escuela donada por Belgrano, hasta lograr los edificios que están construidos, donde cursan 2.800 alumnos desde el año 1999, más las obras en curso y por licitar, hasta que se finalmente se alcance su conclusión. Este lector pasa por alto el desarrollo de lo explicitado y centra su crítica en que no se previó la construcción de una capilla dentro de la escuela. En respuesta a ello, voy a limitarme a recordar la voluntad de Belgrano, respecto al destino de los fondos donados, que en ningún caso menciona esa cuestión.

En su respuesta a las autoridades de la Asamblea, el 31 de marzo de 1813, desde Jujuy, Belgrano en la parte específica a lo que nos ocupa, expresa: “he creído propio de mi honor y de los deseos que me inflaman por la prosperidad de mi Patria, destinar los expresados cuarenta mil pesos para la dotación de cuatro escuelas públicas de primeras letras, en que se enseñe a leer y escribir, la aritmética, la Doctrina Cristiana y los primeros rudimentos de los derechos y obligaciones del hombre en sociedad hacia esta y al Gobierno que la rige, en cuatro ciudades, a saber, Tarija, ésta (se refiere a Jujuy), Tucumán y Santiago del Estero, que carecen de un establecimiento tan esencial e interesante a la religión y al Estado y aún, de servicios para realizarlo”.

En el artículo 18 del Reglamento que redacta para el funcionamiento de las escuelas, Belgrano indica: “El Maestro procurará con su conducta y en todas sus expresiones y modos, inspirar a sus Alumnos, amor al orden, respeto a la Religión, moderación y dulzura en el trato, sentimientos de honor, amor a la verdad y a las Ciencias, horror al vicio, inclinación al trabajo, desapego del interés, desprecio de todo lo que diga a profusión y lujo en el comer, vestir y demás necesidades de la vida, y un espíritu nacional, que les haga preferir el bien público al privado, y estimar en más la calidad de Americano, que la de Extranjero”.

Es conocido que Belgrano dispuso se levantara en el Campo de la Victoria una ermita dedicada a la Virgen de la Merced y un obelisco junto a ella, con inscripciones alusivas, que en su momento no se concretaron. Pero eso no tiene relación alguna con el destino del dinero donado por el prócer para la construcción de las cuatro escuelas.

De todas maneras, esa intención podría ser planteada como una propuesta, pero jamás como una crítica y menos como una obligación, al sugerir que, de no realizarse, se malversaría el uso del dinero, cuando en realidad sería todo lo contrario. Llama la atención que, siendo la recuperación del legado belgraniano un tema tan difundido, al menos con mi participación desde 1992, recién ahora señale públicamente la cuestión de la capilla. Qué bueno hubiera sido contar con su colaboración desde entonces.

Sí debo aclarar, que entre el apuro por enviar la nota publicada el 02/04 y la necesidad de reducir su extensión, suprimí por error el final de la frase referida a la ubicación de la escuela, y dejé parte de otra, que abundaba en detalles descartados. La redacción originalmente redactada, indicaba que el terreno para su emplazamiento entre calles Rioja, Jujuy, Lavalle y Bolívar, se determinó para aprovechar el espacio abandonado por la obsolescencia edilicia del ya por entonces trasladado hospital Zenón Santillán. Además, que esa decisión se enlazaba con la historia, por la coincidencia siempre destacada por la Comisión Histórica, de que en uno de los extremos de esa manzana o muy cercano a él, estaba ubicada una de las puntas de la edificación denominada “ciudadela”, donde se acantonaron las tropas nuevamente puestas al mando de Belgrano, en agosto de 1816. Acompaño croquis de época, también publicado años atrás, por La gaceta.

No voy a contestar sobre otros aspectos planteados por Medina, porque importaría sostener diferencias políticas ajenas al tema que nos ocupa. Para ello están los partidos u organizaciones, y para dirimirlas, las elecciones. Pero lo que sí resulta ultrajante, es la banalización del concepto de genocidio que utiliza este lector para referirse a decisiones de política económica, adoptadas legalmente en democracia y por los poderes republicanos correspondientes. Genocidio significa “aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos raciales, políticos o religiosos”, y en Argentina, los que lo cometieron durante la última dictadura, tienen nombre, apellido y están siendo juzgados y condenados por la justicia, por delitos de lesa humanidad.

Miguel Camel Nacul  

miguelcamelnacul@hotmail.com

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