El último informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) sorprendió al mercado al ubicar la siembra de soja en ese país por debajo de las expectativas de los operadores privados. Esto prácticamente descartó la posibilidad de una cosecha récord y llevó a que la cotización del poroto en Chicago volviera a acercarse a los U$S600. “La coyuntura indica que estamos en una ‘zona de promesas’; porque se define lo que se puede esperar de la producción de uno de los tres principales actores que tiene la producción mundial de alimentos, que es Estados Unidos”, explicó el analista agropecuario Diego de la Puente durante el 4° Congreso Nacional de la Cámara de Legumbres de la República Argentina (Clera), realizado en la ciudad de Salta.
Añadió que habrá un gradiente de volatilidad, que probablemente se extienda hasta agosto, en función de los vaivenes climáticos no solo de Norteamérica, sino a nivel mundial.
“En el caso puntual de Estados Unidos, hubo una condición muy seca al momento de la siembra, que hizo que las labores avanzaran a un nivel inéditamente rápido. Pero esa condición continuó con el paso de las semanas y, en este momento, se observa un deterioro muy grande en la situación de la soja, del maíz y del trigo de primavera”, precisó.
De la Puente dijo que todavía falta, pero que incluso algunos escenarios se parecen a lo que ocurrió en 2012, que fue un desastre productivo: “la segunda peor sequía de la historia”. En septiembre de aquel año la soja llegó a su máximo histórico, por encima de los U$S 650. Y lo mismo ocurrió con el maíz, que se ubicó a más de U$S 320.
“Esto cambia una tendencia que parecía ser bajista durante los últimos meses, luego de un 2022 en el cual la soja, durante varias oportunidades, exploró su récord, en el marco de las subas generalizadas que ocurrieron en medio del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania”, explicó el experto.
Añadió que, por ahora, se trata solo de pronósticos: el maíz y la soja aún no entraron en período crítico de floración, por lo que, si arriban lluvias, el panorama podría cambiar.
“Este es un momento de incertidumbre; el punto previo a la definición. Las próximas dos semanas van a ser vitales. Algún tipo de daño va a haber, lo que significa que la cosecha puede que no sea récord, pero que aun así sea buena”, puntualizó.
Destacó, sin embargo, que si las lluvias no llegan se estará ante un mercado completamente diferente, con pisos de precio para todo el año que también serán diferentes.
En este contexto, consideró que la mirada no se posa solo en Estados Unidos, sino también en regiones clave como Europa, que está sufriendo una intensa ola de calor; los países de la ex Unión Soviética, también con sequía; y zonas de China donde la falta de agua se siente para el maíz y para la soja.
Y mientras “El Niño” se supone que beneficiará a la Argentina, perjudicará a orígenes clave, como el sudeste asiático y Australia, donde incide negativamente el Dipolo del Océano Índico -conocido como “El Niño indio”-. El fenómeno de “El Niño” permitiría que se pase el mal trago de una campaña 2022/23 que fue ciertamente para el olvido. “Debemos ser optimistas; no solo respecto de un mejor ciclo productivo, sino también de un horizonte comercial más despejado”, instó De la Puente.
La cosecha 2022/23 fue nefasta desde todo punto de vista: no solo climáticamente, sino también comercialmente, porque estuvo supeditada a numerosas decisiones políticas, como el dólar soja o la prórroga de declaraciones juradas de ventas al exterior. “Esto distorsiona todo el escenario de precios y es muy difícil acertar el momento que conviene vender”, cerró.