Hay mucha gente en el mundo que solía brillar y su luz atraía a muchas almas afligidas, que necesitaban de su luz, su calor, su comprensión y su amor. Y estas personas siempre estaban dispuestas a recibir y aceptar a todos los seres angustiados, que lo seguían, pero no generaban su propia luz, solo aprovechaban la luz que irradiaba ese ser especial, pero en algún tramo del camino, su luz ya no resplandecía como antes, sus fuerzas ya no eran las mismas, porque había agotado tanta energía para alumbrar el camino a los que se acercaban, que poco a poco su luz se fue apagando. Y al ocurrir eso, quiénes estaban a su alrededor, se fueron alejando y cuando se dio cuenta, su luz ya se había apagado. Y parte, de la Soledad, tristeza, decepción, temor, frustración, angustia y desilusión, que los demás tenían cuando esté ser brillaba, se quedaron con él, como retazos de su propia vida. Y se olvidó que solía brillar. Sin embargo, su esencia estaba, muchos se daban cuenta de la hermosa persona que era. No obstante, él ya no se valoraba. Su luz atrajo sombras, que al momento de nublarse desaparecieron. Pero el amor de Dios es infinito y por eso tiene personas que brillan en todas partes y a veces se encuentran, con los que solían brillar y de inmediato su alma se liga, su luz se renueva y le devuelven parte de lo que solían ser. Y está nueva persona, no busca su luz, como las anteriores, está busca compartir su propia luz, para ayudarle a brillar nuevamente. Busca juntar todos los retazos y volverlos a unir. Porque solo le interesa recuperar al ser que encontró y devolverle la confianza, solo le interesa conocer la fuerza de la luz que irradiaba antes que lo encontrara. Porque sabe que si vuelve a brillar su luz se unirá, porque ninguno necesita apagar la luz del otro, porque saben que los dos son capaces de iluminar y juntos su luz no se desvanecerá. Los buenos amigos son la luz que nos busca, nos encuentra, nos indica nuevamente el camino y no se apartan, aunque muchas veces, las malas experiencias vividas, hagan que los maltratemos por temor a ser heridos, sin embargo, estas personas son capaces de ver la tristeza y el dolor detrás de ese enojo. El amigo verdadero es el que a pesar de todo está. El que no te necesita para ser feliz, si no para compartir su felicidad contigo, porque sabe que la disfrutará doblemente. No le da lo mismo suponer que estás bien, debe asegurarse que sea así. Es quién, aunque no quieras hablar está en silencio a tu lado. Es quién es feliz porque te ve reír, aunque sea por un momento porque tu felicidad la siente propia. Si tienes personas que brillan en tu vida, debes valorarlas, a veces su luz no deja ver qué también te necesitan. Y si encuentras a alguien que solía brillar, intenta devolverle su luz, con solo intentar hacerlo tu corazón se llenará de gozo.
Elisa Angélica Pombo
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