El calor le dio un respiro a los tucumanos ayer, lo que permitió que las condiciones para una noche muy esperada sean perfectas. Los alrededores del estadio Central Córdoba comenzaron a poblarse muy lentamente alrededor de las 20. Entre el humo de los choripanes y vendedores de bebidas, los fanáticos de Fito Páez llegaron ansiosos a disfrutar de la celebración de los 30 años de "El amor después del amor".
Fito Páez maravilló a todas las generaciones
El recital que dio anoche el talentoso músico rosarino fue inolvidable marcó el regreso de sus seguidores de siempre y el debut de los que pudieron vivirlo por primera vez, sobre todo después del boom que fue la serie “El amor después del amor”, de Netflix.
“Fuimos compañeros en la primaria y secundaria, vinimos juntos a ver a Fito por primera vez en el ’93, en Floresta, teníamos 15 años”, comentó Carolina Schargorodsky que nuevamente volvía a compartir un show de Páez con su amigo de toda la vida, Luis García, que agregó: “También vimos Circo Beat en el Hipódromo en el ’95 y ahora nuevamente”.
El público lentamente comenzó a poblar las afueras del estadio. Una familia esperaba y disfrutaba de la previa, con adolescentes y adultos, entre los que se destacaba una fanática de remera roja que llevaba una imagen suya con Fito hace algunas décadas. “Esa foto fue en el hotel. Lo vi cinco veces”, recordaba Sonia Heredia emocionada por el reencuentro.
A las 22.20 se apagaron las luces y estallaron los gritos y aplausos. Era el momento del artista. “Muy buenas noches San Miguel de Tucumán, tantos años”, se escuchó desde el escenario y comenzó la magia. El espectáculo se abrió con “El amor después del amor” (Eadda), el inconfundible himno del rock nacional. Se podía sentir una fuerza e inconfundible energía en el ambiente. El rosarino mantuvo en un estado de completa seducción y encantó al público tucumano, que se dejó llevar por las 21 canciones del repertorio sin bajar la potencia.
La emocionante noche transcurrió entre abrazos, arengas y un clima lleno de magia. Los más grandes haciendo un viaje en el tiempo a través de la voz prodigiosa de Fito. Los niños y jóvenes, maravillándose con el artista que marcó la vida de sus padres. "¡Qué maravilla Tucumán! ¡Qué alucinante! Soy muy vergonzoso no me canten así que me pongo nervioso y me voy”, bromeaba entre risas cuando los fanáticos arengaban: “Olé, olé, olé… Fito, Fito”.
El amor por Mercedes Sosa
El encantamiento se extendió por dos horas. Uno de los momentos conmovedores fue cuando interpretó “Brillante sobre el mic”: el estadio hizo una metamorfosis y se transformó en un impactante mar de luces. Todos los celulares en alto, alumbrando la noche tucumana. Pero el instante más destacado fue cuando cantó a capela “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, alguna vez cantado por Mercedes Sosa, a quien recordó con mucho cariño: “Estamos en San Miguel de Tucumán, el Jardín de la República donde nació la flor más bella que se llamaba Mercedes Sosa. ¿Quién no ama a Mercedes Sosa? Ha sido una persona del bien”.
Sin dudas, Fito generó un mar de emociones encontradas en los fanáticos, que bailaron y cantaron con éxtasis sus clásicos. También se emocionaban hasta las lágrimas y se fundían en abrazos. Un reflejo perfecto de lo que fue el disco “El amor después del amor”, tan ecléctico que enloquece y enamora.
“Chau amores míos que alegría haber vuelto. Buenas noches”, se escuchó cerca de la 1 ya del viernes. La noche cerró a puro delirio con “Y dale alegría a mi corazón”. Fito Páez brindó un show donde demostró por qué sigue siendo uno de los artistas más grandes del país, y por qué su legado será eterno.