El lunes iban a elegir las autoridades del bloque del oficialismo en la Legislatura. Pero no pudieron.
Armar un Poder Ejecutivo jaldista no fue difícil. En todo caso, encarnó alguna complejidad hacia dentro del jaldismo. Hay varias figuras esperando una llamada convocante, todavía. Con más esperanzas que votos, por cierto. Pero uniformar la Casa de Gobierno con “leales” al gobernante no podía resultar azaroso, dada la naturaleza del Ejecutivo: es unipersonalísimo.
El Poder Legislativo es todo lo contrario. Por diferentes razones, que pueden agruparse en tres variables. En primer lugar, por la naturaleza del parlamento. Es un cuerpo plural, donde las bancas se asignan mediante un sistema proporcional, de acuerdo con la cantidad de votos que obtiene cada partido o frente electoral. Habrá siempre mayorías y minorías.
En segundo lugar, la uniformidad en la Cámara es imposible como consecuencia de la lotería electoral consagrada en la Constitución de 2006, popularmente conocida como “acoples”.
En tercer término, por la interna fratricida que signó los últimos años del gobierno anterior. Se cristalizó en las PASO de 2021, que ganó el manzurismo. Después, Juan Manzur asumió como jefe de Gabinete nacional y Osvaldo Jaldo fue gobernador durante 513 días. Es decir, ganó el jaldismo.
Los hechos impusieron una convivencia a la fuerza que obligó a un cese del fuego. Pero eso es un armisticio, que no es igual a un tratado de paz.
La prueba más evidente de que hay una tregua, pero no un acuerdo, quedó evidenciada en los comicios. Por arriba, todos detrás de la misma fórmula. Por debajo, todos contra todos, con uñas y con dientes. Esa misma división, y ese mismo enfrentamiento, se replicó barrio por barrio.
El lunes, igualmente, intentaron avanzar en una etapa superadora de las grietas. Pero no hubo caso.
Patadas en los tobillos
El vicegobernador, Miguel Acevedo, mostró poder de convocatoria. En 2021, como ministro del Interior, trabajó por el manzurismo en las PASO. Este año, como vicegobernador, busca conformar un bloque unificado, que blinde el poder de Jaldo. En ese esfuerzo, consiguió reunir a todos los parlamentarios, dispuestos a votar autoridades de un único bloque, pese a las diferencias internas. Y pese a las provocaciones que se prodigan jaldistas y manzuristas en los más diferentes niveles.
Carlos Nájar, ex intendente de Las Talitas, encabezó un acople del oeste que lo consagró legislador junto con Carlos Gallia, ex intendente de Lules. Las Talitas no está dentro del “Pacto Social” y eso le da independencia para evaluar la posibilidad de armar su propia bancada. Él retuvo la intendencia (quedó en manos de su hermana, Marta Nájar), pero se avino a conversar sobre una bancada de unidad en la Legislatura. No obstante, el jaldismo designó en la Secretaría de la Juventud de la Provincia a Melina Morghenstein, hija del ex intendente de Las Talitas Luis Morghenstein y de la reelecta legisladora Adriana Nájar. En esta novela de Montescos y Capuletos, Melina enfrentó en las urnas a su tía Marta (es también hermana de su madre) por la conducción del Ejecutivo municipal.
José Fernando Orellana, siendo intendente de Famaillá, encabezó otro acople del oeste, que lo consagró legislador junto con Adriana Nájar de Morghenstein. Después del triunfo, el Concejo Deliberante lo convirtió en el único jefe municipal al que le pidieron informes sobre el destino de los recursos discrecionales que repartió Manzur sólo entre municipalidades peronistas este año. Por cierto: Acevedo era el ministro que firmaba los decretos. Una eventual respuesta de ese pedido de informes sería reveladora para los planteos judiciales por discriminación de los intendentes radicales. ¿A quién, de verdad, estaban tratando de poner en jaque los ex concejales famaillenses?
Jorge Leal (h) y Roberto Moreno, ex intendentes de Burruyacu y de Trancas, encabezaron un acople del este que sentó cuatro legisladores. Como cada acople es un partido, son la tercera fuerza política de la provincia, sólo superada por los acoples “oficiales” del jaldismo y el manzurismo. En el reparto de lugares del poder en la Legislatura no les han ofrecido aún ningún espacio gravitante. Peor aún, a Moreno le provocaron un traspié. El “Tigre” consagró a su hermano, Antonio Moreno, como sucesor en la intendencia. El Concejo de Trancas, al ser de tercera categoría, está conformado por seis ediles. Los Moreno sentaron tres, incluyendo al de mayor edad. El día de la sesión preparatoria, ese edil presidió la deliberación, con voto de desempate. Estaba todo listo para que el titular del cuerpo fuera un “morenista”, salvo porque una de las tres ediles del sector cambió su voto: fue electo como presidente el ex intendente Enrique Bethencourt, opositor a los Moreno, jaldista de la primera hora.
La semana pasada, la legisladora Carolina Vargas Aignasse presentó un proyecto de ley para habilitar los “concursos múltiples” en el Consejo Asesor de la Magistratura. Esa propuesta fue formulada en 2009 desde el CAM y rechazada por el entonces gobernador, José Alperovich. ¿En qué consiste? Si en un mismo fuero judicial hay tres vacantes, hoy debe llamarse a tres concursos. Luego, se envían al gobernador tres ternas. El mandatario escoge a un concursante, de entre tres, por cada despacho. Si hubiese “concursos múltiples”, con una sola convocatoria podrían cubrirse varias acefalías de una sola vez. Eventualmente, podría surgir una terna para cubrir tres vacantes y el gobernador no tendría opción: debería consagrar a los tres postulantes. Eso rechazó Alperovich. Planteó que, según la Constitución, a los jueces los elige el gobernador, con acuerdo de la Legislatura, así que debían garantizarle la potestad de “elegir”. El CAM es una autolimitación del gobernante: acepta que terceros seleccionen por concurso a los postulantes. En ese marco, Alperovich reclamó: “una vacante, un concurso”. Ahora, la ex ministra de Gobierno del manzurismo (esa gestión acumuló 52 ternas y no optó por ninguna) propone ese sistema (no querido por el alperovichismo y no ofrecido para la administración anterior) como remedio para la nueva gobernación.
Si les gusta la idea de un gobierno de unidad, lo disimulan como los mejores…
A través de las barricadas
En medio de la balacera, Acevedo fue trinchera por trinchera poniendo paños fríos sobre muchas cabezas políticas desairadas. Y el lunes logró reunir a los 34 en un almuerzo en la Legislatura. ¿La razón? Elegir a las autoridades de un único bloque. Allí fueron presentados los postulantes.
Por el jaldismo, Roque Álvarez. Goza de la confianza del gobernador y es el más experimentado de los legisladores. Condujo la bancada peronista durante numerosos gobiernos. Pero su partido, Acción Regional, no tuvo la mejor performance electoral, comparada con los resultados de otros años. En su terruño, Tafí Viejo, perdió a manos de Javier Noguera, quien llega a la Legislatura tras consagrar a su esposa, Alejandra Rodríguez, en la intendencia. Con lo cual, que sea jefe de bloque del legislador que lo venció no es imposible en el peronismo, pero sí provoca “ruidos”.
Del lado manzurista, Carolina Vargas Aignasse. A favor: fue durante ocho años la ministra política del Gobierno. A ello se suma que el oficialismo de la Capital no tiene un lugar en la mesa de conducción de la Legislatura. El presidente subrogante es Sergio Mansilla (oeste), el vice primero es Aldo Salomón (este). Y la vice segunda es para el alfarista Alfredo Toscano: Compromiso por Tucumán, con cinco miembros, es la mayor bancada opositora. En contra: el oficialismo capitalino está atomizado. Mansilla lideró un acople (secundado por Noguera) que sentó cinco legisladores. Salomón secundó a Darío Monteros en un acople que consagró seis. En la capital, el peronismo consagró ocho legisladores por medio de ocho acoples distintos. ¿Por qué uno primará sobre otros?
Del lado de la “prenda de unidad”, José Fernando Orellana. Es un hombre que jugó para el manzurismo, pero la intendencia de Famaillá quedó en manos de su mellizo, Juan Enrique Orellana, de modo que no tiene intenciones ni margen para otra actitud que no sea conciliatoria con el jaldismo. Claro está, muchos otros ex intendentes manzuristas tienen situaciones similares (los comicios han consolidado un régimen municipal sucesorio), pero el legislador Orellana ofrece un “activo” único: su esposa, Sandra Mendoza, es senadora nacional. Y el jaldismo no tiene senador.
Presentados los candidatos, se repartieron unas pequeñas papeletas para que cada uno de los 34 legisladores votara de manera individual y secreta. En el comedor, la miscelánea ganó las conversaciones, entre el pollo con verduras. Hasta que, contra todos los pronósticos, se suspendió la votación. Era mejor, comunicó el vicegobernador, esperar a que pasaran los comicios del próximo domingo, así no se ponía en peligro “la unidad” antes del balotaje.
Esa “mentira piadosa” al menos insinúa una verdad: hasta el lunes pasado, la unidad del oficialismo en la Legislatura peligraba. Tanto, que la elección de autoridades de bloque podía hacerla estallar.
En Casa de Gobierno, donde hay “halcones” y “palomas”, los moderados consideraron que no era prudente apurar decisiones. Ponderan que el “verticalismo” peronista encolumnará a todos detrás del proyecto jaldista más temprano que tarde. Los malpensantes, por el contrario, asumen que el resultado les da a los manzuristas el tiempo necesario para especular: si Sergio Massa es electo Presidente y le da a Manzur espacios de poder, podrían “romper” y conformar su propia bancada.
Más allá de optimismos pragmáticos y de pesimismos revanchistas, hoy el oficialismo no tiene bloque. En todo caso, hay 34 legisladores que se sientan más o menos cerca y que seguramente estarán dispuestos a votar de manera afín. Pero si ni siquiera reconocen una conducción de la bancada, no se puede hablar de “bloque” más que como una expresión de anhelo.
Hará falta mucha política (entre otras destrezas) para mantener la unidad en la Legislatura. El domingo que viene también será definitorio para ese desafío.