Estamos acostumbrados a compartir con el cielo nocturno -pensando en lo majestuoso de su infinitud, o en lo divino,quizás- los últimos minutos, y también la llegada de un nuevo año -iluminándolo con viboreantes y multicolores luces, para reforzar el deseo de obtener más bienestar en el nuevo fardo de meses a transitar. Esta ilusión está llegando a extinguirse porque se descubrió que el ruido que provocan hace daño a enfermos, animales y niños. ¿Tantos años hemos vivido equivocándonos? Lo que llegó, con el tiempo, a ser un agradable regalo a la vista, resultó ser un error, según los científicos. Por el ruido que provoca. ¿Hay que brindar en silencio para no molestar a nadie? Bueno. En realidad, no hay mucho para celebrar. Sólo la llegada de un nuevo período de calendario, para desplazar al angustioso anterior. La esperanza nunca muere y, digamos, como Unamuno: "No te des por vencido, ni aún vencido".
Dario Albornoz
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