Operadores turísticos y viajeros sostienen que los “ojitos de mar”, de la localidad de Tolar Grande, en la Puna salteña, han desaparecido inundados por una laguna de aguas marrones, adjudican el origen de lo sucedido a la construcción de una pasarela sobre pesados pilotes y responsabilizan a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Salta.
Se le llama Ojos de Mar a tres lagunas de color verde turquesa que impactan por su belleza, rodeadas por suelos salinos y el imponente desierto árido y de lejanas y rojizas montañas puneñas. Además de su valor turístico, la zona donde se encuentran fue declarada área protegida por su interés científico: en los “ojitos” habitan sistemas bacterianos similares a las primeras formas de vida en la Tierra.
“Nunca antes había sucedido algo así”, dice Luis Ahumada, integrante de La asociación de agentes de turismo y que trabaja como guía en la Puna desde hace décadas. “Los que conocemos la zona estamos convencidos que tiene relación directa con la construcción de una pasarela con pilotes de hormigón demasiados pesados para un suelo tan sensible. A simple vista se ve el agua brotando alrededor de esos pilotes”. Según Ahumada, donde se instalaron los pilotes empezó a salir agua arcillosa que tapó el área inundando todo. Arruinando el paisaje y los ecosistemas en las lagunas.
La obra comenzó a mediados del 2023 y la primera noticia que recibió el operador turístico sobre la desaparición de los “ojitos” fue en agosto de ese año, cuando un colega le envió una foto de lugar. Luego, por su actividad, recorrió el lugar en varias ocasiones y pudo comprobarlo él mismo. La última vez que estuvo en Tolar Grande fue hace una semana y la última información sobre el emplazamiento lo obtuvo esta mañana cuando recibió otra imagen del lugar: sigue en las mismas condiciones.
Un posible daño turístico y científico
La responsable del descubrimiento científico que convirtió a la zona en una reserva protegida fue la microbióloga María Eugenia Farías, reconocida a nivel mundial por esta y otras investigaciones.
A partir de su hallazgo, en 2009, se inició una búsqueda de 10 años que llevó a descubrir y poner en valor microorganismos extremófilos similares en la Puna catamarqueña, en Chile y en Bolivia. La importancia de estos ecosistemas reside, no sólo en que permiten estudiar las primeras formas de vida de la Tierra, sino en su potencial para el desarrollo de biotecnología capaz de desarrollar, entre otras aplicaciones, agricultura sostenible, recuperación de suelos degradados y otros problemas ambientales que afectan al planeta.
LA GACETA pudo comunicarse con Farías quien corroboró lo que está sucediendo en Tolar Grande: “No sólo se arruinó el paisaje, el agua arcillosa que brota alrededor de los pilotes tapó el agua cristalina de los Ojos de Mar y, obviamente, no hace falta hacer un estudio para asegurar que, al haberse tapado la luz, de los extremófilos que ahí vivían ya no debe quedar ninguno. La luz es la fuente de energía que sostiene esos ecosistemas extremos, tal cual lo fue hace 3400 millones de años”.
La profesional es experta en la zona ya que trabajó por más de 20 años en el lugar. Explica que, si bien a veces hubo inundaciones debido a las lluvias, el aumento del nivel fue mínimo, el agua era siempre transparente y se evapora rápidamente.
“En este caso el agua viene de abajo”, detalla. “Abajo hay aguas salinas atrapadas y lo que se ve claramente es que se rompió ese acuífero y comenzó a brotar el agua con sedimentos. Es algo que se ve a simple vista: hicieron la obra, apoyaron eso ahí, y alrededor de la plataforma comenzó a salir agua y se inundó todo con agua barrosa, ya no pasa la luz, ergo ya se alteró el sistema”.
Según la profesional, que pudo acceder al estudio de impacto ambiental de la obra, para su construcción no fue consultado ningún geólogo o hidrogeólogo cuando estos suelos sedimentarios frágiles, asentados sobre un acuífero, deben ser tratados con extremo cuidado.
“Más aún teniendo en cuenta su valor científico”, detalla Farías. “En muchos lugares, gracias a la interacción entre la comunidad, el gobierno y empresas privadas turísticas y científicas, estos ecosistemas fueron salvados. Como es el caso de Catamarca y de Chile. En lo que pasó en Tolar Grande la responsabilidad cae sobre los que hicieron el estudio del impacto ambiental y quienes aprobaron el estudio de impacto ambiental”, asegura.
Si la situación es como se plantea la pregunta es ¿Podrán recuperarse de nuevo los Ojos de Mar, una de las maravillas turísticas de la Puna salteña? Y si el daño es irreversible ¿Cómo afectará esto al pueblo de Tolar Grande? Una comunidad viviendo a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar, un nivel de altitud donde las únicas salidas económicas suelen ser el turismo y la minería, según quienes conocen el lugar.