“Hará un mes que vino por última vez a la peña, como siempre, a comer empanadas, lo más bien. Estamos conmocionados por tan triste noticia”, dice Gustavo Suárez, a cargo de la tradicional peña El Alto de la Lechuza, acerca del fallecimiento de Elba Eugenia Coca Aredes, que junto a su hermano Pedro Pedrín Aredes regentearon ese local durante décadas.

El 20 de marzo Coca había cumplido 83 años y falleció a causa de una enfermedad fulminante. “La habían internado hace apenas unos tres días”, cuenta consternado Suárez.

“Coca era la tía de todos. De los artistas y de todos los que hemos formado parte de El Alto de la Lechuza. Era una mujer maravillosa; a su edad, era muy sabia, despierta y lúcida. Conversábamos y me contaba incontables anécdotas. Me decía que ella había aprendido a caminar ahí mismo porque ahí vivía la familia, con su hermano Pedrín. A mí me consideraban un Aredes más. Era impresionante su memoria; sabía toda la historia del folclore tucumano”, afirma. “Ella era la anfitriona en la peña; recibía a la gente, armaba los espectáculos, hacía de todo un poco; lo que hago yo ahora”, apunta.

“Con Daniel Fadda, su sobrino, acordamos en ponerle su nombre al escenario el 25 de mayo”, revela y anuncia que el local “va a permanecer abierto en estos próximos días, porque el mejor homenaje, el que ella hubiera querido, son el canto y el trabajo”.

Testimonios

“Era una persona muy hermosa en la bohemia. Manejaba la noche de los músicos. No había escenario; todos compartíamos el mismo arte. Ella se sumaba también a veces a cantar un tema con Pedrín, su hermano que ya se nos fue. Fue una persona muy importante dentro de la mejor tradición de la cultura tucumana”, señala Mono Villafañe.

“Aprendizaje, tucumanidad. Éramos changos; supimos estar bien queridos en ese lugar mágico, la casa de la Patrona de los Desvelos, como la llamó el querido Rubén Cruz. Que se haga zamba en lo eterno”, pide Lucho Aragón, de Luneros.

“Yo le decía La Dama del Folclore ¡y ella se reía tanto! Es una honda tristeza”, expresa Gonzalo Soraire, productor.

“Hoy se nos fue un estandarte de la cultura folclórica tucumana. Quizá con ella se va la última noche de bohemia. Un puntal junto a Pedro ‘Amanecido’ Aredez en ese templo que es El Alto de la Lechuza, la peña más antigua de nuestro país. Ella engalanaba las noches con su danza y con la simpleza entonando alguna zamba, amiga seguidora en las madrugadas. Perdurarán su espíritu alegre, su sonrisa bondadosa y algún duende, para volver en zambas, gatos y chacareras”, escribe Laureano Cejas.

“En mi corazón eternamente, querida Coca Aredes”, dice Gustavo Guaraz, y le dedica esta zamba, que le compuso especialmente:

En el Alto hay una flor

Zamba a Coca Aredes

Ya se van los trenes con la luna/ en la mesa queda un par de vinos/ y en la claridad de la alta noche/saca su guitarra “Amanecido”.

Un poeta loco en su delirio/y un viejo cantor enamorado/pintan en la niña del poema/flores de lapachos bien rosados.

En “El Alto” duendes y fantasmas/saben de los besos escondidos/cuando “Coca” Aredes baila y canta/nos trae al amor desde el olvido/reina de la noche tucumana/vinos, guitarras y amigos.

Es su corazón como una zamba/acaricia el aire cual pañuelo/libre y transparente que nos lleva/hacia el horizonte de los sueños.

Ángel de cantores y poetas/cálido refugio fue su mano/en silencio se escribió su historia/y hoy la nombra el canto tucumano.

En “El Alto” duendes y fantasmas/saben de los besos escondidos/cuando “Coca” Aredes baila y canta/nos trae al amor desde el olvido/reina de la noche tucumana/vinos, guitarras y amigos.