En numerosas ocasiones, pero sobre todo en su alocución del 2 de abril, el Presidente de la Nación ponderó el rol de la Generación del 80 en nuestra historia que, con un pensamiento conservador, liberal y laico, esta generación hizo de la Argentina una potencia. Valga mencionar solo a algunos de ellos, como Miguel Cané, Paul Groussac, Joaquín V. González, Avellaneda, Roca, Juárez Celman y Pellegrini para darse cuenta de la importancia y gravitación que tuvieron estas personas para una naciente Argentina. Pero también Eduardo Wilde fue uno de ellos: un verdadero exponente de esta pléyade de intelectuales, escritores y políticos que se destacaron durante el período 1880-1916, y que hicieron una Argentina grande y pujante. Wilde era hijo de padre de ascendencia inglesa y madre criolla, tucumana, doña Visitación García, hermana de Fortunata García, la famosa y valiente mujer que retiró la cabeza degollada de Marco Avellaneda de la plaza Independencia. Realizó sus estudios secundarios en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) y allí Roca y Wilde se conocieron en la primera adolescencia siendo alumnos pupilos del Colegio Nacional. Polifacético, como muchos de los de la Generación del ’80, Wilde fue médico, higienista, escritor, periodista y diputado, y los argentinos le debemos no pocas cosas extraordinarias. Tuvo destacada actuación en epidemias como la de fiebre amarilla y la del cólera en Buenos Aires, y ya desde la función pública participó en la provisión de las aguas corrientes y de la construcción de las cloacas de la Ciudad de Buenos Aires. Por su tesis “El hipo” mereció el premio de la Asociación Médica Argentina y años después una eminencia como el Dr. Enrique Finochietto escribió así en La Prensa Médica Argentina (1936) sobre ello: “La operación frenicotomía terapéutica para el tratamiento de la tuberculosis es una operación argentina: la operación de Eduardo Wilde”. Como escritor de fuste que fue, cultivó la narración, figura literaria de entonces, y escribió entre otros relatos “Tini” y “Aguas abajo”. Suscribió y defendió la Ley 1420 que estableció la educación laica, gratuita y obligatoria en un país lleno de analfabetismo: gran liberal y anticlerical, protagonizó largas luchas por establecer las leyes de Registro Civil y de Matrimonio Civil. En 1880 escribe reflexiones que sorprenden por su actualidad: “El retardo con que hoy y desde tiempo atrás se administra justicia en nuestro país es una verdadera llaga social”. Jorge Luis Borges le dedicó una página elogiosa en su segundo libro de 1928: “El idioma de los argentinos”. Florencio Escardó (el médico pediatra) dice así de él en los años de 1950: “La escuela primaria y la enseñanza secundaria no lo exhiben ni en reseñas ni en antología y su retrato lamentablemente no decora los despachos directoriales”. Wilde nació en Tupiza (Bolivia) el 15 de junio de 1844 y habrán de cumplirse este año 180 de su natalicio. Falleció en Bruselas (Bélgica) en 1913, y aunque llegó a este mundo fuera de nuestra tierra, por ser hijo de expatriados en la época del dictador Rosas se lo considera argentino. Nuestro homenaje a este gran compatriota al que el destierro de sus padres, por motivos políticos, lo hizo nacer fuera de nuestras fronteras.

Juan L. Marcotullio

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