En las últimas horas la AFA confirmó un nuevo aumento en el precio de las entradas. Muchos lo tomaron como un nuevo golpe al bolsillo de los fanáticos argentinos, pero… ¿es caro ir a la cancha en Argentina? ¿O es un precio aceptable el que hay que pagar para ver un espectáculo deportivo? Con el nuevo aumento, el precio mínimo que deben tener las entradas generales de Primera División (es decir las tribunas populares) es de $15.000 (16,70 dólares), un 33% más respecto a lo que costaban los tickets hasta el arranque de la Liga Profesional.

Hay quienes sostienen que ir a una cancha de fútbol en Argentina es carísimo, otros que empezaron a cambiar la rutina del “ir a la cancha”, dejando de lado el asado con familiares y amigos o la previa de varias horas. La postura de la mayoría de los fanáticos (por la asistencia que se observa en los estadios) aparentemente es resignar otras cosas del ritual, pero a la cancha se va sí o sí, a pesar del famoso “Pack de fútbol” que ofrecen los cableoperadores con precios que oscilan entre los $6.700 y los $12.000 dependiendo de las promociones y los servicios incluidos en el combo.

Los $15.000 de un ticket popular representan el 6,4% del salario básico de mayo. Pero también es un poco menos de lo que cuesta la entrada más barata para ver al artista urbano Emanero, en el teatro Mercedes Sosa dentro de pocos días ($18.500). Más o menos, una entrada general para un partido de Liga Profesional vale lo mismo que una “promo” de fernet y gaseosa (en un drugstore de barrio) o una de dos milanesas más una gaseosa en cualquier sanguchería de la capital.

En una Argentina en la que es difícil tener noción de qué es caro y qué es barato, en el caso de las entradas a los eventos deportivos la situación no se modifica. Por ello, para tratar de ser objetivos hay que preguntarse qué ocurre en otros lugares del mundo respecto a los espectáculos deportivos de primer nivel. Antes, un paréntesis: comparar los precios de los tickets es complejo al entrar muchas variables en juego como por ejemplo el país en cuestión, el alcance del deporte o la demanda según el deportista/artista involucrado y los ingresos de sus habitantes. Dentro de este complicado mundo se tienen que mover los organizadores para establecer unos precios que llenen sus estadios sin resultar abusivos.

¿Cuánto cuesta ver un partido de fútbol en Europa?

Según una nota del medio español “Voz Populi”, justamente España es el país más caro de Europa para ver fútbol; al menos en cuanto al precio promedio de las entradas. Allí, según cálculos estimados, el ticket más barato ronda los 69 euros; es decir 75 dólares. Un precio que cuadriplica (y un poco más) a las entradas del fútbol argentino.

En Inglaterra, ver un partido de Premier League en los asientos más baratos, cuesta entre 35 y 55 libras (entre 37 y 70 dólares). Eso sí, estos precios se consiguen sólo si se compran las entradas con mucha antelación. De igual manera, la mayoría de los clubes tienen diferentes ‘categorías’ de partidos y los que se disputan contra los grandes de la liga (el 'Big Six' integrado por Manchester City, Arsenal, Chelsea, Manchester United, Liverpool y Tottenham) son significativamente más caros que los partidos contra equipos recién ascendidos o de menor valía.

En Alemania sí se podrían encontrar precios más "populares". Por ejemplo, ver un partido de la Bundesliga en el Allianz Arena de Bayern Munich podría costar entre 15 euros (la más barata) y 80 euros (la más cara), algo similar pasa en el Signal Iduna Park, el emblemático estadio de Borussia Dortmund, finalista de la Champions League este año.

La llegada de Lionel Messi a la MLS disparó los precios en los tickets para ver fútbol en Estados Unidos. De todas maneras sus precios varían dependiendo de la presencia o no del capitán argentino. Por ejemplo, en uno de los últimos partidos sin “Leo”, los precios cayeron de 800 a 150 dólares (precio -en promedio- más bajo de las entradas para ver a Inter Miami). En el resto de las franquicias, los valores mínimos arrancan en 40 dólares.

¿Qué pasa con el precio de las entradas en otros deportes?

Ver un duelo de Los Ángeles Lakers en la NBA puede hacer recular a cualquier bolsillo argentino. Es que asistir a un partido de Lebrón James cuesta entre 83 y 5.900 dólares. Ni hablar de darse el lujo de ubicarse en una silla en el campo de juego cerca de los relevos: habría que desembolsar la suma de 14.000 dólares. Eso sí, el básquet estadounidense es un show de principio a fin.

En el mismo país, ver un juego de NFL puede ser realmente prohibitivo. El fútbol americano es el deporte rey de Estados Unidos tanto en repercusión mediática como en audiencia televisiva. El precio de las entradas oscila entre 510 y 1.440 dólares. En tanto, las entradas en el SuperBowl alcanzan cifras astronómicas (entre 2.000 y 23.000 dólares).

La Fórmula 1 se convirtió en uno de los acontecimientos más espectaculares y lujosos del planeta. Hay Grandes Premios creados para un público muy determinado y alejado de las posibilidades reales de un aficionado medio. Uno de los circuitos más caros es el GP de Las Vegas cuyas entradas más baratas cuestan alrededor de 500 euros (543 dólares), sólo para los entrenamientos y sin asiento.

Una vez realizado el repaso por el resto del mundo y las diferentes disciplinas también se puede comparar lo que vale una entrada con los precios a los que día a día se tienen que enfrentar los argentinos. ¿Es mucho o poco respecto a la alimentación? Con ese importe hoy se podría comprar 10 kilos de pan o la misma cantidad de litros de leche; dos kilos de un corte de carne típico o seis bidones (de 6 litros) de agua en cualquier supermercado. La gran diferencia entre el gasto de ir a la cancha y los mencionados es que a la cancha se va eventualmente dos veces al mes, lo demás se trata de una cuestión prácticamente del día a día en una familia promedio.

En un contexto complicado para los argentinos, los dirigentes del fútbol profesional comenzaron a realizar malabares para no perder la asistencia a los estadios. Es que en el caso de Atlético y de San Martín, además de los ingresos de televisión y sponsors, el aforo deja buenos dividendos y así como los hinchas no están dispuestos a alejarse de la gran pasión que significa este deporte, los dirigentes tampoco están dispuestos a perder ese ingreso que sí mueve la aguja económica de los clubes.