Cuando Lionel Scaloni tomó el mando de la selección argentina, allá por 2018 luego del fracaso del equipo en el Mundial de Rusia, pocos imaginaban el impacto transformador que tendría en el equipo. Proveniente de una generación que creció viendo a figuras como Marcelo Bielsa, José Pekerman y Alejandro Sabella al frente del seleccionado, Scaloni trajo consigo una visión renovada y un enfoque fresco que terminó revitalizando a Argentina.
Desde un primer momento, le imprimió su sello característico. Bajo su conducción, Argentina no sólo volvió a ser protagonista en todos los torneos que disputó, sino que además se coronó campeona. Scaloni le devolvió la gloria a una selección que llevaba años buscando un título.
La obtención de la Copa América en 2021, después de 28 años de sequía, la victoria en la Finalissima 2022 frente a Italia, el título en el Mundial de Qatar y la gran Copa América 2024 consolidaron su legado y reafirmaron la capacidad del equipo bajo su liderazgo. Pero el éxito del entrenador va mucho más allá de los trofeos obtenidos.
El DT nacido en Pujato supo volver a enamorar a los hinchas, algo que se había perdido producto de un sinfín de fracasos y de decepciones. Su capacidad para formar un grupo unido, basado en la confianza mutua y en el respeto, fue clave para generar un ambiente óptimo que permitió que el equipo pudiera alcanzar niveles muy por encima de la media. Con él en el banco, la Selección también recuperó ese espíritu de “potrero”, porque da la impresión que los futbolistas se divierten en todos los partidos.
Uno de los aspectos más destacables del DT es su corrección, tanto dentro como fuera de la cancha. “Es argentino, pero no parece argentino. No es canchero, no usa aritos, no usa palabras raras. Lo veo como un ‘gringo’ de campo. Nunca lo vi cancherear ni lanzar una declaración fuera de lugar”, dijo semanas atrás Claudio Borghi, campeón mundial en México 1986.
Scaloni no se caracteriza por ser un técnico de declaraciones rimbombantes ni de frases hechas para la tribuna. Siempre con los pies sobre la tierra, trata de bajar un mensaje conciliador, evitando entrar en polémicas. Esa humildad y el respeto fueron (y son) constantes y consecuentes con su discurso y con su comportamiento. Scaloni no chicanea, no entra en polémicas innecesarias y siempre mantiene un perfil bajo, priorizando el trabajo en equipo y el bienestar del grupo por sobre todas las cosas.
Esa manera de ser ha generado una atmósfera de profesionalismo y seriedad, algo que ha sido determinante para los logros conseguidos.
A ese mensaje con su sello lo bajó ni bien asumió al frente del seleccionado y tuvo la virtud de lograr que sus planteles lo hicieran propio. Una clara muestra de ello fueron los festejos en el Maracaná, luego de haber obtenido la Copa en 2021. Cuando un grupo de futbolistas intentó cantar en contra de Brasil, Lionel Messi y otros referentes ordenaron no entran en esa. El resto del grupo lo entendió al toque y cambió el cántico provocador por el clásico y contundente “Argentina, Argentina”.
El enfoque de Scaloni es el trabajo silencioso dejando que los resultados hablen por sí solos. Esa actitud, alejada de la confrontación y del espectáculo mediático, ha sido fundamental para mantener la armonía y el enfoque en el objetivo principal: jugar bien al fútbol y ganar.
Su proceso en la Selección está próximo a cumplir seis años y el balance es sencillamente genial. Él fue clave para lograr que futbolistas que desde hace varias temporadas son figuras casi indispensables en los principales clubes del mundo, pudieran congeniar con la camiseta “albiceleste”. Pero claro, el tiempo pasa y tras la Copa América de Estados Unidos se vienen tiempos que no serán sencillos para Argentina.
Ángel Di María se retiró del seleccionado luego de la final contra Colombia, mientras que Nicolás Otamendi y Lionel Messi, otros de los puntales de su proceso, están en la recta final de sus carreras.
Le pese a quien le pese, en el futuro inmediato la lupa estará puesta sobre el “10” para ver si está o no en condiciones de llegar al Mundial 2026. Messi ya no es el mismo que hace unos años y está claro que así sea. Al afincarse en Miami, él mismo decidió disfrutar desde otra óptica el final de su carrera, aunque, animal competitivo como es, siempre quiere estar presente con su Selección y por eso en esta Copa saltó al campo incluso cuando no estaba al 100% desde lo físico.
Por ese motivo Scaloni, que le devolvió la disciplina al seleccionado, que supo liderar un proceso largo lleno de puntos altos, ahora deberá afrontar el inevitable recambio generacional; con todo lo que ello implica.
Luego de cualquier proceso exitoso, cuando las figuras que sustentan un equipo comienzan a salir de escena, todo equipo sufre una crisis. Lo vivió Italia luego del título en 2006, España, Alemania y lo está sufriendo horrores Brasil. Por eso es indispensable que ahora aparezca y emerja toda la paciencia.
Cambiante y exitista, el hincha argentino sube y baja en sus opiniones sin ningún tipo de contemplación. Scaloni fue criticado por inexperto cuando asumió en el cargo y hoy es casi un héroe nacional. Por todo lo que consiguió, incluso lejos de la cancha en donde logró que el mundo pudiera ver de otra manera a Argentina, merece paciencia y respecto. Lo consiguió todo y, también, tiene espalda para liderar el rumbo el día después de Messi.