El hígado graso es una enfermedad silenciosa que suele detectarse cuando está bastante avanzada. Sin embargo, es importante aclarar que es difícil de diagnosticar, pero no indetectable. Cuando se descubre a tiempo se pueden revertir sus efectos o, al menos, detener su avance.
Esta enfermedad está íntimamente ligada a la obesidad y la diabetes. De hecho, en la mayor parte de los casos se puede decir que tiene su origen en el exceso de grasa abdominal de las personas obesas, que también se acumula en el hígado.
La fruta multipropiedades que combate el hígado graso y ayuda a prevenir picos de glucosaLa única forma de diagnosticar de forma certera esta patología es la realización de una biopsia hepática, pero se procura evitar esta técnica porque es muy invasiva. Por suerte, cada vez existen más herramientas que, aunque no ofrecen un 100% de seguridad, proporcionan un diagnóstico aproximado. El uso de varias de ellas puede aumentar la fiabilidad.
¿Cuáles son los síntomas de alerta del hígado graso?
El gran obstáculo para la detección precoz del hígado graso es que durante las etapas iniciales, que pueden durar décadas, “no necesariamente se producen síntomas externos”, indicó Antonio Zorzano, director del laboratorio de Enfermedades Metabólicas Complejas y Mitocondrias del Instituto de Investigación Biomédica. “Es una enfermedad que en sus primeras fases es silente”.
“Algunas personas pueden tener sensación de mayor cansancio, de fatiga y muy poca cosa más”, agregó el experto. “Cuando ya no estamos hablando de esteatosis o de esteatohepatitis, sino de fibrosis y cirrosis, sí que puede haber mayores alteraciones, pero en las fases iniciales no”, insistió.
“Esta enfermedad se conoce como la asesina silenciosa”, resaltó David Martínez Selva, investigador principal del grupo de Diabetes y Metabolismo del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR). “Su progresión es muy gradual y la mayoría de pacientes no notan síntomas en las primeras fases y por eso no son conscientes de que la padecen”.