El papa Francisco presidió este domingo la Santa Misa en el marco de la VIII Jornada Mundial de los pobres e hizo un llamamiento a toda la Iglesia, a los gobiernos de los Estados y a las Organizaciones internacionales: “por favor, no se olviden de los pobres”.
Además, el pontífice ha invitado a mirar a los ojos y tocar las manos de aquellos a quien damos limosna, recordando que la caridad debe ser un acto de encuentro y no de indiferencia.
En la VIII Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco centró su homilía en dos realidades: angustia y esperanza. “Realidades -aseguró– que siempre están combatiendo dentro de nuestro corazón”.
Francisco definió la angustia como “ese sentimiento extendido en nuestra época, donde la comunicación social amplifica los problemas y las heridas, haciendo que el mundo sea más inseguro y el futuro más incierto” y explicó que, “si nuestra mirada se limita solo a la narración de los hechos, prevalecerá en nosotros la angustia”. Y pone un ejemplo: “actualmente vemos el hambre y la carestía que oprimen a muchos hermanos y hermanas; también vemos los horrores de la guerra y las muertes inocentes”. Frente a esta dura realidad, Francisco ha recordado que “corremos el riesgo de hundirnos en el desánimo y dejar pasar inadvertida la presencia de Dios dentro del drama de la historia”, consignó el sitio de noticias del Vaticano.
“¡Atentos! que la fe cristiana no se reduzca a una ‘devoción pasiva’”, dijo.
Ante la "injusticia que provoca el dolor de los pobres", el Papa pidió que no nos dejemos llevar por la “inercia de aquellos que, por comodidad o por pereza, piensan que “el mundo es así” y “no hay nada que yo pueda hacer””.
“De hecho -explicó- si nos dejamos llevar por ese pensamiento, la fe cristiana se reduce a una devoción pasiva, que no incomoda a los poderes de este mundo y no produce ningún compromiso concreto en la caridad”.
En su homilía, el Pontífice también pidió que no olvidemos que “la esperanza cristiana que ha llegado a su plenitud en Jesús y se realiza en su Reino, necesita de nuestro compromiso”; necesita de “una fe que opere en la caridad” y de “cristianos que no se hagan los desentendidos”.
Esto se tradujo en que “no debemos fijarnos sólo en los grandes problemas de la pobreza global, sino en lo poco que todos podemos hacer en lo cotidiano: con nuestro estilo de vida, con la atención y el cuidado del ambiente en el que vivimos, con la búsqueda constante de la justicia y compartiendo nuestros bienes con los más pobres”, explicó el Papa.
"¿Tocas las manos de las personas o les tiras la moneda sin mirarlas?", manifestó Francisco.
El Pontífice ha instado a reflexionar sobre la verdadera caridad, cuestionando a las personas que dan limosna: si la limosna se da con un gesto de humanidad o como un acto vacío de conexión personal. "Aquellos que dan limosna, yo les pregunto dos cosas: ¿tú tocas las manos de las personas o les tiras la moneda sin tocarlos? ¿Tú los miras a los ojos a la persona a la que estás ayudando o miras hacia otro lado?", palnteó.
Llamado a la Iglesia y los gobiernos
El Papa Francisco, al concluir su homilía durante la Santa Misa de la Jornada Mundial de los Pobres, lanzó un urgente llamado a la Iglesia, a los gobiernos y a las organizaciones internacionales: “Por favor, no nos olvidemos de los pobres”.
Con estas palabras, el Papa recordó que la verdadera identidad de la Iglesia se construye en la medida en que se sirve a los más necesitados.