Paula Díaz vive en los Valles Calchaquíes, en la zona de El Infiernillo, a 3.100 metros de altura; entre el valle de Tafí y el de Santa María, justo en el lugar donde se encuentra la quebrada de Los Corrales.

Vive ahí desde que nació, hace 53 años. Cuida de su ganado de ovejas y llamas, vende su lana a los artesanos de la zona, amasa el pan casero, muele el maíz y le gusta preparar platos típicos como locro o mazamorra: “sostengo las tradiciones que me enseñaron mis abuelos”, asegura.

De su niñez, conserva el recuerdo feliz de haber concurrido a la escuela de alta montaña N°342 de El Infiernillo, cercana a su hogar. Sin embargo, con el tiempo, sus vecinos de la zona fueron emigrando en busca de otras oportunidades. Actualmente, en el lugar permanecen alrededor de siete familias y muy pocos niños. Por ese motivo la escuela dejó de funcionar en 2011.

Cuando cerró la escuela, Paula tomó la determinación de evitar que el edificio caiga en el abandono y se dedicó con esmero a preservar las instalaciones donde había estudiado de niña: “Me ocupé de cuidar el lugar con la ilusión de que vuelva a abrir la escuela, o que funcione algo en este espacio” cuenta.

El reflector de los corrales

Finalmente, la dedicación de Paula tuvo recompensa cuando se autorizó el uso del edificio para el montaje del Centro de interpretación arqueológico Los Corrales. Un equipo científico hizo base allí y Paula es actualmente la encargada de apertura y mantenimiento del lugar.

Centro de interpretación


El pasado fin de semana se reunieron allí el presidente del Conicet a nivel nacional, Daniel Salamone; la vicepresidenta del Ente de Turismo, Inés Frias Silva; el grupo de investigadores responsables del centro y autoridades locales para firmar un convenio de compromiso para desarrollar el potencial turístico y científico del lugar.

“Muy pronto los tucumanos y visitantes podrán disfrutar del Centro de Interpretación Los Corrales”, dice Frías Silva. “Es un centro que se forma a partir de un trabajo de 20 años realizado por prestigiosos investigadores que lograron hallazgos arqueológicos que muestran que la zona estuvo ocupada por grupos humanos desde hace al menos 8.000 años. Desde el Ente de Turismo decidimos acompañarlos y hacer una puesta en valor”.

La funcionaria se refiere al trabajo del equipo de arqueólogos que son miembros del Grupo Arqand (Grupo de Investigación en Arqueología Andina) del Conicet y de la Facultad de Ciencias Naturales e IML de la UNT, coordinado por Nurit Oliszewski y Jorge Martínez quienes descubrieron , a lo largo de la Quebrada de Los Corrales, los registros de grupos humanos más antiguos en territorio tucumano: una secuencia histórica que se inicia hace 8.000 años y prueba que, a partir de ese momento, la quebrada fue habitada durante miles de años hasta 1300 d.C...

“Es maravilloso ver lo que se logró con años de esfuerzo y trabajo silencioso”, opina Salamone en diálogo con LA GACETA. “Junto con los hallazgos arqueológicos, se puso en valor toda esta zona y se generó un impacto local directo al permitir el desarrollo de emprendimientos turísticos, además de convertir el lugar en un polo de conocimiento sobre nuestros pueblos originarios”.

Luego de la firma del convenio, los investigadores expusieron algunas de las piezas arqueológicas halladas: puntas de lanzas, un deflector de flecha con plumas de cóndor, vasijas rituales y milenarias piedras talladas.

“Tenemos una larga secuencia histórica”, detalla el doctor Martínez. “Y tenemos la suerte de que, en una misma área de investigación, contamos con la posibilidad de recapitular la secuencia cultural del NOA: el paso de las sociedades cazadoras recolectoras, la transición a los primeros manejos zootécnicos y la manipulación del maíz y la quinoa, y finalmente, la emergencia de una aldea, donde encontramos alrededor de 100 viviendas; de las cuales tenemos excavadas una de manera completa luego de muchos años y campañas. La cual se ha dejado abierta y expuesta con la idea de hacer turismo arqueológico”.

Paula, acompañada de su nieta Luján.

Después de observar las piezas, el grupo inicia una actividad que se presenta como complemento ideal para la visita al centro de interpretación: un recorrido por la Quebrada de Los Corrales. Una caminata que propone la experiencia de transitar el territorio que habitaron aquellos “primeros tucumanos”.

En la caminata, Jorge y Nurit comparten sus conocimientos sobre esas antiguas ocupaciones humanas de 8.000 años atrás: grupos nómades dedicados a la caza de guanacos para lo cual usaban dos tipos de armas con puntas de piedra, la lanza arrojadiza y el propulsor de gancho o atlatl.

Los restos arqueológicos de la quebrada indican que, 4.000 años atrás, comenzó un complejo proceso de transición socioeconómica vinculado al inicio de prácticas de producción de alimentos en relación a la aparición de especies vegetales y animales domesticados.

Eso indica un cambio paulatino a un modo de vida sedentario basado en la agricultura y el pastoreo de llamas. Las investigaciones determinaron que, durante el inicio de la era cristiana hace 2.000 años, sucedió un gran cambio en el paisaje debido a la construcción de una extensa aldea que los científicos denominaron Puesto Viejo y que fue habitada hasta el año 500 d.C..

Las casas de esa aldea tienen un diseño arquitectónico conocido como “patrón Tafí”: paredes de piedra y un patio central circular a cielo abierto rodeado de habitaciones también circulares. En ese patio se desarrollaban la mayoría de las actividades cotidianas y allí también enterraban a sus difuntos.

 “Los vivos convivían con sus muertos”, cuenta Nurit. “Muy próximo al sector donde se ubica la aldea se registraron numerosos corrales y andenes de cultivo en laderas de los cerros que cubren un área aproximada de 500 hectáreas”, explica la doctora Oliszewski.

Estos datos reflejan el enorme valor científico, educativo y turístico del lugar, que condensa, en un solo territorio, las huellas de la humanidad que habitó nuestro suelo en tiempos prehispánicos y su paso de grupos nómades a sociedades con manejo de la agricultura y ganadería.

“Si nos ponemos a pensar en toda esta región de los Valles Calchaquíes, desde el Mollar hasta Colalao del Valle pasando por Quilmes, nos damos cuenta de todos los valores arqueológicos con los que contamos”, dice Inés Frías Silva. “En ese sentido, la ubicación e importancia del Centro de Interpretación Los Corrales es un paso más para empezar a ilusionarnos con la conformación del “Corredor Arqueológico del Valle Calchaquí””.

El proyecto

El Centro de Interpretación Los Corrales fue montado en el mismo edificio donde hasta 2011 funcionaba la Escuela de alta montaña N°342 El Infiernillo. Mediante un convenio de cooperación entre el Ministerio de Educación y el Ente Autárquico Tucumán Turismo, se autorizó el uso del edificio para el montaje del mencionado Centro de Interpretación. La concreción de este espacio cultural se hizo en el marco del proyecto Asetur-Turismo “Primeros habitantes de Tucumán entre cardones y cóndores. Turismo de interpretación del Patrimonio Integral en Amaicha del Valle”, financiado por el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (Cofecyt) dependiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Mincyt). Todo esto fue posible gracias al trabajo conjunto del Proyecto Arqueológico Infiernillo con la Secretaría de Estado de Innovación y Desarrollo Tecnológico (Sidetec), el Ente Autárquico Tucumán Turismo, la Comunidad Indígena de Amaicha del Valle, la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).