Oportunidad perdida es poco, por cómo se dio el partido y por la actualidad de su rival. Pero Atlético Tucumán tuvo una noche para el olvido y cayó 1-0 en su visita a Rosario Central, que se quedó con un premio inmerecido casi en la agonía del partido.
En una fecha en la que salvo Vélez todos los integrantes del lote de arriba empataron o perdieron, al “Decano” le cupo las generales de la ley y vio interrumpida su racha de cinco victorias al hilo y de nueve cotejos sin perder en la Liga Profesional.
El “Canalla” se comportó como tal. Porque en su primer remate al arco del partido, en un tiro libre que Tomás Durso defendió a medias, derivó en un remate a colocar y en cámara lenta del juvenil Juan Giménez, de 18 años y quien había ingresado minutos antes.
En el campamento del “Decano” se lamenta el no haber podido “asaltar” el liderazgo en soledad, ante un Central que llegaba “tocado”. Por hechos recientes como la eliminación en Copa Sudamericana, la derrota ante Independiente y el cambio de entrenador. La única buena: la victoria sobre el archirrival Newell’s.
Una media hora antes del pitazo inicial de Fernando Espinoza se develaron un par de misterios en el campamento “Decano”. Como era previsible, el “Pulga” quedó esperando su momento en el banco, donde también se sentó Justo Giani.
Esta vez, fue Mateo Coronel quien acompañó a Marcelo Estigarribia en ataque. Y Sava optó por la experiencia de Gino Peruzzi en lugar del joven Moisés Brandán, con foco puesto en neutralizar a Jaminton Campaz.
El “Decano” fue consecuente con su deseo de subirse a la punta. Presión alta y un equipo corto, parado en campo “canalla”. El riesgo era exponerse a la “contra”, sobre todo porque el colombiano es pura potencia y velocidad. E Ignacio Copetti –jugó por el lesionado Marco Ruben– pelea todas y contra todos. A priori, Atlético no se podía dar el lujo de perder una pelota en tres cuartos ni de distraerse.
Si ni uno ni el otro lograban lastimar en parte había que achacárselo a las imprecisiones, a la orden de la fría tardecita rosarina. Aun así, era Atlético el que insinuaba más. Al promediar la etapa inicial, los centrales de Central ya tenían chichones en la cabeza de tanto rechazar pelotas aéreas.
Cuando se desplegó una bandera con el número “+19” y sonaron unos petardos en la tribuna recordando la actual diferencia del “Canalla” sobre Newell’s en el clásico de la ciudad, Carlos Quintana acababa de frustrar un centro del “Bebe” Acosta tras la mejor asociación hasta entonces en el partido, con participación de Coronel y del “todoterreno” Renzo Tesuri.
Poco más sucedió en lo que restaba del primer tiempo. Un cabezazo de Quintana tras un córner que se fue tan cerca como un misil de Mauricio Martínez que hizo revolcar a Durso.
El técnico Matías Lequi, de recorrido frenético en el corralito, se entusiasmaba ante la mejoría de su equipo a partir de la media hora de juego. No pudo puntear al gol Jonathan Gómez y Durso despejó un disparo furibundo de Campaz. El orden y la disciplina táctica rescató al “Deca” de esos momentos aciagos.
Curiosamente, en ese lapso previo al intervalo, la interpretación de Espinoza (y el VAR) privaron a Atlético de un penal, por el “coscorrón” que Gómez le dio a la pelota al caer en su esfuerzo por evitar que Mateo Bajamich se la llevara.
En fin, difícilmente Sava estuviera conforme con el rendimiento de los suyos en el análisis global del primer tiempo. Y era esperable que el fútbol que no había fluido lo buscara los pies (y la inteligencia) de Luis Miguel Rodríguez. Pero no ingresó el “Pulga”, sino hasta cuando ya era demasiado tarde: en el intervalo, la apuesta del “Colorado” se llamó Franco Nicola, en un debut express, al modo del “Muñeco” Gallardo con sus refuerzos.
Además, el entrenador “admitió” su error inicial: puso a Brandán en lugar de Peruzzi, para ajustar la marca de Campaz.
El uruguayo ingresó por Coronel y se ubicó como volante por la izquierda. Y Bajamich se adelantó unos metros para acompañar a Estigarribia. El hombre a préstamo de Liverpool estuvo a punto de romper el cero, un tapadón de “Fatura” Broun y el palo se lo impidieron.
Para entonces el “Decano” había inclinado la cancha y el gol parecía estar al caer ante un Central al que le costaba hacer pie y no hallaba la pelota. Si había un ganador, tendría que haber sido la visita, al menos por intención. Quizá Sava demoró demasiado los últimos cambios. Y llegó aquella jugada nefasta para que Atlético se marchara de Rosario con las manos vacías y la frente marchita.