Varios episodios de tenso dramatismo y de tragedias movilizaron a vecinos de diferentes lugares de la periferia capitalina y del interior a pedir acciones frente al deterioro de las condiciones de vida en sus zonas. Así fue en el caso de los barrios de Río Seco cuyos vecinos, además de la conmoción que causó el crimen de la pequeña Luján Nieva, pidieron ayuda por la inseguridad que domina las calles, merced a la “venta de sustancias ilegales” y a la consecuencia de adicciones y de violencia. “Como vecino de aquí conozco la problemática que nos aqueja. Me crié aquí y de ser un pueblo tranquilo pasamos ahora a tener barrios inseguros”, dijo el delegado comunal de esa localidad.

En ese sentido, un vecino dijo que por lo menos hay cinco puestos de narcomenudeo en la zona que comprende los barrios Virgen del Rosario y El Criollo. Una problemática similar plantearon los habitantes del sector sur capitalino, donde el jueves un policía mató de un disparo a un joven que habría ingresado a su casa a robar. Los vecinos dijeron que desde hace meses piden una garita de seguridad, porque permanentemente les roban desde objetos de familias o de negocios hasta cableado de las calles. “Tenemos una juventud perdida por la droga. Roban para poder consumir”, dijeron. Y añadieron: “el Gobierno debería darles más caricias; eso significa ofrecerles oportunidades y acceso a tratamientos para que se recuperen”. Lo mismo se dice en Villa 9 de Julio, donde tres policías balearon anteayer a un joven en una vereda de Martín Berho al 2.000. Hace pocos días, hubo en San Cayetano tres homicidos en menos de 24 horas, aparentemente en peleas por dogas o por violencia intravecinal. Ese barrio ya tiene ocho asesinatos en lo que va del año y se ha convertido en un zona de compleja convivencia y alto riesgo para sus habitantes. Oscura de noche, a causa de robos de cables y de focos de luminarias, y peligrosa en los atardeceres, cuando son atacados por arrebatadores los vecinos que van a tomar el ómnibus o a hacer compras en los almacenes. “Aquí hay mucha gente que está muy ‘loca’ y sabe que tiene que estar ‘pilla’ para poder seguir viviendo. Todos andan o tienen en casa un arma”, dijo un vecino. “Chicos jóvenes que después empezaron a consumir y terminaron perdidos. Varios de ellos caen presos o terminan muertos porque los matan o se suicidan”, agregó otra vecina. El jefe de Policía, a propósito de esta situación, aseveró que “no se va a permitir que se apoderen de las calles” y explicó que con los operativos se iba a tratar de pacificar la extensa barriada.

Se entiende que el fenómeno de la comercialización ilegal de estupefacientes ha incidido en el crecimiento de la violencia en los barrios de la periferia. Se sabe, también, que este Gobierno, por un lado, ha puesto el foco en el combate al narcomenudeo y por otro en la asistencia por adicciones, pero evidentemente es un fenómeno que está desbordando la zona de la periferia y requiere un abordaje más complejo e intenso. La vida de esos vecindarios se ha degradado casi por completo.