En 2012, Jorge Lanata, conocido por su incisivo estilo periodístico y su aguda crítica política, abrió una ventana a su lado más personal en una entrevista inolvidable realizada por Para Ti. En medio del éxito de Periodismo para Todos (PPT), donde cada domingo vestía traje y corbata para desafiar al poder, Lanata dejó al descubierto al hombre detrás del personaje. Aquel día, sin su armadura mediática, compartió sus pensamientos más profundos sobre la vida, el amor, la muerte y la religión, mostrando un rostro poco habitual.

Lanata, quien entonces ya lidiaba con complicaciones derivadas de la diabetes y una insuficiencia renal, recibió a la entrevistadora en su departamento en el aristocrático Palacio Estrugamou, en Buenos Aires. Descalzo, con una camisa floreada y jeans sujetos por tiradores, el periodista contrastaba con la figura seria y solemne que solía aparecer en la televisión. "Estoy mucho mejor. Hace cuatro o cinco meses que no me dializo. El riñón sigue dañado, pero no avanzó el deterioro. Estoy alargando el momento del trasplante", explicó sobre su estado de salud.

"Creo en Dios"

Lejos de mostrarse derrotado, Lanata enfrentaba sus problemas con el humor y el pragmatismo que siempre lo caracterizaron. Sin embargo, la conversación tomó un giro inesperado cuando fue consultado sobre sus creencias religiosas. Ante la pregunta sobre la existencia de Dios, Lanata sorprendió: "Sí, creo en Dios. No voy a la iglesia, pero creo que hay un orden. La vida es demasiado increíble como para ser solo evolución natural. Tengo dos hijas, cómo no voy a creer en Dios". Con esta frase, dejó ver una faceta espiritual que pocos conocían, afirmando que, en los momentos más difíciles, recurre a la oración: "Rezo cuando estoy mal. Creo que la idea de Dios nos mejora como personas. Es sano".

En la charla, Lanata también abordó uno de los temas más complejos: la muerte. "¿Le tenés miedo?", le preguntaron. "No sé. Creo que no. A lo mejor nunca estuve tan cerca de esa situación", respondió con la misma sinceridad con la que afrontaba cada pregunta. 

"Siento que no soy Lanata, soy Jorge"

El periodista, acostumbrado a estar bajo el escrutinio público, habló también sobre su relación con la fama. "No me gusta mirarme en el espejo. Siento que no soy Lanata, soy Jorge. A lo mejor para los demás soy lo que imaginan como Lanata, pero yo sigo siendo Jorge", confesó, dejando ver una vulnerabilidad inesperada. A pesar de su notoriedad, Lanata reveló un deseo profundo de ser comprendido: "Pondría en fila a todos los que me ven y hablaría con ellos. Querría que me conozcan, que me quieran".

Sus reflexiones sobre la vida fueron igual de reveladoras. A sus 18 años, Lanata había cumplido su sueño de ser redactor en Siete Días y vivir en el centro de Buenos Aires. "Todo lo demás fue gratis", afirmó, mirando hacia atrás con humildad. Aunque la vida le había dado mucho más de lo que esperaba, el periodista mantenía una actitud de asombro y agradecimiento. "Me sigue sorprendiendo todo lo que me pasa. Y eso está bueno", agregó.