El Santoral Católico es una lista que recoge los santos y beatos reconocidos oficialmente por la Iglesia Católica, asignándoles una fecha específica en el calendario. Este reúne alrededor de 7.000 personajes insignes. Aluden a hombres y mujeres que han dejado una huella en la historia del cristianismo, así como su vínculo especial con lo espiritual.

Este 20 de octubre se celebra la onomástica de Santa Irene de Tancor o también conocida en Portugués como Santa Iria. Cuenta la leyenda que sus padres siendo muy niña la metieron en un convento para protegerla y criada en la fe, Santa Irene decidió dedicar su vida a Dios. Sin embargo al crecer se convirtió en una joven hermosa, tanto que su maestro y monje Remigio se le insinuó. También lo hizó un joven del pueblo llamado Britaldo. Pero ella los rechazó porque aseguraba estar casada con Dios.

Remigio aprovechó el momento para vengarse de Irene y, fingiendo buscar una reconciliación, le hizo beber un brebaje que, con el paso de las semanas, le causó una misteriosa hinchazón en el vientre. Pronto, comenzaron a circular rumores de que Irene estaba embarazada, lo que llevó a su expulsión del convento. Britaldo, sintiéndose traicionado por lo que consideraba una infidelidad, contrató a un asesino. El sicario se acercó a la joven mientras rezaba en la soledad del río Nabão, la apuñaló y arrojó su cuerpo inerte al agua. La corriente la arrastró por el Cécere hasta el Tajo, donde su cadáver quedó varado frente a la ciudad de Scalabis. Según la leyenda, fueron ángeles quienes lo depositaron en un sepulcro de mármol.

Los aldeanos, al no hallar rastro de Irene, especularon que había huido con el supuesto padre de la criatura que creían llevaba en su vientre. Sin embargo, la leyenda relata que Celio, abad benedictino y tío de Irene, recibió una revelación divina en la que Jesucristo le mostró la verdad sobre el destino de su sobrina. Con esa información, alertó a los habitantes de Nabância, quienes organizaron una búsqueda río abajo. Finalmente, hallaron el sepulcro al pie de Scalabis, pero, al no poder moverlo, lo dejaron donde estaba, hasta que las aguas del río volvieron a cubrirlo.

El culto a Santa Irene

Sea cual fuere el trasfondo histórico de la leyenda, la devoción por el cuerpo santo de la joven, considerada mártir por su fidelidad al voto de virginidad, se expandió durante la época visigoda. Tal fue su importancia que la ciudad de Scalabis acabó renombrada como Santarém (en honor a Santa Irene), nombre que ya aparece en registros árabes.

La tradición sostiene que, seis siglos después, la reina Santa Isabel redescubrió la sepultura olvidada de Santa Irene en el río Tajo, justo al pie del promontorio sobre el que se asienta Santarém. En ese lugar, hoy se erige un monumento en su honor, cerca de una iglesia dedicada a la santa, en la freguesia de Ribeira de Santarém. A pesar de su veneración, los restos de la mártir no han sido hallados, y se cree que su tumba sigue oculta bajo las aguas del Tajo.