La especialidad médica que eligió no tiene tanta visibilidad como otras. Sin embargo, se trata de un área de la salud indispensable para el diagnóstico y la toma de decisiones de enfermedades como el cáncer. Hablamos de la anatomía patológica. El doctor Hugo Japaze ha pasado una buena parte de su vida con los microscopios. Y aún así lo que más valora es la relación entre el médico y el paciente.

En un recorrido por su laboratorio, PatLab, Japaze nos explica que un patólogo se dedica a diagnosticar con el microscopio, pero también mediante una multitud de técnicas. Por ejemplo, la inmunohistoquímica, que detecta las propiedades de las células y permite ponerle rótulo a la enfermedad que tiene un paciente. Además, puede establecer cuál es el mejor tratamiento, una terapia más dirigida y personalizada según el caso.

El cáncer es un tema esencial para estos especialistas. “Un paciente no tiene cáncer si un patólogo no se lo diagnóstica”, apunta Japaze. Las enfermedades, según explica, se deben enfocar desde un punto de vista multidisciplinario. El trabajo del patólogo debe ser muy puntilloso. A las muestras hay que cuidarlas “como oro”. Hay casos que son un verdadero desafío. Otros que duelen el alma: por ejemplo, cuando el paciente es alguien muy joven. En esto, no puede haber lugar para los errores o confusiones. Pero al final del día, cuando se llega a un diagnóstico precoz, él siente una gran satisfacción: la de haber aportado su granito de arena para salvar una vida.

Hace del humor su mejor aliado. Tiene 82 años y no falta ni un día al trabajo. No se imagina lejos del laboratorio en el que a veces pasa más de 10 o 12 horas. Japaze se recibió de médico siendo muy joven. Aunque empezó la carrera en la UNT, terminó de cursarla en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde obtuvo su título en 1964. Hizo su especialidad en el John Hopkins Hospital and University, en Baltimore, Estados Unidos. Esta semana, por su destacada carrera y su trayectoria, recibirá un diploma de honor del Senado de la Nación.

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La ceremonia, que será el jueves a las 12, fue organizada por por la senadora Beatriz Ávila. El reconocimiento es por su invaluable aporte y su extensa trayectoria en el campo de la ciencia y de la medicina.

Diagnóstico precoz del cáncer

“La patología ejercida con la filosofía hopkiniana, que es donde yo me entrené, es una patología que está muy comprometida con el paciente. Es decir, sale del parámetro de hacer el diagnóstico y se acabó el patólogo. Hoy en día la patología tiene diagnóstico precoz del cáncer y de otras enfermedades, tiene también pronóstico y predicción terapéutica. Y tiene control de efectos terapéuticos. Se ha hecho muy amplia y nos exige un compromiso muy importante con el paciente”, resalta Japaze, que también fue docente de Medicina en la UNT. Actualmente dirige su laboratorio junto a la doctora Alba Gómez.

Le apasiona formar parte de equipos médicos. “Con el avance científico y tecnológico, ninguno puede abarcar desde una especialidad todos los conocimientos”, apunta.

- ¿Cuál es la mayor satisfacción que tiene su trabajo?

- Cuando hacemos un diagnóstico precoz y oportuno de una enfermedad. Realizamos semanalmente muchos diagnósticos sobre cáncer de cuello uterino y cáncer de la glándula mamaria, que son detectados a tiempo y se curan.

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- ¿Para algunos tipos de cáncer hay que crear más conciencia sobre los controles de rutina?

- Sí. Lamentablemente hay todavía cánceres que son más difíciles de diagnosticar en sus etapas tempranas. Por ejemplo, de páncreas o de vesícula. En estos casos están llegando muy tarde; por eso, es importante el chequeo anual. Las mujeres tienen más incorporada la idea de hacerse controles. Eso, porque según mi mamá, son más valientes que los hombres. Hoy tenemos muchos recursos para diagnosticar la enfermedad en forma precoz. Y se llama precoz cuando tiene 100% de posibilidad de cura.

-¿Nos enfermamos más o detectamos más enfermedades que antes?

- Se está diagnosticando más. Hay mayor conciencia de la población de que también el cáncer no respeta edades. Y tercero, hay métodos de detección nuevos que han ayudado a llegar al diagnóstico oportuno. Hoy estamos diagnosticando muchísimas enfermedades en forma precoz. El porcentaje de mujeres de cáncer de mama que se curan hoy es mucho mayor que hace 30 años.

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- ¿Diría que Tucumán está a la altura de los grandes centros del mundo en lo que tiene que ver con el diagnóstico de enfermedades?

- Sí. Es una especialidad que requiere mucha actualización, capacitación e inversión tecnológica. Y ahí me gustaría hacer un aporte sobre esto: no se puede hacer medicina solo desde el punto de vista económico. Esto es una cuestión de vocación, de amor a lo que uno hace, sino dedícase a otra cosa, sobre todo en la medicina, porque de otra manera es muy desagradable. Bueno, en la medicina está la vida y después, los límites económicos y morales. Tiene que haber un sistema ético de reinversión, es decir, la empresa no se puede llevar todo, los dueños, los accionistas, el gobierno, el que sea, no se puede quedar con todo lo que ha ganado la empresa; tiene que dejar una parte para reinvertir en la patología.

 -¿Cómo ve en el futuro esta especialidad?

- El futuro está atravesado por la tecnología, a través no solamente de la Inteligencia Artificial (IA), sino de los métodos no invasores de diagnóstico. Pero ojo, también hay una posibilidad de que se pierda la relación médico-paciente. ¿Qué quiere decir? La IA es más inteligente que el hombre; no hay duda. Pero la IA no sufre, no siente, no ama, no mira, no toca. Entonces, vamos a entrar en un nuevo humanismo. Algunos le llaman la humanidad avanzada. Tenemos que ir a una nueva cultura del acercamiento entre las personas.

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- ¿Cuál es el desafío pendiente relacionado a la salud?

- En este momento necesitamos tener un poco más de claridad en la comunicación de la enfermedad, sin pensar que el hombre es más débil que la mujer, o más negador. Usted abre un centro para detección y está lleno de mujeres. Abre uno para hombres y no va nadie. O va muy poco.

- ¿Hay situaciones que le hayan impactado?

- Muchas veces se reciben muestras de Papanicolaou (PAP) -un examen que detecta lesiones en el cuello uterino- de pacientes por primera vez que ingresan en el laboratorio y que tienen lesiones muy contundentes. Estamos diagnosticando unos siete casos por semana; y al mismo tiempo estamos salvando a esas mujeres. Es una enfermedad que tiene una incidencia alta.

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- ¿Cuál es la tasa de confiabilidad que tiene el resultado de un PAP?

- La tasa de confiabilidad es alta. Pero puede haber error en la muestra. Primero hay errores de la condición de la paciente. O sea, supongamos, si el PAP lo toman en el momento de la menstruación. O si, por ejemplo, no lo toman adecuadamente con la espátula de aire, idealmente con una corposcopía. Es decir, las condiciones con las cuales se toman las muestras son la causa de casi todos los errores. Pero hay un 97% que sirve y puede dar un diagnóstico precoz, y eso es algo fundamental porque hoy para ese cáncer, como es el de exocervis, hay una incidencia importante entre chicas de 25 a 35 años. O sea que están con expectativa de reproducción. En ese caso, hay técnicas para sacarlo y no amputar el cuello. Y si se lo amputa pueden quedar embarazadas de todas maneras. Hay pacientes que han tenido hijos después de haberle amputado el cuello de útero.

- ¿Algún otro caso que recuerde?

- Hace unos años investigamos con Donald Woodruff y con Rafael García Buñuel, en Estados Unidos, sobre el cáncer de vulva. En esos tiempos, cuando aparecía este tipo de cáncer se mutilaba a muchas mujeres. Lo que nosotros estudiamos es que había distintos tipos de cáncer, en distintos estadios, con sus diferencias. Y que nos hacía falta mutilarlas siempre. Presentamos un trabajo en Francia, y fue aceptado ahí, pero tardó cinco años la comunidad internacional en admitirlo. Y se terminó la mutilación, eso no se lo hizo nunca más. El cáncer de vulva es frecuente, sobre todo en la edad avanzada de la mujer, después de los 50, 60 años.

- ¿Hay algún tipo de cáncer que le preocupa?

- Ahora estamos pensando en pelearle al de endocervis; es un cáncer de cuello de útero que está aumentando entre los 40 y 50 años de edad de la mujer, sobre todo en aquellas que han tenido un antecedente de cáncer viral, o sea del exocervis. El cervis tiene dos partes, la externa que se llama exo y la interna que se llama endo. El diagnóstico de esta parte está un poco descuidado, pero ya hay una advertencia de la Sociedad Internacional, que recibimos un informe mensual, y vamos a formar el equipo para investigar bien.

- ¿Qué hacen cuando tienen un caso raro, casi imposible de diagnosticar?

- Con frecuencia, los lunes y miércoles a las 18, nos reunimos los patólogos a ver todos juntos estos casos. También tenemos un microscopio que nos conecta con asesores nacionales e internacionales, a quienes enviamos la imagen de lo que estamos tratando. Por semana, más o menos vemos unos seis casos en promedio Son raros, controvertidos, novedosos. Hay todo tipo de necesidad de interconsulta. Además, nos actualizamos con nuevas líneas de tratamientos oncológicos; hay muchísimos avances.