Las zafras azucarera, citrícola, hortícola, de arándanos, frutillera y papera están terminando su cosecha 2024. Las obras públicas, la mayoría, siguen paralizadas; los dignos trabajos escasean, cuando estamos a más de un mes para que termine el año; la suba de los precios trepa vertiginosamente. Según el gobierno la inflación baja, pero la recaudación de impuestos como el hambre y la incertidumbre aumentan; las clases medias pasaron a ser pobres; el pobre, a la indigencia; y el indigente, al olvido. La crisis sociocultural, política, económica, de seguridad, de justicia, de salud, de educación, de transporte y de servicios público es grave, caótica e indisociable. Señores, el hambre no debe existir en un país con rica naturaleza agroalimentaria; creo que los pastores conductores del rebaño de los movimientos cívicos deberían disociar lo bueno de lo malo, no cometiendo despilfarros de las arcas del pueblo. La sociedad con sus nuevas generaciones clama vivir con mejor calidad de vida; es hora de servir al prójimo, de igualar a las desigualdades sociales repartiendo equitativamente las rentas y controlar las funciones administrativas para que no haya más desaguisados políticos. Cuidemos la paz social de nuestra gente.

Pedro Pablo  Castaño                                                           

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