No tuvo ningún antojo. Tampoco náuseas. La única señal que su cuerpo le dio: un dolor en la parte baja de la panza. Pensó que estaba por menstruar. De hecho, tuvo un pequeño sangrado, así que no se preocupó. Hasta que los malestares se hicieron insoportables. Para su sorpresa, estaba embarazada y al día siguiente nació su bebé. Maciel, el tercer hijo de Silvia Sir, llegó al mundo de la manera más inesperada.

“Nadie sabía que estaba embarazada, incluida yo”, con esas palabras empezó a relatar su historia Silvia, que tiene 29 años y también es mamá de una nena de ocho años y un niño de un año y 11 meses. “La verdad que este año no le presté mucha atención a la menstruación. Estuve con mi hijo internado en el hospital de Niños y pasamos por momentos bastantes angustiantes”, explica.

Una maratonista tucumana que vive en Canadá promueve el embarazo saludable

De todas maneras, Silvia tuvo algunas pérdidas que confundió con su período. El miércoles pasado, sintió un fuerte dolor y algo duro en la parte baja de la panza.  Se hizo un test para sacarse la duda. Dio positivo. Ella pensó que estaba de pocas semanas, así que ese mismo jueves sacó turno para ir al ginecólogo. No llegó. El viernes a las 5.30, cuando su esposo salió para el Mercofrut a comprar la verdura que luego venden, la mujer notó que no estaba bien. Tuvo un pequeño sangrado. Los dolores se hacían cada vez más intensos. A las 9 ya no aguantaba más. Llamó a su cuñada. Apenas pudo bajar las escaleras del segundo piso para subirse al auto. Cuando llegó y se sentó, el vehículo no arrancaba. “Nos pasó de todo. Ya íbamos en camino y le dije a mi cuñada: ‘no llegó a la Maternidad, llevame al Carrillo’”, relata Silvia, que vive en una casa de dos plantas en Yerba Buena, donde también tiene una verdulería.

“Cuando me estaban revisando siento que algo me empieza a bajar. Me querían hacer una ecografía, pero no había tiempo. Rompí la bolsa. En ese momento, médicos y enfermeros que me estaban atendiendo me dijeron que en la primera contracción iba a salir el bebé. Y salió. Yo no entendía nada. Se me nubló la vista. Estaba como atontada”, reconstruye.

Su voz ahora se oye serena, pero confiesa que fueron minutos durísimos. “El bebé no lloraba; no lo podían despertar. Una enfermera se acercó a decirme 'ponele nombre porque no llora, por las dudas”, rememora. Elegí ponerle Maciel porque había sido una de las opciones que teníamos pensada para mi otro hijo”, cuenta.

RECIÉN NACIDO. Maciel deberá pasar al menos un mes en neonatología.

Minutos después, escuchó el llanto del pequeño y llegó el ¿alivio? Todo parecía irreal, asegura. “Ahí, me informan que mi hijo tenía 25 semanas de gestación y que pesaba un kilo, que iban a tener que llevarlo a Neonatología y a mí me iban a internar en la Maternidad, por las dudas”, apunta.

Dudas

Ya en la ambulancia tampoco salía de su asombro. Le faltaron todos esos meses que una mamá necesita para hacerse la idea de la llegada de un nuevo hijo.

Se preguntaba: ¿Cómo que ya había un bebé? ¿En qué momento se formó? ¿Cómo no sentí nada? Pensaba en que no tenía nada listo, ni un moisés, ni la ropita, ni el bolso. También se le pasó por la cabeza qué hubiera ocurrido si no decidía ir al Carrillo, que era lo más cercano a su casa. “Creo el bebé nacía en el auto y se moría. Evidentemente todo ocurrió así por algo; es como que estoy viviendo un milagro”, evalúa.

Cuatro horas después de llegar a la Maternidad, Silvia pudo ver por primera vez a su bebé. “Seguía sin caer. Tenía otro hijo”, confiesa. Su esposo también quedó “en blanco” con la noticia. De hecho se enteró mientras estaba trabajando en la verdulería. “Dentro de todo lo que pasó, de lo complicada que fue la situación, los médicos son optimistas; creen que Maciel va a estar bien. A pesar de que es prematuro y de que tendrá que estar por lo menos un mes en Neo, las primeras horas no sufrió ningún paro ni tuvo crisis respiratorias, así que va evolucionando bien. Hay que esperar. Por suerte, ya se está alimentando con mi leche, que me voy sacando y le dan todos los días”, recalca Silvia.

Su experiencia previa

Ella ya había tenido dos embarazos de riesgo y su primera hija nació prematura, aunque fue a las 32 semanas de gestación. “Pero la verdad que esto no lo imaginé nunca. Si otro me lo cuenta, no lo creería”, expresa la mujer,  quien en estos cinco meses no sintió ningún síntoma ni tampoco notó algún cambio en su cuerpo que le permitiera sospechar sobre su estado. “Todavía pienso que estoy soñando”, resume.

La directora del centro de atención municipal Ramón Carrillo, Flavia Molé, destacó el trabajo que realizaron los profesionales que atendieron este parto prematuro y también la coordinación que hubo entre personal del Carrillo y 107 (servicio de Emergencias de la provincia) para asistir al bebé, intubarlo y trasladarlo con vida a la Maternidad en una ambulancia especialmente equipada para atención de Neonatología. “Fue realmente una situación de máximo riesgo con muy buenos resultados”, concluyó.