Benjamín Ocampo es un joven de 20 años que en el pasado mes de diciembre fue uno de los casi 100 chicos que fueron distinguidos por la provincia de Tucumán. En su caso, fue galardonado por su contribución a la sociedad dando charlas y capacitaciones para concientizar sobre normas y valores ciudadanos en siete municipios de la provincia. En diálogo con LA GACETA, contó sus primeros años, la dificultad que tuvo durante mucho tiempo para comunicarse y como venció ese miedo.
Nació el 27 de diciembre de 2004 en Tucumán, y en palabras suyas, es la provincia que ama: “Siempre dicen que Tucumán es un desastre. Si vos hablas con un cordobés o con un porteño que entra a la provincia, se encuentra con basurales y las veredas o las calles rotas. Pero hay también un valor histórico que tiene la provincia. Entonces, más allá de las malas administraciones y la política que no funciona, amo Tucumán por lo que significa y por el peso histórico".
El desafío de comunicar
En su recorrido a través de los años, Benjamín recuerda su infancia y su dificultad para hablar en público: “En los primeros años de mi vida no podía decir una sola palabra frente a personas. Me costaba muchísimo comunicarme. No tenía confianza, no tenía palabras, ni tampoco tenía cosas que decir. Esto fue prácticamente toda mi primaria".
En su relato cuenta que la situación llegó a tal punto que distintos profesionales le decían que era tartamudo. "Fue mi madre la que encabezó esa lucha para que yo pueda expresarme", reconoce.
"Consulté con muchísimos fonoaudiólogos, pasé por muchísimas vergüenzas frente a compañeros, momentos donde solamente me callaba y que fue por la lucha de mi madre y por la confianza que ella me dio que en un momento pude empezar a expresarme. No podía decirle ni cómo estaba, no podía decir ni cómo me sentía cuando iba al médico, es de siempre la que hablaba por mí, pero porque yo no podía realmente”, recuerda.
El legado de los próceres argentinos
Benjamín comenta que un punto clave en esta etapa fue cuando conoció los canales de televisión de educación del Estado: “Generalmente las tardes en mi casa eran bastante aburridas. Yo iba al colegio a la mañana en la primaria. Mi papá trabajaba todo el día y mi madre era maestra, trabajaba a la tarde y volvía a la noche. Mis hermanos siempre estaban estudiando. El living de la casa era un espacio desolado donde solamente estaba yo con una televisión. Un día me puse a pasar entre los canales, y en un momento encontré Canal Encuentro y PakaPaka”.
Desde ese momento, cuenta, empezó a interesarse por la historia de Argentina y sus próceres: “Empecé a encontrar nuestra identidad como país. Fue en esos canales donde vi que los próceres habían hecho algo por la Patria. Y ahí me pregunté qué hicieron estas personas de sus vidas. Descubrí que la mayoría de los próceres en Argentina fueron periodistas y abogados, entonces yo desde muy chico quise ser un prócer. Cuando me preguntaban: '¿Qué querés ser de grande?', yo contestaba que quería ser Belgrano”.
Su paso por la secundaria
El joven cuenta que todo cambió cuando ingresó en la secundaria: “Desde que entré a la secundaria y tuve ciertos cambios en mi vida es cuando comencé a hablar. Empecé a conocerme un poquito más y a encontrarme”. Comenta que aunque empezó a hablar más le seguía costando expresarse. Lo que lo motivaba era saber la historia del país.
2019 fue un año fundamental para Benjamín, uno de los más importantes de su vida, puesto que dio un gran paso: participar en un modelo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“Yo estaba en tercer año. Un día, un chico llamado Lisandro Palavecino entró al curso en donde estaba estudiando ciencias sociales, se paró al frente y nos preguntó: ‘¿Quién quiere ir a la ONU?’. Yo no sabía qué era, pero levanté la mano”.
De igual manera, cuenta que esa experiencia no salió como esperaba: “A cuestión de tres semanas después de algunas capacitaciones, que a la mayoría no asistí porque solamente iba a las que hacían en el colegio, estaba en el Liceo Militar en frente de 700 chicos y me tocó dar el discurso defendiendo al país de Barbados. Me quedé en blanco. No pude responder y no pude decir nada. Fue mi compañera de delegación que estaba al lado mío que tomó la voz y llevó adelante el modelo prácticamente sola porque yo no podía. Me quedé un día más y decidí no volver porque no hablaba”.
Esa fallida experiencia lo marcó y afirma que fue lo que lo animó a cambiar: “Cuando termina el modelo veo en redes sociales que los chicos estaban recibiendo alguna distinción por ese trabajo y veía que estaban muy contentos. Yo dije: ‘ah, mira lo que me perdí’. Podía haber estado con ellos disfrutando en vez de estar solo en mi casa, quejándome de no haber ido y de no haber vivido el momento”.
Con la llegada de la pandemia fue cuando realmente sintió la necesidad de decir algo, y se postuló para delegado de su curso. A partir de ahí participó en diversos movimientos y organizaciones, como la Unión de Estudiantes Secundarios de Tucumán (UEST), y continuó participando de modelos tanto de la ONU como de la Organización de Estados Americanos (OEA).
“Ahí fue la vez que me dije ‘yo conozco, me gusta investigar problemáticas, me gusta conocer la identidad de los países, ¿por qué no me lanzo a escribir algo? Aprovecho que estoy detrás de una cámara y que puedo verme a mí reflejado en la pantalla en vez de ver a todos los ojos que te miran y que te traen ansiedad’. Así que escribí algo, me conecté a ese Meet, y pude hablar, y en ese momento mis compañeros me felicitaron. A partir de eso tuve que empezar a buscar más lugares, luego volvió la presencialidad, volví a competir para la ONU, y por primera vez tuve un reconocimiento por el trabajo que hicimos con la delegación de Vietnam. Terminé el 2022 participando en actos escolares e incluso dirigiéndolos”.
Ayudar a otros jóvenes a alzar su voz
Actualmente forma parte en calidad de voluntario de Voces Jóvenes de Tucumán, una organización totalmente nueva que tiene mucha gente de no más de 21 años. Voces Jóvenes trata de darle lugar a chicos que a veces sienten que no encajan en el mundo y les da un espacio para desarrollarse.
“Conozco a Voces Jóvenes desde que empezó. A la referente Milagros Sarguito la conozco hace ya muchos años porque fue importante en Uniendo Metas y en otros programas muy destacados. Decidió dar un paso importante al dejar de lado solamente los modelos de simulación donde los chicos son diplomáticos, como Naciones Unidas, por ejemplo. La Unión Europea ha decidido dar un paso en eso, manteniendo la UE como modelo, pero tratando de llegar con otros proyectos a otro tipo de jóvenes que no necesariamente se sienten cómodos con la política o con la diplomacia, sino que quieren algo más. Es un proyecto nuevo que está recién saliendo, que tiene distintos trabajos. Uno de los trabajos es el modelo de la UE que se aborda colaborativamente con la Secretaría de Relaciones Internacionales y Empresariales de la provincia, financiado por la Embajada de la Unión Europea en Argentina. El año pasado se hizo con la Universidad Siglo XXI y la Facultad de Derecho. En 2023 llegó a más de 250 jóvenes de la provincia, pero saliendo de capital, llegando a aquellos lugares en donde estos programas no tienen asidero.
Uno de los objetivos, expresa Benjamín, "es que los chicos puedan ser distintos".
"Queremos que tengan un lugar donde se sientan cómodos, donde puedan pensar distinto a lo que pasa en su realidad y que puedan pensar un poco más allá, y sobre todo que tengan conciencia de que ellos son los que pueden manejar su vida y que tengan la confianza para pararse en frente de un grupo de personas y decir esto es lo que yo pienso y yo lo defiendo”.
La emoción por la distinción de la provincia
Benjamín cuenta que no esperaba la distinción por parte de la provincia: “Sinceramente fue algo inesperado, y que al día de hoy todavía no puedo digerir. Porque ese reconocimiento es individual, dice ‘joven destacado de la provincia, primera edición 2024’, y a mí me choca un poco la individualidad de ese premio, porque inexorablemente todo mi camino de vida estuvo marcado por personas, por amigos, familiares, por palabras de gente que no necesariamente era cercana pero que me dieron un aliento y me dijeron: 'vos mandale por acá, vos seguí, vos podés, está bien lo que haces'. La dicotomía que siento hoy en día es que ese galardón es individual, pero que la construcción propia para haber obtenido ese reconocimiento para mí es colectiva. Entonces, más que un reconocimiento por mi camino, es el camino que estuvo labrado y acompañado por otras personas”.
A su vez, destaca el apoyo de su familia y sus amigos que siempre lo acompañaron y que considera que son tan merecedores de la distinción como él: “En primer lugar, agradezco a mi familia, a mi madre que siempre me acompañó en los temas de comunicación; a mi padre que me acompañó en mis primeros años como pasante en su estudio jurídico; mi hermana que siempre me incentivó a romper miedos; Mi hermano Santiago, que siempre me demostró con su ejemplo que se puede hacer más. De ahí puedo hablar de mi amiga Alfonsina que me enseñó la sensibilidad de la vida; Lourdes que me enseñó que todo tiene una razón matemática y una razón lógica de ser; Julieta que me enseñó que las barreras que una persona tiene en la vida se pueden pasar por otro lado y que siempre se puede estar mejor; obviamente a Lisandro Palavecino que es una persona muy importante. Puedo mencionar profesores también, como el profesor Patricio González del Colegio Guillermina que me dio todas las herramientas necesarias para poder escribir con coherencia y con cohesión, y si no menciono a alguien no es porque los he olvidado sino porque son tantos que no terminaría jamás”.