Por Juan Ángel Cabaleiro
Para LA GACETA - TUCUMÁN

De todo lo bueno y esperanzador que nos han dejado estas fiestas, rescato hoy una novedosa variante del reciclado que ya es furor en la provincia, al menos en los sectores con mayor conciencia «eco». En tiempos como estos, en que muchos argentinos vamos dejando atrás la ordinaria costumbre del asado para abrazar un veganismo mucho más cheap y a la moda, ¿qué hacer con las pilas de diarios viejos que todo hogar tucumano acumula? Envolver regalos con papel gaceta es lo que se impone, y va mucho más allá del impacto ecológico, porque estos textos, indultados del escarnio del fuego, todavía tienen mucho para decirnos.

La empresaria y decoradora yerbabuenense Guillermina Fucol propone el término «gaceting» para esta práctica, y explica: «Hay una manera particular de preparar las hojas de gaceta para armar los paquetes. Los dobleces, entrecruzamientos y pliegues que se forman al envolver el regalo ponen en contacto temáticas de lo más diversas… establecen relaciones… De repente, el triunfo de Lawn Tennis se cruza con una noticia policial, con la agresión de un grupo de rugbiers a un muchacho, y eso te sacude, te interpela, te manda un mensaje de lo más potente, aunque difícil de interpretar. O una nota sobre astrofísica se entremezcla con los últimos datos de la economía, y con una frase de Milei sobre las Fuerzas del Cielo, y vos decís… pará, pará, y empezás a sospechar que todo está conectado, que el universo es una maquinaria que nos envía señales constantemente…».

Me recibe en su pequeña boutique de la calle Cariola y sobre la mesa dispone todo para una rápida demostración. Los Budas de madera son su artículo estrella: elijo uno y me lo envuelve con destreza de mago o tarotista, sin dejar de mirarme, doblando a ciegas aquí y allá, y fijándolo todo con abundante cinta scotch. El paquete que pone en mis manos es, en efecto, un collage amorfo de notas y temas para aventurarme en su lectura, para que encuentre allí una clave personalísima, dice. Tras los bordes y pequeños saltos del papel, la continuidad azarosa de frases y palabras esboza un enigma, un palimpsesto que balbuceo y me esfuerzo en interpretar…

Guillermina intenta ayudarme, hace de pitonisa y previene con voz cambiada cualquier asomo de frivolidad: «No se trata de la extravagancia de los encuentros insólitos. Sabemos lo que hay de desconcertante en la proximidad de los extremos o, sencillamente, en la cercanía súbita de cosas sin relación; ya la enumeración que las hace entrechocar posee por sí misma un poder de encantamiento: tienen allí su lugar común, como sobre la mesa… ¿qué podría decirte? el paraguas y la máquina de coser, por ejemplo», dice y señala ambos objetos. «Si la extrañeza de su encuentro se hace evidente… Pero no se trata solo de las palabras, sino también de las cosas», agrega, «porque el objeto mismo que estás envolviendo cobra de repente otra significación…». Funciona como el I Ching, comento, y eso la entusiasma: «Sí, todo lo chino, además, me resulta fascinante, en especial las enciclopedias».

Mientras Guillermina atiende a unas clientas descifro en el bulto una nota sobre inteligencia artificial y fragmentos de otra sobre el caso María Cash. Las frases me resultan incoherentes, pero extrañamente familiares, casi íntimas. Esperaba encontrar en ellas una revelación del azar que me orientara, tal como los intérpretes de la Biblia esperan la sabiduría en cada versículo que estudian, cuando su empleada me interrumpió para alcanzarme el tique de compra.

Fue un momento confuso y vertiginoso, como un mal sueño, pero finalmente salí del local, que se estaba llenando de gente. Llevaba el paquete, que era un intrincado acertijo, y tenía la lógica ansiedad de llegar a mi casa y descifrarlo. Pero algo se adelantó.

Mientras me dirigía a la avenida Aconquija, y después, viajando en el 118 en dirección al centro sin quitarle la mirada a aquel envoltorio, fui partícipe de las primeras revelaciones del «gaceting». Comprendí, por ejemplo, que si la realidad es un todo revuelto y cambalachero, su interpretación y pronóstico no iban a serlo menos. Que sería un error intentar organizarlo. Que la sabiduría y la paz de oriente nos llegan mediatizadas por el discurso occidental. Que las palabras envuelven y ocultan la esencia de las cosas. Que están carísimos los Budas en Tucumán…

© LA GACETA

Juan Ángel Cabaleiro – Escritor.