En Tafí del Valle se encuentra una posada única, no solo por su encanto boutique y atención personalizada, sino por la historia de amor que la sostiene. Juan Concha Lozano, tucumano, y Fabienne Nouvelot, francesa, comparten 17 años de vida en este paraíso de los Valles Calchaquíes, donde decidieron construir su hogar y su sueño.

“Nos conocimos en el aeropuerto de Madrid, España, en 2005. Yo venía de un viaje desde Francia a Argentina, y Juan, siendo tucumano pero nacido en Buenos Aires, me propuso mostrarme la capital. Fue el comienzo de nuestra relación”, recuerda Fabienne a LA GACETA con una sonrisa que ilumina su rostro.

Entre mails interminables –“me costó unos 100 correos conquistarla”, confiesa Juan entre risas– y paseos por Buenos Aires, nació una conexión profunda que los llevó a dejar sus vidas en otros rincones del mundo para asentarse en Tafí del Valle.

La pareja tiene una posada con cuatro habitaciones, diseñada para ofrecer una experiencia personalizada y acogedora. “No queremos tener más. Queremos que quienes nos visiten sientan que están en casa”, explica Fabienne.

En la posada, los huéspedes disfrutan de desayunos caseros con pan recién horneado, dulces de frambuesa, néctares y vinos elaborados por ellos mismos con uvas de variedades como Malbec y Chardonnay. Todo bajo un enfoque ecológico y orgánico que respeta el entorno.

“La atención es nuestra carta de presentación. Nos gusta charlar con los huéspedes, conocer sus historias y compartir un poco de lo que hemos construido aquí”, dice Juan.

captura de video

El imán de Tafí del Valle

La decisión de establecerse en este rincón del mundo no fue fortuita. “Hemos viajado mucho, pero Tafí tiene algo especial. El clima es maravilloso: mucho sol, noches frescas incluso en verano, y una calidad de vida que no hemos encontrado en otro lugar”, afirma Fabienne.

Ubicada en El Churqui, cerca del río La Banda y a minutos del museo jesuítico La Banda, la posada no solo es un refugio para turistas, sino también un testimonio del amor por la naturaleza y la vida simple. “Nos atrapan las montañas, los paisajes y la tranquilidad. Aquí hemos encontrado nuestro lugar en el mundo”, concluye Juan, mirando a Fabienne con la misma complicidad que hace 20 años.

Así, en cada detalle de su hostería, se puede sentir la calidez de esta pareja que, desde aquel encuentro fortuito en un aeropuerto, decidió caminar juntos un sendero de montañas, sueños y amor.