Por José María Posse / Abogado, escritor, historiador.

Los desaciertos en toda materia del presidente de facto Juan Carlos Onganía, provocaron que sus propios camaradas lo depusieran, ocupando el cargo el Teniente General Alejandro Agustín Lanusse. Asumió el 26 de marzo de 1971 y estuvo dos años de mandato. Era un hombre moderado, quien permitió que se reabrieran los comités de los partidos políticos, a sabiendas que era la forma para poder reestablecer el llamado a elecciones. 

Pero seguía siendo jefe de un gobierno militar, lo que dio motivo para que las organizaciones guerrilleras del ERP y Montoneros comenzaran un ataque sistemático a miembros del Ejército Argentino, secuestros y asesinatos se hicieron frecuentes. Miembros del ERP viajaron a Cuba donde formalizaron donde quedó formalizado un acuerdo de cooperación, y así fue como comenzaron a realizar viajes para tomar cursos de guerra de guerrilla urbana y selvática, también métodos de captación de reclutas. Todo ello se financiaba con el secuestro de empresarios e industriales a los que se les exigía grandes sumas de dinero por su libertad.

La Cámara Federal

Ante la aparición del fenómeno de la “guerra revolucionaria”, se creó por Ley 19.053, emitida el 28 de mayo de 1971 la “Cámara Federal en lo Penal”, destinada a juzgar las actividades terroristas que estaban causando verdaderos estragos en todo el país. En los tres años que duró en sus funciones la Cámara llegó a juzgar por medios absolutamente legales a más de 2.000 terroristas, entre ellos al propio Mario Roberto Santucho. Pero en ese intermedio las organizaciones que intentaban subvertir el orden constitucional, para colocar un gobierno comunista, unipartidista al estilo cubano. Entre tantos ataques y copamientos, se recuerda el asalto a la Compañía Telefónica de Tucumán, donde robaron alrededor de 30 millones de pesos de la época.

Los uniformados

Ningún miembro de las fuerzas del orden podía caminar tranquilo por la calle, pues eran blancos del accionar de la guerrilla que los atacaba para robar sus armas. De esa manera “el combatiente” probaba su valor y era aceptado en la célula terrorista a la que era designado. El propio líder del ERP Enrique Gorriarán Merlo escribía sin pudor acerca de las estrategias de aquellos oscuros días: “Nuestro propósito era que los uniformados, en lugar de controlar las calles, tuvieran que estar refugiados en sus propias comisarías. Por ello utilizábamos autos en los que iban dos compañeros, un chofer y un tirador armado con un fusil FAL o incluso rifles 22, es decir con algún arma de cierto alcance… esos operativos los habíamos hecho con tanta intensidad que habíamos conseguido que, por ejemplo, a determinada hora de la tarde, ya las comisarías estaban cerradas, es decir, con barreras en cada esquina, y el personal dentro de las dependencias… la cuestión era limitar su capacidad de acción y que ellos estuvieran a la defensiva, sabiendo que podían ser atacados en cualquier momento”. Fue así que los efectivos de las fuerzas policiales federales o provinciales, debían llegar a sus destinos de trabajo vestidos de civil y allí cambiarse o camuflarse con capas para evitar ser asesinados o heridos. El reino del terror había comenzado. Entre las víctimas de aquellos años se recuerda al comandante principal de Gendarmería Pedro Agarotti y al teniente general Carlos Sánchez, ataque en el cual también falleció su mujer y una señora que vendía diarios. Se atacaban desde agentes rasos hasta oficiales de alta graduación.

Llamado

El Teniente General Lanusse era un hombre práctico, un cristiano practicante perteneciente a una vieja familia de la aristocracia porteña y tenía muy en claro que la situación ya se había convertido en insostenible y no quedaba otra salida que el llamado a “elecciones libres y sin proscripciones”; entendía que era la única forma de morigerar el baño de sangre en el cual se había sumido el país. Esa fue la peor noticia que pudieron recibir las organizaciones guerrilleras ya que deslegitimaría completamente su accionar, ya que ellos “justificaban” sus crímenes alegando que luchaban para la “restauración de la democracia”. Ante lo que ya se consideraba un hecho inminente y el comienzo de la normalización de todos los partidos políticos el ERP lanzó el siguiente documento: “El gobierno que surja del proceso electoral próximo, lo mismo, si es o no peronista, está incapacitado para concretar siquiera soluciones mínimas porque la única forma de solucionar los problemas actuales es mediante una revolución profunda, socialista, proletaria, que expropie sin hesitar el capital imperialista y monopolista y movilice revolucionariamente al pueblo… de manera que en un plazo relativamente breve… las masas no esperarán más de él y se orientarán hacia la guerra popular”. También los ataques comenzaron contra políticos como por ejemplo Roberto Mario Uzal, dirigente del partido Nueva Fuerza, liderado por el ingeniero Álvaro Alzogaray. También ocupó las primeras planas de los diarios el secuestro del director general de la FIAT Oberdan Salustro, quien fue asesinado de un tiro en la cabeza al fracasar las “negociaciones” por su libertad. El órgano de prensa del ERP, la revista Estrella Roja en su número 12, justificó el asesinato del empresario con la siguiente afirmación: “El comienzo de una nueva era de justicia, desarrollando la guerra, construiremos la justicia del pueblo que poco a poco, reemplazará la del régimen miserable”. Claramente las organizaciones creaban una “justicia paralela”, donde un tribunal decidía sobre la vida o la muerte de todo aquel que se considerara enemigo.

El terror

Llevado ya a su extremo, el accionar terrorista tenia como objetivo de que nadie se sintiera seguro. En agosto de 1971 los terroristas sembraron bombas en una plaza de San Isidro atestada de niños que jugaban alegremente. La policía bonaerense fue alertada por un vecino y se procedió a desalojar el lugar, aunque a costo de la vida de dos agentes y un bombero quien intentó desarmar el artefacto explosivo. El autor de estas notas, quien era un niño en aquellos tiempos, aún recuerda la consigna de sus padres de no levantar de la calle ningún paquete o patear una caja en la vía pública, pues podía contener un explosivo. Conocí personalmente a un joven que perdió la mitad de su mano al levantar una de esas trampas “cazabobos” al decir de los “combatientes”. También recuerdo haber escuchado en una noche el estallido de cinco bombas en diferentes barrios de la ciudad de San Miguel de Tucumán. Lo expresado son hechos que ocurrieron y son fácilmente probados con la consulta a los diarios de época y a las reivindicaciones de tales o cuales atentados por parte de los propios grupos subversivos.

Rawson

Pero las fuerzas del orden no se quedaron de brazos cruzados y comenzaron las detenciones a los “combatientes”, el propio Mario Roberto Santucho, alias “Robi” y su mujer, junto a las cabezas de las organizaciones que eran considerados de alta peligrosidad, fueron trasladados al penal de Rawson, que se consideraba de alta seguridad.

Ante ello, fuerzas combinadas de diversas organizaciones planearon la fuga, que culminó (15 de agosto de 1972), con la muerte de un guardiacárcel y heridas a varios otros; sólo un grupo logró escapar, entre ellos Santucho, quien con un grupo asaltó un avión que estaba por despegar en la pista del aeropuerto de Trelew y obligaron al piloto de dirigirse a Chile, donde el presidente de izquierda, Salvador Allende, les dio asilo y luego partieron a Cuba, donde fueron recibidos como héroes.

Pero ocurrió que el 22 de ese mismo mes, los guerrilleros que no habían podido escapar intentaron una nueva fuga, cayendo abatidos 16 de ellos. El comunicado oficial decía que los muertos habían caído combatiendo, pero las organizaciones denunciaron que en realidad habían sido fusilados, ya rendidos. Eso dio lugar a represalias y venganzas terribles, y nuevamente fue el pueblo inocente el que más sufrió por ellas. Lanusse, quien era un hombre aplomado y estaba absolutamente en contra de la violación de los derechos humanos por parte del Estado, incluso testificó en los juicios a los militares en contra de algunos de ellos, siempre insistió que no hubo una orden de su parte de que se fusilara a nadie, pero el daño ya estaba hecho y la violencia recrudeció. La acción más resonante en aquellos años fue la toma del cuartel del Batallón 141 de Comunicaciones en Córdoba. Allí se incautaron una gran cantidad de armamentos para la guerrilla que el ERP estaba planeando ya instalar en la selva tucumana.

Las elecciones

Al acercarse la fecha de las elecciones, ocurrió que si bien se permitía tras casi dos décadas de proscripción pública, que el partido justicialista participara de los comicios, pero con la condición de que el teniente general Juan Domingo Perón no pudiera ser candidato, lo que lógicamente caldeó los ánimos ya de por sí exasperados. De todas maneras el llamado a elecciones era un gran triunfo para los peronistas, porque se podía poner a un candidato que fuera un fusil temporal, y que luego regresara Perón triunfante al poder. Jorge Antonio, un gran amigo del general, contó cómo se eligió a Cámpora como candidato: “Perón viene a mi oficina en Madrid y me dice. “Mire Jorge, vamos a elegir presidente de la República. Tenemos tres candidatos. Lo quiero conversar con usted porque yo quiero un presidente que esté dos meses y después ser yo el presidente. Los candidatos son Cámpora, Benítez y Taiana. El mejor de todos es Taiana pero el consuegro de él es un general (Julio Alzogaray, comandante en jefe del ejército), entonces Taiana va a ser dominado por su consuegro; el otro es Benítez, un correntino taimado que después se va a querer quedar. Entonces queda Cámpora”. La consigna era “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.

Quiebre

Aquí ocurrió un quiebre entre las organizaciones ya que el gran dilema para el PRT-ERP es que ellos basaban la lucha armada como única forma de llegar al poder, mientras que Montoneros, quien ya se había infiltrado mediante la política del “entrismo”, elucubraba una patria socialista que encabezaría el propio general Perón, a quienes creían haber engañado. Pero pronto caerían en cuenta que al viejo zorro político nadie lo podía tomar a la ligera. Pero lo cierto es que el ala combativa de ambas organizaciones tuvieron que aparentar sumisión al nuevo orden de cosas. Sin embargo Santucho sostenía que Perón venía a salvar al capitalismo argentino, que ellos querían exterminar, Montoneros, con Mario Firmenich a la Cabeza, pensaba que había llegado su momento.

Cámpora

En mayo de 1973 el odontólogo de profesión Héctor José Cámpora gana las elecciones presidenciales por amplio margen. Vinculado a Montoneros, durante sus 49 días de gobierno. Una de sus primeras medidas fue la liberación de todos los terroristas que habían sido procesados y condenados por la Cámara Federal en lo Penal, creada en 1971. Más de 1.500 guerrilleros condenados por delitos de asesinatos, secuestros extorsivos, voladuras de edificios, etc, salieron en libertad y fueron tratados como verdaderos héroes por sus partidarios que los esperaban fuera de las diferentes cárceles donde cumplían su condena.

Entre las primeras acciones que realizaron los “liberados” estuvo la venganza contra los jueces que los habían condenado. El Dr. Malbrán fue gravemente herido en ambas piernas en la entrada de su domicilio; el Dr. Quiroga fue asesinado con un tiro en la nuca; el Dr. Munilla Lacasa apenas logró salvar su vida en un atentado. Por su parte el Dr. Bianco fue secuestrado y salvajemente torturado. Absolutamente todos los miembros del Tribunal de Justicia debieron exiliarse fuera del país con sus respectivas familias. Cámpora también hizo derogar la Cámara Federal Penal. Ante este atropello a la Justicia, todos los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación renunciaron, quedando vacante.

Perón regresa

El 28 de junio, tras 18 años en el exilio el general Perón regresaba triunfante a la Argentina, sin embargo en Ezeiza entre la enorme multitud que fue a recibirlo, hubo un violento enfrentamiento entre grupos obreros y sindicales, se enfrentaron a más de 5.000 montoneros armados, según lo confirmó el propio Firmenich. La violencia desatada y el caos social provocado, produjo la renuncia de Cámpora. Quedó como presidente interino Raúl Lastiri, quien llamó a elecciones presidenciales para el 23 de septiembre. Perón integrando la fórmula con su mujer, María Estela Martínez, ganó cómodamente las elecciones. Se abría un camino de esperanza para los argentinos. Pero entre las sombras, un siniestro personaje, José López Rega, cercano a Perón, comenzó a forjar la Alianza Anticomunista Argentina, conocida como la Triple A. El baño de sangre recién comenzaba.