En las fotos, las topadoras, los camiones y las decenas de policías generan un contraste turbador con los cerros azules que les sirven de marco. Es como si lo que cada uno de estos conjuntos representa fueran conceptos incompatibles. Las imágenes y los videos a los que hacemos referencia -y que fueron publicadas en las distintas plataformas de LA GACETA esta semana- muestran, por un lado, la destrucción de las viviendas y los comercios que habían sido construidos en terrenos usurpados en El Mollar y, en segundo plano, el paisaje dramáticamente bello del valle de Tafí. De algún modo, esta combinación funciona como una especie de síntesis de la contradictoria realidad en la que vivimos inmersos: no son pocos los que celebran que, de una vez por todas, las pretensiones de los vivos que buscaron adueñarse de lo que no les pertenecía se hayan convertido en escombros. Pero, al mismo tiempo, genera desconsuelo pensar que, en un contexto en el que la propiedad privada y estatal ha sido tan vulnerada, una acción como esta es apenas un grano de arena en el desierto, por usar un lugar común.
Siguiendo esta línea que nos conduce a los extremos, podemos decir que hay dimensiones de la realidad de la Argentina (y, por defecto, de Tucumán) que pueden ser analizadas en distintas capas. Es como si existieran varias Argentinas que algunas veces conviven en paz, que se tensionan entre sí y que se acercan o se alejan según las circunstancias. Una es crispante, ruidosa, frecuentemente violenta y desesperanzadora mientras que la otra suele moverse en silencio, es creativa, resiliente y obstinadamente optimista. Podríamos simplificar aún más la idea y referirnos a que hay una Argentina que no y otra Argentina que sí.
Usurpaciones: se concretaron las primeras demoliciones en El MollarTensiones latentes
Suenan ingenuos o sospechosamente malintencionados los argumentos que intentan justificar la presencia de barrabravas en una marcha de jubilados que hace poco más de una semana terminó con una violencia que no merecemos los argentinos. Los barras no son solidarios, no empatizan con el prójimo, no se movilizan impulsados por la caridad. Representan lo contrario: son violentos, son egoístas y en el otro sólo ven un rival a vencer o a cooptar. Por algo, el nuestro es el único país del mundo en el que las hinchadas visitantes no pueden ingresar a los estadios de fútbol. Sin embargo, hoy los ciudadanos somos rehenes de una disputa de poder entre el Gobierno y sectores de la oposición que se expresa en una amenaza velada de destrucción: “vamos a resolver nuestras diferencias en la calle haciendo que otros (policías, barras y sindicalistas) peleen por nosotros”, parecen decirse los bandos en disputa. La tensión está latente. Mientras tanto, la incertidumbre nos desgasta y se convierte en un buen ejemplo de la Argentina que no.
(Comentario al margen: según estimaciones de Juan Carlos de Pablo, publicadas en el diario La Nación, a lo sumo el 40% de quienes cobran una jubilación han hecho aportes; el 60% restante logró el beneficio a través de alguna moratoria, a las cuales siempre fue afecto el kirchnerismo. Si bien es cierto que buena parte de los pasivos hoy reciben haberes pobrísimos, así no hay sistema que aguante.)
Creativa y resiliente
Esta semana, un grupo de empresarios, emprendedores y directivos tucumanos participó de un viaje organizado por la Fundación del Tucumán que los llevó a recorrer algunas de las firmas y universidades más importantes del país. Pudieron conversar nada menos que con el disruptivo Daniel Herrero, ex presidente de Toyota Argentina y actual CEO de la nueva Mercedes Benz; escuchar a emprendedores del mundo del software que con menos de 30 años ya le brindan soluciones al mundo; conocer esquemas en los que la innovación, el conocimiento y la educación se retroalimentan (como lo que ocurre en la Universidad Austral, en Pilar), y recorrer plantas industriales en las que la tecnología y la precisión permiten entregar una 4x4 cada 94 segundos. Todos ejemplos de una Argentina creativa, pujante, que se adapta a los grotescos vaivenes de la economía y la política con estoicismo y que cree firmemente en el esfuerzo y en el mérito. Una Argentina que sí y a la que Tucumán, sin dudas, le aporta mucho.
Cómplices
Cuando se sigue la saga de “Miguelón”, el supuesto narco que fue condenado por tres homicidios y que amenaza al gobernador Osvaldo Jaldo y a funcionarios judiciales, es difícil no preguntarse cómo fue que llegamos hasta acá ¿Qué pasó en los últimos 10 o 12 años para que las bandas narcos hayan podido adueñarse impunemente de barrios enteros? Porque esto no es algo que empezó ayer, sino que forma parte de una trama que demuestra que son varios los que no han cumplido con su deber. Posiblemente por complicidad más que por ineptitud, ya que en estos casos lo que suele sobrar son los billetes para comprar voluntades. Tampoco es una novedad que existan vínculos entre algunos de estos delincuentes con políticos, policías y gendarmes. Entre otros, lo viene denunciando el legislador José Cano y lo viene revelando LA GACETA. De hecho, basta con recorrer nuestro archivo para empezar a encontrar casos que pueden ilustrar una columna específica sobre el tema. Los narcos y sus cómplices son claros exponentes de la Argentina y del Tucumán que no.
El mensaje de “Miguelón” tiene tintes de una venganzaOptimismo sustentable
Abdón Zavaleta está convencido de que ser sostenible es posible. A tal punto que ese es el slogan de EcoTown la empresa que creó en 2019 y que se dedica a la producción de vajilla biodegradable con salvado de trigo. Esta propuesta constituye una alternativa al plástico de un solo uso (los típicos platitos y vasos descartables de los cumpleaños infantiles), que es brutalmente contaminante. Su pasión por la sustentabilidad lo llevó a descubrir una firma polaca que fabricaba estos productos con salvado de trigo y decidió traer esta tecnología a Argentina. Mediante un crowdfunding entre amigos y familiares logró reunir los fondos para importar una primera partida y explorar el mercado local. Luego de múltiples peripecias también pudo traer maquinaria y empezó a producirlos en 2023. Hoy, desde el parque Austral, en Pilar, planea expandirse mientras investiga materias primas, como los residuos agrícolas y gastronómicos, con la idea de crear nuevos productos. Su enfoque se enmarca en generar valor a partir de una economía circular en la que los residuos se transforman en insumos para nuevos productos. Otro ejemplo de la Argentina que sí.
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La ópera Turandot es doblemente dramática, por su argumento y por el hecho de que Giacomo Puccini, su autor, haya muerto sin poder terminarla. En el aria Nessun Dorma (que Pavarotti interpretó con estremecedora emoción en su última aparición pública en 2006), Calaf canta: “All’alba vincerò!” (¡Al alba venceré!)”. Por qué no tomarla como una alegoría esperanzadora para la Argentina en tiempos oscuros.