El economista Carlos Melconian cuestionó duramente el reciente anuncio del Gobierno sobre la supuesta liberalización del mercado cambiario. En declaraciones a Modo Fontevecchia, el expresidente del Banco Nación afirmó que “es mentira que terminaron con el cepo” y aseguró que permitir la compra de dólares para personas físicas, turismo y tarjetas de crédito no representa una verdadera salida del control cambiario. “Eso no es libertad cambiaria, es una liberalización cosmética sin demanda real”, subrayó.

Según Melconian, el nuevo esquema cambiario genera dudas sobre su sostenibilidad en el tiempo. “No había ninguna necesidad de abrir a las personas humanas, turismo y tarjetas de crédito en este momento”, indicó, y sostuvo que la decisión podría presionar la oferta de divisas sin una contraparte sólida de ingresos. En su análisis, advirtió que este movimiento puede abrir la puerta a una mayor dependencia de capitales especulativos de corto plazo o exigir un tipo de cambio más alto, algo que iría en contra del discurso oficial.

En su repaso técnico de la coyuntura, el economista también destacó el ajuste fiscal que el Gobierno ha logrado implementar, aunque alertó sobre su sostenibilidad a largo plazo. “Me saco el sombrero por los 4 puntos de ajuste, pero hay que evitar que lo licuado vuelva”, señaló. Asimismo, advirtió que el Fondo Monetario Internacional ya exige un mayor superávit fiscal para los próximos años y le puso fin al experimento de política monetaria local al exigir una “regla monetaria convencional”.

Melconian describió el actual escenario como una “transición impuesta por la realidad” y aseguró que el modelo está lejos de ofrecer certezas. “La política monetaria se endurecerá, las tasas de interés tendrán que subir y eso va a impactar en la actividad”, anticipó. En ese marco, criticó la falta de un plan económico integral y sostuvo que el Gobierno solo ha resuelto un capítulo: el fiscal. “Milei tiene el tomo uno, pero falta el cambiario, el monetario y muchos más”, ironizó.

Finalmente, el economista proyectó una inflación del 30 al 32% para fin de año, descartando el objetivo oficial del 17% como “una fantasía que se agota a mitad de año”. Reivindicó la necesidad de volver a políticas macroeconómicas convencionales y cuestionó el relato oficialista que “exagera tanto que pierde credibilidad”. “No estamos en el abismo, pero tampoco en un milagro”, concluyó.