La higiene del hogar es fundamental para mantener una vida sana y libre de contaminación. Cuando hablamos del cuidado de las habitaciones en las que dormimos y pasamos horas de nuestro día, hay aspectos que debemos tener en cuenta, como el lavado de las sábanas.

Cuidado del hogar: el efectivo truco para eliminar los huevos de cucarachas de la cocina

La cama es el espacio de la casa que está repleto de ácaros. Por muy cuidadosos que seamos, allí se juntan los desechos que se desprenden de nuestra piel y de nuestro cabello como parte de un proceso natural del organismo. Pero un exceso de acumulación puede causar problemas a la salud como alergias o sinusitis crónicas.

Cada cuánto hay que lavar las sábanas

Si buscamos un estándar, será difícil dar con el tiempo promedio ya que hay personas que olvidan por completo lavar las sábanas y otras que sienten la necesidad de cambiarlas casi cada día de la semana. Entre ambos extremos, siempre hay un punto medio recomendable que se alinea con las necesidades de nuestra salud.

Mantener las sábanas limpias es esencial para un descanso saludable y placentero. No lavarlas lo suficiente hará que las células muertas se acumulen, lo que implica que se producirán ácaros causando molestias y erupciones en la piel.

Lavar tus sábanas por lo menos una vez a la semana o como máximo cada dos semanas liberará tu cama de células muertas, sudor, aceites corporales y ácaros de polvo. Si parecés alguna afección como alergias o asma, se recomienda lavar cada tres a cuatro días para reducir alérgenos. La misma frecuencia se recomienda para personas que duermen con mascotas o transpiran mucho por la noche. Por último, si tu piel es sensible o tiene acné, lo recomendable es hacerlo cada cinco días.

¿Qué pueden producir los ácaros?

La alergia a los ácaros del polvo, según Mayo Clinic, es una reacción alérgica a los diminutos insectos que comúnmente viven en el polvo de las casas. Los síntomas de este tipo de alergia comprenden aquellos comunes como estornudos y goteo de la nariz. Otros síntomas pueden incluir ojos rojos, llorosos o con picazón, congestión nasal, picazón en las vías respiratorias superiores, tos, dolor y presión facial, piel azulada debajo de los ojos.

Los síntomas más graves son la dificultad para respirar, dolor u opresión en el pecho, pitido o sibilancia que puede oírse al exhalar, asma, problemas para dormir causados por tos o falta de aire y complicaciones con virus respiratorios.