“El peor apagón eléctrico de la historia reciente”. Así lo definieron medios españoles y de otras partes del mundo al incidente técnico que sufrió dicho país junto a Portugal hace exactamente una semana. El lunes 28 de abril decenas de millones de personas en ambos países se quedaron sin electricidad y la crisis afectó sistemas conectividad, comunicaciones, trenes, aeropuertos, centros sanitarios, entre otros servicios.

El apagón comenzó pasado el mediodía en España. Según Red Eléctrica, la empresa responsable de las conexiones, se detectó una “oscilación muy fuerte en los flujos de potencia” debido a una pérdida de generación eléctrica. Durante cinco segundos, hubo una desaparición de 15G W de generación, equivalente al 60% de la demanda en ese instante. Este colapso desencadenó la desconexión del sistema eléctrico español del europeo.

Las autoridades de ambos países iniciaron investigaciones para determinar la causa del fallo. A medida que pasaban las horas, y no había señales de un restablecimiento del servicio, las hipótesis fueron diversificándose. En un mundo convulsionado por los conflictos globales, y principalmente en Europa, no podía faltar la idea de un ciberataque. Sin embargo, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, informó que no existía “información concluyente” pero que no se descartaba ninguna hipótesis. Entre las posibles causas se mencionaron fallos de equipos, errores operativos, efectos de tormentas. El ciberataque, aunque idea descabellada, nunca estuvo desechada.

Ni países del primer mundo parecen estar a salvo de episodios que pueden conmocionar a toda su población. La incertidumbre no suele ser una sensación muy europea, aunque en los tiempos en los que vivimos, ninguna región parece gozar de aquella estabilidad que supieron soñar las grandes naciones. En Argentina, episodios de estas características podrían ocurrir de manera más recurrente, pues nos caracterizan la falta de inversión, la escasa visión de futuro, las irresponsabilidades de funcionarios y empresas. Por algunas de esas razones seguramente naturalizamos que tengamos malos servicios y es por eso que quizás ya nos olvidamos de nuestro gran apagón.

Nuevo apagón masivo en Europa: más de 20.000 hogares quedaron sin luz en Países Bajos

El 16 de junio de 2019 celebrábamos el día del padre. Era un domingo ideal para pasarlo en familia cuando en apenas 30 segundos se produjo el mayor apagón de nuestra historia. Los expertos lo llamaron el “apagón del siglo”, porque fue tan generalizado que se extendió desde el territorio de Argentina hasta Brasil y Uruguay. Las cifras estiman que 50 millones de personas se quedaron ese día sin luz. En todo el territorio argentino, el corte duró aproximadamente 13 horas, dependiendo de cada región y la única provincia que no estuvo afectada fue Tierra del Fuego. La causa principal del apagón local fue un “error operativo” de Transener, la empresa encargada de operar el sistema de transporte de energía eléctrica en extra alta tensión.

Postales únicas

Desde España nos llegaron postales únicas. El corte de luz afectó la vida normal de las personas y entre las imágenes que retrataron dicha jornada no había solamente lugares a oscuras, trenes vacíos o pasajeros varados. En las redes sociales también aparecieron fotos de personas en la calle, tomando algo, sentados en una plaza, obligados a una pausa en el frenetismo del día a día. En las mesas aparecieron juegos para compartir, crucigramas, libros.

El sol primaveral acompañó una tarde estresante en la península ibérica, pero también le dio una oportunidad a las personas a levantar la cabeza para dejar de fijar la mirada en el celular. La radio, ese objeto portátil, a pilas y con una calidad de sonido que deja mucho que desear, fue de los pocos medios de comunicación que pudieron seguir informando a los ciudadanos sobre el devenir del caos.

El extraño fenómeno "vibratorio" que habría causado el enorme apagón en Europa

Estamos tan conectados que a veces olvidamos la fragilidad de nuestro sistema. Todo parece pender unos pocos hilos hasta que la primera pieza de dominó cae y desata una cascada de situaciones que lejos estamos de controlar. Un apagón como el de España o el de Argentina son también oportunidades que nos damos -sin querer- de imaginarnos de otra manera en este tiempo. Quién dice que en un futuro, no muy lejano, optemos por apagones voluntarios que nos hagan sentir que estamos en un domingo o un feriado de conectividad, obligados a bajar de velocidad y conectarnos con lo que, a veces, realmente importa