Ver a nuestro Presidente ningunear a la Vicepresidenta de todos los argentinos, Victoria Villarruel, y al jefe del Gobierno porteño, Jorge Macri, luego del Tedeum del 25 de mayo, causó a muchos argentinos repudio, tristeza y alarma. Repudio porque por su investidura se esperaba un ejemplo de dignidad, caballerosidad y educación. Tristeza porque no contribuye a construir un país unido. Y alarma porque esa actitud ya la vivimos con la ex presidenta CFK y observamos con espanto que se está repitiendo. Además, esto sucedió luego de participar de una misa en la que Jesús nos invita a darnos la paz y oramos por la unidad. Lamentablemente no escuchó ni entendió el mensaje. Su excusa que “Roma no paga traidores” nos recuerda el triste “A los enemigos… ni justicia”, y lleva a especular qué debería haber hecho entonces el papa Francisco cuando este mismo presidente, después de haber dicho las barbaridades que le dijo, lo fue a visitar. Evidentemente no aprendió de ese ejemplo. Señor Presidente, los argentinos no queremos seguir por ese camino. No se puede confundir un adversario circunstancial con un enemigo… aunque hasta los militares ingleses, que eran nuestros enemigos, al finalizar la guerra de las Malvinas, trataron bien a los argentinos que lucharon contra ellos. Esperamos que los éxitos en materia de economía no lo conviertan en un émulo de CFK que estalla en diatribas y groserías más propias de niños malcriados. Ya vivimos muchos años de oscuridad y autoritarismos para volver a repetirlos. Que las “Fuerzas del Cielo” que tanto pregona lo ayuden a entender que no hay objetivo más alto que la unidad de los argentinos; y como bien dijo un estudiante de sexto grado de la Escuela Normal de Tucumán ¨Patria es todo lo que nos representa y nos une”.
Juan C. Díaz Ricci
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