Con el crecimiento del uso de dispositivos electrónicos en los hogares -celulares, notebooks, tablets, relojes inteligentes y más- también aumentó la presencia de cargadores conectados a la red eléctrica de forma permanente. Aunque parece inofensivo, este hábito despierta dudas sobre el consumo energético y la seguridad doméstica.

¿Realmente hay consecuencias por dejar los cargadores enchufados cuando no se usan? ¿Puede representar un gasto adicional o incluso un riesgo eléctrico? Especialistas en eficiencia energética y seguridad eléctrica brindan algunas respuestas.

Cargadores: qué hacen y por qué no todos son iguales

Los cargadores cumplen una función esencial: transformar la corriente alterna del sistema eléctrico en corriente continua con el voltaje necesario para alimentar los dispositivos. Los modelos actuales incorporan tecnologías de protección térmica y control inteligente, aunque no todos son iguales.

Existen diferencias en potencia, eficiencia energética, materiales, tamaño y tipo de dispositivo al que están destinados. No es lo mismo un cargador para celular que uno para notebook o bicicleta eléctrica. Por eso, los efectos de mantenerlos enchufados también varían.

Consumo fantasma: bajo pero acumulativo

Una de las principales preocupaciones es el llamado consumo fantasma o standby power, que se refiere a la electricidad consumida por los cargadores cuando están enchufados pero no conectados a ningún equipo.

Aunque este consumo es bajo por unidad (entre 0,1 y 0,5 vatios por hora, dependiendo del modelo y su antigüedad), su acumulación puede ser significativa si se considera la cantidad de cargadores presentes en un hogar promedio y el tiempo que permanecen conectados sin uso.

Según estimaciones de organismos internacionales de eficiencia energética, el consumo fantasma puede representar entre el 5% y el 10% del consumo eléctrico total en una vivienda. Esto puede traducirse en un incremento anual en la factura de luz, evitable con un simple cambio de hábito: desenchufar.

Riesgos eléctricos y desgaste silencioso

Más allá del gasto energético, también existe un riesgo asociado al deterioro de los cargadores. El uso intensivo, el paso del tiempo y el calor ambiental afectan los componentes internos. Un cargador viejo o defectuoso puede provocar calentamiento excesivo, chispas, ruido o incluso principio de incendio.

Además, conectar varios cargadores a una misma entrada, especialmente si no es de buena calidad, puede generar sobrecargas eléctricas.

Por eso, los expertos recomiendan no solo desenchufar los cargadores cuando no se usan, sino también revisar regularmente su estado físico y evitar el uso de modelos genéricos sin certificación.

Recomendaciones para un uso seguro y eficiente

- Desenchufar cuando no se usan: evita el consumo fantasma y reduce el desgaste.

- Evitar saturar regletas eléctricas: disminuye el riesgo de sobrecarga y fallas.

- Revisar el estado de los cargadores: si están dañados o se calientan demasiado, deben ser reemplazados.

- Usar cargadores certificados: optar por modelos originales o avalados por normas internacionales como CE, UL o IEC.

- Supervisar la temperatura: si un cargador se calienta más de lo normal, conviene dejar de usarlo y revisarlo.