El importante hecho ocurrió un día 8 de julio de 2005 en el Teatro argentino de la plata donde Cristina Fernández de Kirchner, candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires, preside un acto masivo con muchísimos dirigentes y militantes, incluidos candidatos a diputados, senadores y 15 gobernadores.La parte del discurso más festejada y aplaudida fue cuando la candidata Cristina Fernández calificó al ex presidente Duhalde como el jefe de la mafia conocido como “el Padrino”.Es fácil de imaginar la indignación de la familia Duhalde considerando que hasta hace poco todos los allí presentes aprobaban y aplaudían las medidas del ex presidente, y muchos de esos dirigentes lo acompañaron en asados y partidos de fútbol en la quinta de Olivos. “Todos callaron” pensaría el ex presidente como la vieja canción de Guarany y Tejada Gómez. Antes de esa precisa fecha, las polémicas, declaraciones y discusiones entre los distintos candidatos eran muy duras y vehementes, pero siempre respetándose mutuamente. No salían agravios en las expresiones de Menem, Alfonsín, Duhalde, Angeloz, De La Rúa, etc. no tenían “discursos de odio”, eso vino después del día 8 de julio del 2005, cuando la indignante conducta de la candidata Cristina Fernández insultó a Duhalde, bajo el masivo aplauso de los dirigentes presentes en el teatro. Lo que vino después fue peor, programas en la televisión pública (pagados con la plata nuestra) como el “fútbol para todos” “678” etc. cuya única función era adornar el relato oficialista y agraviar a políticos opositores y periodistas independientes; a estos últimos le organizaron desde el poder, el día 29 de marzo de 2011, un acto para que el público militante escupiera retratos de Mariano Grondona, Morales Solá, Mirta Legrand, etc. Fueron tan infames que acusaron a Ernestina Herrera de Noble de tener hijos de desaparecidos, los persiguieron con la complicidad de “las sagradas organizaciones de derechos humanos” (el entrecomillado es mío). Utilizaron el relato del ex secretario de López Rega para intentar apropiarse de la fábrica de papel prensa. Todos estos recuerdos los traigo para advertirle al “colectivo peronista” que no tienen autoridad moral, absolutamente ninguna autoridad moral, para acusar a nadie de los discursos de odio; ellos los iniciaron y ahora cacarean como gallinas ofendidas. La grieta y los discursos de odio lastiman a los argentinos, debemos desterrarlos y debatir respetuosamente, pero conociendo bien la historia y sus protagonistas.
Luis Ovidio Pérez Cleip
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