El sábado dejó una postal que el fútbol argentino venía esperando desde hace más de una década: visitantes en las tribunas y fiesta en las canchas. En un mismo día, River goleó con autoridad en el “Mario Kempes”, mientras que Rosario Central escribió su propia historia al ser parte del regreso más esperado: 6.500 hinchas “canallas” dijeron presente en “La Fortaleza” de Lanús, en un reencuentro con la pasión que parecía lejano.

En Córdoba, el equipo dirigido por Marcelo Gallardo mostró una de sus mejores versiones y confirmó que está intratable en este torneo Clausura. River venció 4 a 0 a Instituto con una contundencia que asustó y un despliegue colectivo que ilusiona a todos sus hinchas. Los goles fueron obra de Facundo Colidio, un doblete de Santiago Lencina y otro de Giuliano Galloppo.

El “Millonario” dominó de principio a fin. Aunque Instituto arrancó con ímpetu, se diluyó ante la presión y el juego vertical de un equipo que no tuvo piedad. Para colmo expulsión de Francis Mac Allister terminó de sellar la noche negra de los cordobeses.

Con esta victoria, River acumula seis puntos sobre seis posibles, siete goles a favor y apenas uno en contra. Es el líder de la zona B y, más allá de los números, dejó sensaciones de equipo armado y ambicioso que apuesta a ir por todo en este semestre: Clausura, Libertadores y Copa Argentina.

Un juego que será recordado en la historia

Pero el partido que marcó el verdadero punto de inflexión del fin de semana se jugó en el sur del conurbano bonaerense. En Lanús, la historia fue otra: más cerrada, más friccionada, más tensa. Pero también más emocionante.

Rosario Central volvió a llevar a sus hinchas a la cancha rival y lo hizo a lo grande: ganó 1 a 0 con un tanto de penal de Ángel Di María, que transformó en festejo la polémica (el penal fue muy cuestionado). Para colmo, el “Granate” terminó con 10 por la roja a Carlos Izquierdoz, y sobre el final estuvo cerca del empate, pero una salvada milagrosa sobre la línea selló el triunfo “canalla”.

Para los rosarinos, la victoria fue más que tres puntos. Fue un regreso; una reivindicación.

Y el fútbol argentino recuperó algo que había perdido hace 12 años: el color de las dos hinchadas, el folklore completo. Fueron apenas dos partidos con público visitante, pero fue suficiente para volver a sentir lo que se creía olvidado en el último tiempo.

En el resto de los partidos del sábado, San Lorenzo y Gimnasia empataron sin goles, al igual que Godoy Cruz con Sarmiento y Platense con Vélez. Pero nadie hablará de eso. Porque este sábado, el fútbol volvió a sonar más fuerte que nunca.