El planteo táctico de ambos equipos, con líneas defensivas de cinco hombres, dejó en evidencia un desarrollo previsible: mucha fricción, escasa generación de juego y un terreno reducido que potenció las limitaciones ofensivas. Lo que siempre se ve en el inexpugnable Guillermo Laza (Riestra lleva un invicto de 22 partidos). Allí, Atlético Tucumán mostró falencias en la construcción y volvió a tropezar ante un rival que ya se ha transformado en su sombra negra.
El primer tiempo fue una muestra clara de lo que se esperaba desde la previa. Dos equipos acostumbrados a ceder la iniciativa y a sacar provecho de los errores del rival se neutralizaron mutuamente. Riestra, sólido en su línea de cinco defensores, anuló completamente a Lisandro Cabrera, quien quedó aislado entre tres centrales. Por el otro lado, Atlético tampoco sufrió grandes sobresaltos, ya que Jonathan Herrera estuvo bien contenido por la zaga visitante. En ese contexto, el juego se volvió estático, sin conexiones fluidas en mitad de cancha ni sociedades ofensivas.
El mediocampo del “Decano” no logró marcar diferencias. Ni Godoy ni Ortiz ni Sánchez encontraron espacios para distribuir, y las bandas fueron prácticamente estériles en el primer tramo. Mateo Bajamich intentó por el sector derecho, pero estuvo desconectado del circuito de juego, mientras que Cabrera no tuvo una sola situación clara. La falta de triangulaciones, profundidad y movilidad se vio agravada por la acumulación de hombres en defensa y un campo de dimensiones reducidas que limitó el despliegue.
En la segunda mitad, Pusineri decidió ajustar el dibujo y liberar a Ignacio Galván por la izquierda, dándole funciones más ofensivas. Ese cambio permitió a Atlético comenzar a inquietar por las bandas, especialmente con centros peligrosos que complicaron a la defensa local. Uno de ellos casi termina en gol en contra. Riestra, que también se adelantó unos metros y realizó variantes, dejó espacios que fueron mejor aprovechados por el “Decano”, aunque sin la precisión necesaria para concretar.
La más clara llegó sobre el final: un centro pasado, una falla defensiva en la salida y la pelota le quedó servida a Bajamich, que sin marca y con tiempo, definió por encima del travesaño. Fue la última acción del partido, y también la que mejor retrató el problema de fondo: la falta de contundencia y claridad en los metros finales. Con tiempo por delante hasta su próximo compromiso -el 9 de agosto ante Rosario Central en Tucumán-, Pusineri deberá trabajar para encontrar respuestas en ataque. Ayer, con una rotación justificada por el cansancio (Mateo Coronel y Leandro Díaz en el banco), quedó claro que las variantes ofensivas actuales aún no alcanzan.